d o s

4.1K 344 78
                                    

Extraje del bolsillo de mi chaqueta negra de cuero la caja de cigarrillos al sentir como el frío me calaba los huesos.

— Joder... — gruñí al ver un solo cigarrillo restante.

Lo encendí y me lo llevé a la boca dándole una gran calada. Sentado desde las gradas, observaba el atardecer traspasar entre los edificios de la ciudad, en este día gélido. Siendo franco, no me iba a mover de aquí, por más de que me esté congelando vivo, no iba a poner un pie dentro de mi casa. Mis padres se convirtieron en unos tan estrictos, eran totalmente insoportables, incluso a mis veinticinco años de vida, parecía que jamás iban a dejarme solo. Han sido incontables las veces en las que les mencioné la idea de irme a vivir solo, a un departamento solamente para mi. Sin embargo, ambos compartían el maldito pensamiento de que aún era muy joven, que no confiaban en mí y temían que cometiera alguna locura.

Así que probablemente no tenga un departamento para mí solo hasta que tenga un cincuenta años, joder.

Mi celular vibró en el bolsillo de mi chaqueta, sacándome de quicio.

— Ni un puto segundo en paz, demonios. — maldije en voz baja. Tomé el celular entre mis manos y contesté sin observar quién era el que molestaba mi pacifico atardecer. — ¿Qué quieres? — contesté seco y duro. Otra larga calada, soltando todo el humo.

Oí un fuerte suspiró del otro lado. — Demonios, Jungkook. ¿Puedes volver a tu hogar de una maldita vez? Tus padres no han dejado de llamarme preocupados diciéndome que no estás allí desde ayer por la tarde. — Jimin sonó del otro lado con un tono bastante frustrado.

Jimin era bastante diferente a mí, el era una persona muy correcta. Siempre trataba de hacer lo mejor para todos. Venia de una familia apoderada, pero gentil y solidaria. El era todo lo contrario a mí. Lo único que nos igualaba era nuestro desespero por correr en auto a velocidades muy altas. Así fue como lo conocí hace unos años atrás, cuando me había tocado correr contra el. Cuando finalizo la carrera, considere que mi rival era un desgraciado de mierda, pero al ver que como aceptó la derrota con una sonrisa en su rostro me sorprendió, incluso cuando minutos después se me acercó a entablar una conversación. El muy desagradecido fue tan amable que no pude evitar comenzar una amistad con el.

— ¿Me dejarías pasar la noche en tu casa? — evadí el tema.

¡Jungkook! — exclamó con un ápice de enojo.

No pienso pasar esta noche en mi casa, por dios. — casi suplicándole.

Está bien. — habló resignado. — Pero primero irás a tu casa y le dirás a tu padre que te encuentras bien. — me imagine de dedo índice apuntando hacia algún lado de su habitación, como si me estuviera reprimiendo.

Rodeé los ojos. — Está bien, maldición. Eres un desgraciado. — susurré esto último un poco más bajo para que no me oyera.

¡Ah! ¿Encima de que te dejo dormir en mi casa de tratas de desgraciado? — habló en un tono afligido.

Aquí vamos... — suspiré tomando con mis dedos el puente de mi nariz mientras cerraba mis ojos candado.

Hoy dormirás afuera.

Puta madre, Jimin.

Solo bromeaba. — una risilla nasal se oyó a través del celular.

De repente, escuché como el sonido de un auto se adentraba al sitio. Ese sonido, ese motor se me hacía tan familiar. Cuando por las puertas atravesó un auto, uno que conocía desde pequeño, me quede estático en mi lugar.

Clandestino𒊹︎ᴊᴊᴋDonde viven las historias. Descúbrelo ahora