Mas allá de la opresión del velo-(Jade y Said) (Corrigiendo)

La lluvia más amarga

Abro los ojos de golpe, ahogando un grito al sentir que una ráfaga de luz blanca me quema las pupilas, intente taparme los ojos pero tenía algo en la cara, lo toque suavemente y sin necesidad de volver a abrir los ojos, supe de inmediato que era una mascarilla de oxigeno. Escuchaba voces a mi alrededor, inquietantes preguntas, pero yo solo podía escuchar la intensa búsqueda que hacía para encontrarme, solo podía escuchar a esa monstruosa pesadilla volverse mi realidad.

Con los minutos deje de moverme a pesar de que escuchaba la voz preocupada de mi hermano y la voz llorosa de Nazira, en lo profundo de mí buscaba un buen motivo para no afrontar lo que me avecinaba al abrir los ojos. Solo podía repetir su nombre una y otra vez, no puedo perderte, era el único pensamiento claro y una ola de valentía recorrió todo mi espíritu.

-Jade-susurre con voz ronca, quitándome la máscara de oxigeno, poco a poco fui abriendo con cuidado los ojos, para encontrarme con los inquietos y perturbados ojos de mi propia familia.

-Jade-repetí moviendo la cabeza de un lado al otro, el rostro de Latiffa se puso rojo como un tomate, haciéndome temblar.

"Es real"-me dije a mi mismo, dejando salir un grito ahogado desde lo más profundo de mi garganta y cerrando los ojos dejando salir un mar de lagrimas.

-Quiero verla-suplique entre lagrimas, haciendo lo posible por regular mi respiración.

-La puedes ir a ver ahora, el doctor la interno en terapia intensiva-susurro Mohamed, al borde del llanto. Me quite con rapidez la mascarilla de oxigeno tosiendo, mientras sentía las palmadas de mi cuñada sobre mi espalda.

-No me toquen-pedí de mala gana, sin responder a sus llamados, saliendo por el amplio pasillo buscando la sesión de terapia intensiva, hasta que encontré un cartel que decía piso 6.

-Señorita, vengo a ver a Jade Rachid-dije por la trampilla de terapia intensiva.

-Si ella está aquí, ¿Me puede decir su nombre?-pregunta educadamente la enfermera.

-Said Rachid, su esposo y padre de sus hijos-susurro sintiendo un nudo en la garganta, a la par que esa escalofriante puerta se abre ante.

-Adelante, colóquese la máscara y el equipo azul para poder entrar-dijo amablemente, yo solo asentí colocándomelo lo más rápido que pude.

Las lagrimas salían solas, estaba temblando como una hoja, cada paso era más pesado que el anterior yo nunca he sido un hombre cobarde pero de todos mis miedos yo nunca te dije que el mayor de todos ellos siempre ha sido la idea de perderte. Tengo que ser franco, no me siento capaz de verte mal, pero ese miedo ahora es mi realidad. Por eso mi corazón se fragmenta en mil pedazos al verte conectada a todos esos tubos, al escuchar esa máquina contando tus latidos.

Sus labios estaban rotos, su rostro tenía una tonalidad morada, temblando me senté a su lado con una silla de cuero, me tape el rostro con las manos y deje salir un grito que debió escucharse en planta, sentía la miradas de todos pero yo solo quiero una mirada...La tuya.

Suspirando, le tome la mano.

-Hola mi amor, hace unos días fui al jardín con Khadija, era noche, tú estabas cuidando a Munir, no te lo dije pero viendo las estrellas empecé a darles a cada una de ellas razones por la cual te amo seguí contando y contado pero los números no me cuadraron, porque todavía tenía muchas razones y la estrellas se me acabaron-dije sollozando sobre su mano.

-Espero que me escuches, hoy no te dije lo hermosa y bella que te veías, sentí que me volví a enamorar de ti como la primera vez. Lamento no habértelo dicho antes de salir por la puerta-solloce tomando sobre su mano, dejando salir varias lágrimas.