Capitulo 3

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Camila estaba  emocionalmente frágil, mal había podido sufrir por el luto, aun así tuvo que lidiar con la prisión y con el alejamiento abrupto de la persona mas impórtate en su vida: su sobrina.

Ella sabia que debería haber internado a su madre antes, pero aun era joven cuando ella se enloquecía y agredía a las chicas. Si ella pudiese volver el tiempo atrás y modificar  sus ultimas semanas, con certeza lo haría.

De alguna forma ella culpaba a su madre por haberla acusado, ella sabia que aquella era la enfermedad hablando y que probablemente Sinu, después de ser medicada, no recordaría lo que hizo. Siempre era así.

En cuanto Camila refregaba su cuerpo, ella recordaba que su madre daría la vida por sus hijos. Si cuando ella estuviera medicada le dijesen que mato a su propio hijo, ella jamás se perdonaría. Camila sabia eso.

El barullo  de la puerta siendo abierta hizo que Camila se encogiera. Había encontrado a esta prisión un desastre: las presas tenía que ducharse con duchas una al lado de la otra y sin una pared para separarlas. Los policías apenas daban una hora de baño para toda la prisión, lo que resultaba en presas enpujandosse una a las otras para poder tomar un baño, acabando en peleas casi siempre, al final nadie gustaría de quedarse sin su baño.

Una falta de respeto para las presas era que, al final las líderes tomaban largos baños y nadie se atrevia a tocarlas o expulsarlas, perdiendo una posible ducha.

Camila tuvo la suerte de poder entrar cuando uno de los baños estaba mas vacío y agradeció mentalmente por haber conseguido poder tomar un baño.

Sus ojos vieron que el ruido en la puerta había sido de otra interna. Era blanca, cabello azul, ojos azules también, y muy hermosa a sus ojos; Parecía tener treinta y tantos años, parecía ser todo lo que ella no era.

Pero Camila nunca había juzgado a nadie por su color, por lo que cerró la ducha tan pronto como vio a la chica. No quería problemas, y sabía que estar a solas con alguien podía significar eso, ya que Maggie dijo que muchas de ellas la estaban mirando.

- Eres la novata, ¿no? - preguntó la chica y Camila asintió, tomando su toalla y abriendo su plástico, luego envolviéndolo en su cuerpo.

- Sí - dijo Camila en un tono normal y la otra sonrió.

- Oh, no la necesitarás. -- La chica dijo, aproximándose y intentando tirar la toalla del cuerpo de Camila.

La menor agarró su toalla con fuerza, pidiéndole a Dios que apareciera alguien, si alguna policía la escuchase si llega a necesitaba gritar.

- ¡No hagas esto difícil! - Dijo la otra apretando la mandíbula y Camila sintió que le temblaban las manos. No podía ser violada en aquella altura de su vida.

- Por favor déjame ir. - Camila pidió, no en un tono suplicante o que aparentaba estar asustada, porque sabía que el miedo mostraba a los otros que ya habían ganado.

- Tengo quince mujeres siguen mis ordes aquí, no querrías faltarme al respeto, ¿verdad? - Preguntó, tirando con todas sus fuerzas la toalla de la mano de Camila y tirándola al suelo, empapándola. Las manos blancas acariciaron la piel de la cintura de Camila antes de que llevarán un golpe en las manos.

¿Por qué nadie más entraba en esa mierda? ¿será una orden de aquella ogra en su frente?

-- No me toques. -  Camila dijo irritada y la mujer se echó a reír, quitándose la camisa y haciendo que Camila tragara en seco.

- Mira aquí…- dijo,  haciendole una trabada a Camila y haciéndola resbalar y caer de rodillas. El suelo resbaladizo no la ayudó a mantener el equilibrio. Se levantaría, pero las manos en su cabello empujaban su cuerpo hacia adelante, haciendo que sus senos y barriga tocaran el piso. Sintió a la mujer sentarse en su espalda. - Vamos a tener sexo aquí en está mierda y gemirás tan fuerte mismo que no te guste, ¿me estas escuchando?

- No.- Dijo Camila, sintiendo la tensión en su cabello apretarse. Una de las manos de la mujer se deslizó por el costado del cuerpo de Camila, pero el sonido de la puerta llamó atención de ambas.

Camila tragó saliva y se sonrojó cuando vio que la dueña de los ojos  esmeralda era la persona que estaba frente a ellas, fulminado con los ojos a la persona que estaba encima de Camila.

- Beatrice ...- Lauren dijo con su tono frío y seco.

- Estaba ayudando a la novata porque se cayó. - Dijo la mujer, levantándose. - ¿No fue así, novata? - preguntó la chica mirándola intensamente y Camila tragó saliva asintiendo. Sabía que los bocones no duraban en las cárceles, el cuerpo siempre era encontrado con algún aviso sobre haber abrido la boca, sin embargo el culpable jamás aparecía.

La dueña de los ojos verdes miró furiosamente a Beatrice sin siquiera pestañear, volviendo a mirar a la chica.

¿Cómo había dicho Maggie que se llamaba? Laura? Lana? Lauren? Eso! Lauren Pensó Camila.

Los ojos verdes se entrecerraron hacia Beatrice, que se cruzó de brazos y sin dejar de mirarla.

Lauren dio un paso adelante, y aunque era más baja que la otra, no parecía intimidada. Sus ojos brillaron. Estaban teniendo una batalla intensa de miradas y Camila asistía  todo desde el suelo.

Hasta que la más alta parpadeó y suspiró, bajando la cabeza.

- Me ducharé en otro baño. - Beatrice dijo, y la otra asintió seriamente, sin enbosar nada más que una mirada intimidante.

Camila se levantó tan pronto como la mujer volvió a ponerse la camisa y sacó la toalla empapada del suelo, mirándola con plena conciencia de que se mojaría. Sería imposible limpiarla.

- Eso se queda conmigo, ¿no? Me encantó el regalo. - Lauren dijo con la mandíbula apretada, sacando la toalla envuelta de la mano de Beatrice tan pronto como la mujer se estaba llendo.

- Por supuesto. -Ella respondió con la mandíbula apretada. - Puedes quedartela. - Termino, saliendo del baño con pasos duros.

Los ojos marrones se abrieron un poco sorprendidos al ver a la otra estirando su toalla seca.

- Gracias. - Camila dijo, viendo a la chica asentir tan pronto como Camila tomó la toalla de su mano. La más pequeña rasgó el plástico y retiró la toalla, envolviéndola alrededor de su cuerpo.

Sus ojos acompañaron a la otra  quitarse la ropa: además de hermosas curvas, sus senos eran medianos y sus pezones eran rosados.

Maldita sea! ¡Camila amaba los senos! Eran su punto débil.

Después de los largos segundos de mirar sus pechos, ya no estaba concentrada en la desnudez de la otra persona, estaba apenas lo suficiente perpleja, al final había sido ayudada por ella.

- Yo ... me llamo Camila. - Se atrevió a decir, al ver esos inquietantes ojos esmeraldas mirándola.

- Bien por ti, pero no recuerdo haberte preguntado tu nombre. - Camila se sonrojó y respiró hondo.

- Perdón. - Ella pidio torpemente. -- Permiso. - Dijo, saliendo y tomando el uniforme limpio en la puerta del baño con la policía.

Su primer día ya casi fue violada. Wow.  Solo faltan 179 días.

Presa Por Casualidad - Camren [Traducción]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora