v e i n t i u n o

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— Joder... — jadeé con extremo cansancio. Refregué mi mano contra mi cara.

Habían transcurrido alrededor cinco eternas y preocupantes horas desde que Jungkook había llegado al hospital totalmente inconsciente y con sangre brotando de su cabeza.

Sí, incluso llevaba las horas contadas con las manos, era muy agobiante.

Agradecía internamente a todos los ancestros que el muchacho no había sufrido daños muy graves, fue un milagro que no haya sufrido heridas complejas.

De todas formas, seguía siendo completamente abrumador todo este conflicto. Es decir, ¿qué otras cosas me esperan? Ya no me sorprendería que intenten matarme sin saber por qué y quién es el gracioso que causa todas estas mierdas.

Necesito tomarme algún relajante, tengo los nervios a flor de piel.

El reloj apuntaba a las siete y cuarto de la mañana, y notablemente me estaba pasando factura trasnochar con una preocupación latente a cada segundo.

Desde que Saeroyi confirmó que no estaba bajo ningún riesgo, me alivié un poco, llevaba sentada a un lado de Jungkook a esperar que despierte, sin poder dormir absolutamente nada; aunque, bueno, eso no se negociaba, seguía trabajando, no podía dormirme.

Mi colega me prometió que me cubriría para estar atenta a cualquier síntoma que presente Jungkook y para que esté cerca de él. Sabía que estaba muy preocupada por el muchacho. Probablemente se me notaba en la cara de muerta y exaltación. Ignorando eso, se lo agradecía de corazón, parecía un tipo muy fiable y muy amable.

El azabache estaba descansando muy plácidamente, mientras yo lo observaba en un estado de puro mutismo. Mis dedos tamborileaban en la camilla con frenesí, los nervios y ansiedad de que despierte y esté todo bien me estaban afectando de forma severa, y era muy notorio.

Huh, probablemente cuando él despierte maldecirá a todos a los que se encuentren allí. Odia los hospitales, según Jimin.

El sonido de la puerta tocar un par de veces me hizo pegar un pequeño saltito en mi lugar al distorsionar el abrumador silencio que había dentro de la habitación. Luego, se abrió la puerta levemente, mostrando a un Saeroyi con unas oscuras ojeras enormes y terribles, sin embargo me brindó una cálida sonrisa. Me conmovió.

— Miyeon, la señora Jeon te quiere en su oficina. Llévales el diagnóstico, ¿sí? — asentí, y dejando escapar un suspiro me puse de pie. Antes dirigirme directamente hacia donde me indicaron, observé por última vez a Jungkook con los párpados cerrados.

Estará bien, estaremos bien, pensé.

Camine por los angostos pasillos del hospital hacia la oficina de mi jefa.

Hablando de ella, había llegado completamente desesperada al saber que era su pequeño quien había sufrido un accidente ocasionado por un auto. Me llamó mucho la atención ¿sabes?, pensaba que ella iba a tener la misma postura que su marido -quién ni siquiera se había presentado aún-: qué era una basura, un desperdicio y un sinfín de monstruosidades más; pero al parecer no. No compartía los mismos pensamientos, y me alegraba un poco saber eso.

Toqué tres veces la puerta con mis nudillos, y luego de oír un "pase" del otro lado, ingresé a su oficina con lentitud.

— Buenos días, señora Jeon. — me incliné a noventa grados. — Oh... — Me sorprendí inmediatamente al ver que también se encontraba allí su esposo, por lo que tuve que inclinarme, pero esta vez con torpeza. Su mirada apagada sobre mi anatomía me causaba una sensación de nerviosismo creciente.

Desde la pelea del viejo con Jungkook, había cambiado un poco mi punto de vista sobre el señor Jeon. Antes había sido un hombre muy atento y cuidadoso, y más si se trataba de su hijo. Pero las personas cambian, claramente lo hacen.

Clandestino𒊹︎ᴊᴊᴋDonde viven las historias. Descúbrelo ahora