s i e t e

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Nuevamente, me encontraba observando la aburrida calle desolada y obscura. La noche estaba despejada, el frío que hacía en el ambiente se infiltraba por la ventana de mi cuarto de la que me asomaba. Y suspiré formando un humo espeso al soltar el aire.

Intentaba recordar lo sucedido la noche interior, pero me resultaba completamente imposible. — Y ¿como no? Si has vuelto del asco de borracha. — me susurré a mi misma en un regaño.

Cuando desperté con los gritos de mi abuela a la una de la tarde, mi cabeza parecía que iba a explotar. Era un dolor tan intenso, incluso se volvía aún más agudo con los gritos desquiciados de mi abuela riñéndome que mi aliento apestaba a alcohol. Bramaba que no la había podido dejar dormir desde que había llegado a casa, ya que venía tarareando el nombre de quizás de algún chico.

"Yoongi". Mi abuela tenía la seguridad de que el nombre que salía divertidamente de mis labios era ese. Pero no tenía ni idea si se trataba del nombre de una persona, o quizás de algún perro que me haya perseguido por las calles.

De repente, unos pantallazos borrosos turbaron mi mente. Por más que intentaba profundizar mi recuerdo, no podía y cabeza comenzaba a doler. Lo único que se proyectaba en mi cabeza era una sonrisa, que por más que me pareciera tierna por sus encías rosadas, el piercing en su labio inferior le daba un toque grotesco. Y a quien iba a engañar, me encantaba.

Mi día ha sido, como de costumbre, aburrido. No he vuelto a saber sobre Hoseok y sus amigos, no los he visto desde la fiesta. Eran las once de la noche y no había recibido ningún mensaje o siquiera llamada de sus amigos, y eso me preocupaba un poco.

La luz de la habitación de Jeon surgieron de la oscuridad. Supuse que estaba solo, porque era la única luz que resplandecía en su casa. El chico abrió la ventana, y con un poco de esfuerzo logró pasar su grande y fuerte contextura por la pequeña ventana. Y una vez sobre los tejados, se sentó en el techo como si no estuviese helando, y prendió un cigarrillo que al instante lo llevó a sus labios para darle una profunda calada.

Admiré lo calmo que se presentaba, cómo con una simple chaqueta de cuero negra y fumando cigarrillo en absoluta soledad parecía estar ensimismado en su mundo, tranquilo. Como si estuviese haciendo lo que más le gustaba hacer: básicamente, nada.

Su mirada se conectó con la mía unos segundos, fue algo ruda y fría. Mis bellos se erizaron al notar la profundidad de sus orbes profundos y negros. Y luego solo giró el rostro como si yo no estuviese observándolo.

— Deberías estar adentro, esta realmente helado aquí afuera. — vociferé abrazando mis brazos debiluchos, tratando de iniciar una conversación interesante, aunque, mierda, si creía que hablar del frío que hacía, estaría tratando de intentar una conversación anticuada, de viejos, y épicamente incómoda y absurda. Jungkook hizo oídos sordos -como lo pensé-, siguió calando su cigarrillo con parsimonia.

¿Cuándo se acababa la mierda esa? Ugh, los pulmones le van a quedar negros.

Suspiré mirando hacia a la calle asegurándome de que nadie me estuviese viendo, porque quizás puedan pensar que estaba hablando con la nada misma. Y eso sería un poco vergonzoso. ¡Maldito imbécil! Porque actúa como si no estuviese hablándole, maldición.

— Hey... te estoy hablando a ti. — esta vez mi voz fue más dura. ¿Por que después de tanto tiempo sin verle actúa como si no existiese?, ¿con una indiferencia que duele y me molesta?

— ¡Ah! Que extraño. Siento que estoy escuchando algo, pero realmente no se que es. — daba toques pequeños a su cigarro mientras hablaba con una estúpida sonrisa en sus labios. — Quizás sean voces del más allá. Sí, eso debe ser. — alzó sus hombros y luego los dejó caer quitándole importancia.

Clandestino𒊹︎ᴊᴊᴋDonde viven las historias. Descúbrelo ahora