Me gusta mi mejor amigo.
¿Podré ser valiente y decirselo?
¿Que pensará él respecto a esto?
¿Me recibirá con los brazos abiertos?
¿Le gustaré?
¿Estaremos juntos?
¿Tendremos una relación?
Muchas preguntas me tenían loca, pero solo una me atormentaba...
Me enamoré de la persona equivocada, de la persona que sería incapaz de poner sus ojos en mí, de la persona que más amo y anhelo.
Podría mentirles a todos a mi alrededor y decirles que no me gusta nadie, que no me interesa el amor, que no me veo en una relación en estos momentos porque tengo otro tipo de planes para mi vida. Pero prefiero decir la verdad, y aceptar que todos mis día me la paso esperando fuera de casa para que su presencia me acelere el corazón, sueño con verlo de nuevo como todas esas tardes de otoño. Cada bendito día anhelo estar a su lado, y me desvelo pensando en una idea absurda de algo que no va a suceder solo porque me encanta cada parte de él.
Me enamoré de sus chistes tontos, de la forma que siempre me dice "su atrevida", de sus palabras doble sentido, de sus ojos claros y su sonrisa pícara cada vez que me reparaba en silencio. Me enamoré de la forma que pronuncia mi nombre, me enamoré de todo a lo que implica conocer cada parte de él, pero lo más que me atrae es su voz. Me hechiza todo de él, hasta que recuerdo que mis pensamientos son efímeros, que por mucho que deseo estar a su lado, no puedo hacerlo... Porque una regla se interpone entre nosotros.
La regla de: "Nunca te enamores de tu mejor amigo".
Así que debo olvidarlo, aunque su presencia ocasione que quiera subirme en su regazo para comerle la boca a besos.
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