Capítulo 40: El fin.

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Pasaban las horas y no había noticias del paradero de Justin. Después de enterarse de que Lucas andaba suelto cerca de él, Mike, llamó al celular de Justin pero lo dirigía al buzón de voz, lo buscó en el hospital y en algunos de sus lugares favoritos de la ciudad pero no había rastro de él. En el estacionamiento, un par de agentes encontraron su auto manchado de sangre en el capote y en el pavimento, siendo la primera pista de él.

Mientras tanto, a 30 kilómetros de la ciudad, estaba Justin, aun inconsciente. Empezó  a despertar y entrecerró los ojos pues la luz del mediodía le estorbaba en la vista. Cuando finalmente recuperó la noción de lo que estaba ocurriendo, miró alrededor y vio que se encontraba en una bodega de cargamentos abandonada en el puerto de Los Ángeles. Se asustó e intentó desprenderse de la soga que lo ataba a la silla, de la cinta que pegaban sus manos a esta y de la mordaza dentro de su boca. Intentaba pedir ayuda pero sus gritos no eran escuchados por nadie. De la nada apareció Lucas, riendo maliciosamente y disfrutando de la debilidad de Justin para poder escapar.

— Pobre, pobre, Justin. ¿Estás asustado porque no tienes a Mike para protegerte? — dijo, en forma de burla.

Mike aún estaba continuaba en su intensa búsqueda. Pasó a su apartamento a cambiarse de ropa cuando sonó su teléfono. Era Lucas.

— ''¿Hola?''

— ¿Cómo te va sin tu noviecito?

— Maldito imbécil, sé que tienes a Justin.

— Así es, lo tengo justo aquí. — dijo Lucas, sosteniendo un arma que apuntaba directo a la frente de Justin.

— Por favor, no le hagas daño, tómame a mí pero déjalo libre, te lo pido — suplicó.

— Veras, Mike, si hago eso, no sería tan divertido. Si quieres ver a Justin, puedes buscarlo en el área abandonada del puerto. No hace falta que te diga que no quiero policías involucrados o sino habrás perdido a tu ex novio y a tu novio.

''Colgó''.

Melanie y Jesse iban entrando a la habitación en ese momento.

— ¿Tienes noticias de Justin? — pregunta Jesse.

Mike se queda en silencio algunos segundos, tratando de no romper en lágrimas.

— A como ya sabíamos, Lucas lo tiene. Quiere que lo vea en el puerto de la Ciudad.

— De acuerdo, avísale a la policía — dijo Melanie.

— ¡No!, Lucas debe tener personas alrededor del lugar y si se da cuenta de que hay policías, lo matara, lo matara a como lo hizo con Sam y no pienso dejar que me quite a Justin, no otra vez.

— Entonces déjanos acompañarte — exclamó, Melanie.

— No, no los pondré en peligro a ustedes también.

— No te dejaremos ir solo, o todos o nada. — dijo ella, hablando con tono sumamente autoritario.

Mike estaba en un estado de estrés incontrolable. La cabeza le daba vueltas y transpiraba sin parar mientras respiraba aceleradamente. Corrió rápido hacia afuera del edificio y se montó en su auto directo hacia el puerto mientras Melanie y Jesse lo seguían detrás en el camino, teniendo el número de la policía a mano por si fuera extremadamente necesario.

Con los nervios de puntas, se estacionaron a algunas calles del lugar y Mike entró al área abandonada del puerto y comenzó a buscar entre las gigantes bodegas que habían ahí.

En medio de su intensa búsqueda, logró encontrar la indicada. Corrió hacia Justin y lo abrazó con fuerza y no pudo contener las ganas de llorar.

El Único al que AmoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora