Capítulo 20

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Mientras aterrizaba Fire en medio del círculo de piedra, Mérida suspiró mientras miraba a su alrededor muerta de miedo. Pero ella no lo estaba mostrando. La última vez que ella estuvo aquí, fue cuando se dieron cuenta de que Mor'Du no era solo una historia y que él era tan real como ellos.

—Este círculo de piedra está justo en el corazón del territorio de Mor'Du. Papá siempre había escuchado las historias del oso demonio Mor'Du. Pero nadie le creyó, no creo hasta que estuvimos aquí un día. Era mi quinto cumpleaños. Pasé el día aquí, y luego ...—Incapaz de terminarlo, Mérida cerró los ojos y respiró hondo.

Alcanzando y tomando su mano, Hipo suspiró.

—Vamos a las cataratas, ¿de acuerdo?—

Sonriendo y asintiendo con la cabeza, Mérida miró a su alrededor con ojos nerviosos nuevamente.

—Sí, me sentiría mucho mejor hablando de él si estuviéramos donde él no pueda llegar a nosotros—Luego tocó a Fire y se lanzaron al cielo. Justo cuando estaban sobre los árboles, ella se estremeció cuando escuchó un fuerte rugido proveniente de ellos. Mirando hacia abajo se congeló cuando sus ojos se abrieron.

—¡Mor'Du!—

Levantando la vista cuando ella pasó junto a él y Chimuelo, Hipo la miró con los ojos muy abiertos

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Levantando la vista cuando ella pasó junto a él y Chimuelo, Hipo la miró con los ojos muy abiertos. Mirando hacia abajo con una mirada fulminante al oso grotesco que estaba en medio del círculo de piedra, entrecerró los ojos.

—Así que ese es Mor'Du. No es de extrañar que asuste a alguien— Dándose la vuelta, insistió a Chimuelo a seguir.

—Vamos amigo, vamos a alcanzarlos—

Empujando a Fire con fuerza, Mérida suspiró mientras aterrizaba en las cataratas y cayó sobre ella mientras respiraba hondo. Mor'Du era la única cosa en el mundo que la aterrorizaba más que nada.

—Me alegra que hayamos volado antes de que nos alcanzara—

—¿Estás bien?—

Girándose para ver a Hipo bajar de Chimuelo, Mérida suspiró mientras se deslizaba de Fire. En este momento, después de ver a Mor'Du allí, quería correr hacia él, pero no sabía quién podría o no estar mirando. —Seré....—

Dándole a Chimuelo una mirada y cuando él solo asintió, Hipo extendió la mano y agarró a Mérida mientras retrocedía desde el borde para que nadie pudiera verlos, luego la abrazó.

—¿Estás bien Mérida?—

Respirando profundamente mientras las lágrimas caían de sus ojos, Mérida se aferró a él mientras cerraba los ojos.

—¿Estás seguro de que esto es ...—

—No hay nadie aquí arriba y Chimuelo está atento. Su nariz es mejor que la mía, así que nos avisará si viene alguien—Luego movió una mano hacia su cara y la hizo mirarlo.
—¿Mérida?—

Un favor a un amigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora