d i e c i s é i s

2.6K 257 71
                                    

Luego de haber pedido mi capuchino, fui a sentarme en una mesa a esperar a Yoongi.

— Llevo mirando a este pastel con cara de cariño desde que entré a este lugar. — carcajeó y dio un pequeño sorbo a su café.

No obstante, sus ojos no se apartaron de mi rostro, pues podía sentir su mirada extrañada atravesar mi sien. No lo culpaba, debía tener una cara de haber perdido un sorteo para una entrada a un concierto de BIGBANG, y lo único que tenía ganas de hacer era acostarme en mi cama nuevamente.

Jungkook me traía muy preocupada últimamente, y me hacía replantearme infinidades de veces si era correcto el trato que le daba. Tan solo observarlo se notaba que, quizás, necesitaba contención y comprensión. Y yo lo único que hacía era molestarlo con comentarios sarcásticos e irónico, y tal vez eso cause un poco más de malestar en el.

— Kim Miyeon, ¿por qué tienes cara de haberse muerto tu gato? — bromeó con una sonrisa. Y aunque su comentario haya sido un tanto gracioso, mi rostro no pudo originar algo más que una simple mueca. Yoongi al ver que no abandonaba mi estado desanimado, apoyó ambos codos sobre la mesa y apoyó su rostro en sus manos, ahora en un contexto preocupado y comprensivo. — ¡¿Si se murió?! — exclamó apenado.

Fruncí mis labios extrañada al oír el grito que pegó.

— Lamentó tanto lo de tu gato, en serio lo siento. Pero si esto te pone un poco más feliz, conozco una persona que tiene mucho gatos y creo que no le importaría regalarte uno.

— No es necesario, yo...

— Ah, veo que eres una persona económica. Bueno, tengo otra alternativa, pero no se si te agradará verme pasear por tu cuarto arrastrándome en cuanto patas y maullando constantemente. — alzó ambas cejas con gracia, y aquello hizo que soltara una pequeña risita.

Yoongi sonrió como si estuviese orgulloso de haberme quitado aunque sea una ínfima risa. Oculté mi rostro detrás de mi cabellera oscura bajo su atenta y dulce mirada, ya comenzaba a sentir que mis mejillas empezaban a arder.

— Bueno, fue un placer hacerla reír y salvarla de su amargura, mi princesa. — canturreó con su sonrisa pactada en sus labios rosados. — Para la próxima vez que salgamos, te recordaré que no chupes limones. No me gusta ver tu cara de desconsuelo, princesa.

Arrugué mi nariz con dulzura. — ¿No te cansas de llamarme princesa? — reí avergonzada.

— ¿Acaso es malo recordarte que eres mi princesa? — se acercó un poco más a mí, mostrándome sus encías al sonreír. Quizás ahora me sentía un poco más animada, solo un poco, no exageremos.

Tapé mi cara roja con mis dos manos, completamente abochornada por las directas insinuaciones del chico. No acostumbraba a recibir tratos tan melifluos, y que Yoongi sea el dueño de ellos lo hacía aún más vergonzoso para mi.

Claramente podíamos apreciar que el chico tenía pintas de ser joven ruin y vicioso, pero eran sólo las fachas. Yoongi era un joven de lo más atento, gracioso e intenso -si de coquetear se trata-, es dulce y jodidamente atractivo también. Por Dios, ese sexy piercing negro estaba pudriendo mi dulce e inocente mente.

— ¿Donde has estado estos días? Has desaparecido sin dejar rastro. — decido cambiar el tema para disimular mi odioso sonrojo.

— Pues he ido a mi ciudad natal: Daegu. He ido a visitar a mi madre. Ella padece de una enfermedad, tuve que ir a cuidarla y visitarla de pasada. Hacía mucho tiempo que no la visitaba. — se deshizo de su tierna sonrisa e hizo una mueca.

— Oh, lo siento mucho, yo no sabía...

— Está bien. — interrumpió con una expresión tranquila. — Estamos tratando de recolectar un gran monto de dinero para poder costear un oneroso tratamiento para ella, pero la gente no es tan caritativa actualmente. Por eso asisto constantemente a las carreras, necesito llegar a esa numerosa cifra. — rascó su nuca con brusquedad, hice una mueca apenada por el. — Pero no vine aquí para hablar de mi desastrosa vida. Vine porque quería estar contigo... — tomó mis manos y las apretujó suavemente. — Pero resulta que algo está perturbando el ánimo de mi princesa. Cuéntame, ¿qué ocurre? Sé que no se trata por la muerte de un gato. — bromeó, por lo que carcajeé con gracia.

Clandestino𒊹︎ᴊᴊᴋDonde viven las historias. Descúbrelo ahora