Mas allá de la opresión del velo-(Jade y Said) (Corrigiendo)

La Boda

Hoy me levante de golpe, sin susto, fue muy extraño, estaba acostado en mi cama y como si hubiese recibido una corriente eléctrica abrí los ojos de par en par, lo primero que hice fue sonreír estúpidamente, luego abrí las cortinas dejando que la suave luz del sol africano entrara a mi costosa habitación de hotel, pedí el desayuno y sin más estuve bailando por media hora con la música de mi corazón y la alegría de mis pies.

Tome una ducha rápida y fui a la Mezquita, al sentir el olor a incensó y el sonido de la campana, el peso de mis pecados me callo de golpe en mis hombros, trague con culpa, estuve rezando durante dos horas de rodillas, pidiendo por mi perdón, por mis hijos, por mi salud, por mis negocios, por la paz del mundo, por mi Jade y para que todo salga bien hoy. Me siento en tanta paz, me siento de alguna manera purificado, siento esa alegría que solo Allah nos puede dar.

Ahora estoy nervioso, algo impaciente, un poco de las dos cosas.

He esperado este momento por veinte años, siete mil trescientos cinco días y ciento setenta y cinco mil doscientas horas, sin contar por supuesto las cuatro horas y cinco minutos que han pasado desde que me levante, y las dos horas con cincuenta y seis minutos que faltan para que la boda empiece.

No diría que este es el día más importante de mi vida, nada más lejos de la realidad, porque para días importantes tenemos la boda de mi hermano, la fundación de mis hoteles, la ampliación de mis tiendas, el nacimiento de mis pequeños, la declaración de amor de Jade que brilla como una antorcha en la cueva de mis recuerdos, de mis buenos recuerdos y muchos más. A pesar de todo el sufrimiento he tenido la dicha de vivir muchas cosas buenas a lo largo de estos cuarenta y tres años.

Allah ha sido bueno conmigo.

Pero a pesar de que este seguramente no es el día más importante de mi vida, si ha sido el más esperado, el más soñado y el mas llorado, lo he soñado desde que no era más que un buen comerciante de Fez, virginal e ilusionado que desde el momento que vio a Jade deseo hacerla la mujer más feliz de la tierra. Ahora casi veintiún años después no soy joven, ya de ese casto no queda ni la sombra he mantenido intimidad tantas veces que he perdido la cuenta con el pasar de los años.

Ahora frente al reloj, sentado saboreando esta deliciosa taza de café me he dado cuenta de que a pesar de que no sea joven y hermoso como antes. El tiempo no ha pasado. No pasa en lo que no se puede pisar, no puede pasar por encima de estos sentimientos, sigo de alguna intrínseca manera ese joven virginal, porque muchos nos pueden desnudar, nos pueden hacer temblar pero pocos pueden desnudar nuestro interior y tocarnos el alma, cambiarnos, enloquecernos, hacernos perder la razón y ahí está la esencia de hacer el amor. No se hace el amor si uno solo se entrega. Y eso lo he vivido desde hace solo un mes, sigo siendo un inexperto en el esplendido camino del amor.

Queridos lectores ha de confesar que eso lo ha podido hacer esa mujer con la que dentro de unas horas me voy a volver a casar, esa mujer que es hermosa, que ha tenido una hija conmigo y aunque su cuerpo se llene de esos "males" estéticos impuestos por la sociedad yo la voy a seguir amando tal como ayer, hoy y mañana.

He llorado tantas lagrimas esperando este día en incontables lugares, ahogado en la cárcel de mi propio silencio, he sentido tanto dolor, que hoy voy tratar de no hacerlo, de no llorar, no he esperado tanto por nada. Es por eso que este no puede ser considerado un día importante, de esos hay muchos. Este es el día más hermosamente esperado y especial de toda mi vida, me atrevo a decir que lo he esperado más que a mis propios hijos, no basta con contarlo como importante, va a ser mi único día especial, va a ser el día más recordado.

En eso tocan el timbre, sacándome de mis reflexiones, un hombre de barba larga me entrega un ramo de flores de todo los tipos, un disco y una carta, extrañado me despido cordialmente. Veo el ramo de flores de todos los tipos, tomo la pequeña tarjeta en mis manos