— Hemos podido identificar el auto.
Mi progenitora y yo nos miramos de reojo en alerta y complicidad. Mi madre, quien se encontraba a un lado mío sentada en un taburete, se inclinó aún más hacia el escritorio, obteniendo toda la atención de su parte hacia el oficial. Entornó sus ojos hacia el teniente.
Yo, por mi parte, sentía que hacer esto era en vano, algo insensato y estúpido. Quizás el idiota que iba en el auto no tenía la culpa de haberme atropellado; tal vez el conductor tiene problemas de vista, como miopía o algo por el estilo, y no pudo identificar a tiempo al incompetente mamut borracho que caminaba como zombie, perdido por las calles, sin cuidado alguno.
— Prosiga. — mi madre entrelazó sus dedos y descanso ambas manos arriba del escritorio atestado de papeles.
El oficial asintió, acatador.
— Tuvimos la suerte de que logramos registrar una de las cámaras de seguridad más cercanas de por allí. — comenzó a revolver dentro de un cajón lleno de folios, hasta que sacó un par de papeles con aires enigmáticos y novedosos, y los dejó frente a nuestros ojos. — Éste a sido el auto. — declaró, señalando con su índice al carro.
Cuando mis ojos avistaron la imagen impresa en el papel, tuve la impresión de que mis entrañas comenzaron a enredarse y como mi sangre hervía y corría por mis venas con fervor. Una inminente furia comenzaba a arraigar en mi cuerpo.
Conozco ese auto... ¡claramente conozco es puto auto! Es que estaba fuera de la casa de mis padres el otro día.
Todos nos encaminamos a mi casa -desgraciadamente-, aunque aún no comprendo por qué Miyeon no se va a su casa, es decir, vive justo al frente a mí hogar. No le cuesta demasiado irse.
No obstante, un auto, ese auto, estaba estacionado unos pocos metros más adelante. Visualicé una figura adentrándose al auto, y encendiéndolo, como si estuviese escapando de nuestra aparición.
— ¡Hey! Maldición... ¡ven aquí, maldito cabrón! — comencé a caminar dando grandes zancadas hacia aquel tipo, pero rápidamente se escapó, derrapando al salir a toda velocidad. Incluso, su carro era carente de patente. Demonios, ahora como lo localizaría para darle su merecido.
— Jungkook... ¿que mierda haces?
— ¿Conoces este auto de algún lado joven Jeon? — cuestionó el oficial con voz oficinesca, sacándome de mis pensamientos.
Apreté mis manos, convirtiéndolas en dos puños, en donde mis nudillos que tornaban paulatinamente en un color blando al ejercer demasiada presión.
— No.
No pienso que alguien más se meta en estos problemas, si razono a la perfección probablemente afirmando su pregunta los estimularía de forma incorrecta. No quiero que esta mierda perjudique aún más, tampoco quiero meter en esto a mis padres; sería como aumentar su odio y desprecio hacia mí por realizar fechorías por allí -cuando en realidad, no entiendo el porqué de todos estos sucesos-.
Mi madre entorno los ojos, se quedó observándome con suspicacia, apoyando su mentón sobre el dorso de ambas manos analizando mis expresiones faciales para encontrar alguna que me delatara. Posiblemente estaba sospechando de mí, pero evito en todo momento su mirada penetrante y me mantengo firme ante mi respuesta.
Inflo mi pecho con oxigeno.
— Entonces, no hay de que preocuparse. Nuestras patrullas ya están rondando por la ciudad buscando al fugitivo, cuando lo hallen no dudaremos en avisarles para que comiencen con el proceso penal. — aclaró el policía con seriedad, asintiendo a medida que hablaba.
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Clandestino𒊹︎ᴊᴊᴋ
FanfictionEsa necesidad de velocidad era lo que los volvía el uno para el otro. El destino los volvió a juntar, y no diría que fue pura coincidencia. Juntos seguirían teniendo la misma pasión por las carreras, y un secreto el cual iban a descubrir pronto...