Capítulo 28

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De pie al lado de Estoico, Hipo de pie al lado de Mérida, una chica llamada Astrid al otro lado. Los niños y Elinor estaba escondidos en el castillo. No pensaron que iban a comenzar la pelea en ese momento. Pero por si acaso no se arriesgaba con su familia.

Y antes que él estaban Macintosh, Dingwall, MacGuffin y sus hijos. Dingwall y MacGuffin también sabían jugar como si estuvieran enojados. Solo para ver qué iba a hacer Macintosh. Finalmente, Fergus respiró hondo mientras intentaba relajarse. 

—A la luz de la nueva información que me trajeron. Y una larga conversación con la princesa Mérida. Elinor y yo hemos decidido que estamos cancelando los juegos. Todos ustedes pueden irse a casa-

Apuntando directamente a Estoico, confiando en que tenía la ayuda de los otros clanes como habían planeado esa primera noche, Macintosh no ocultó su mirada ni la ira en sus ojos. 

—¡Te culpo, Estoico! ¡Tú y ese chico tuyo! No creas que ninguno de nosotros notó que él está justo al lado de ella en este momento. Todo esto es solo para sacarnos del camino para que ustedes dos puedan casarlos. tan pronto como nos hayamos ido!—

—¡Tonto, viejo tonto!—Cruzando los brazos, Estoico suspiró mientras cerraba los ojos. —Incluso si quisiera hacer eso, claramente no conoces a Hipo. Él no lo haría si realmente no la amara. Eres tan estúpido como eras en ese entonces—

Volviéndose hacia Mérida, Fergus suspiró.
—Ve con tu madre ahora, niña. Tenemos algunos problemas que tendremos que resolver en este momento y no te quiero aquí—

—Esta bien—Girándose y pasando junto a los otros Lores, Mérida tenía los ojos cerrados. Ella sabía que no la tocarían. Estaba contenta de que después de esto, pudiera decirle a Hipo lo que dijeron sus padres, y podría ser ella misma sin importar con quién estuviera.

—¡De ninguna manera!—

Girando y poniendo a Mérida detrás de él, Hipo se quedó sin aliento al ver que Macintosh tenía su brazo alrededor del cuello de Astrid con un cuchillo. Parpadeando, se quedó allí parado. 

—No pienses que eso te va a hacer ningún bien allí. Todo lo que va a hacer es terminar lastimándote—

—¿Por quién? ¿Tú? ¿Uno de ellos?— El joven Macintosh lo fulminó con la mirada mientras miraba a Estoico y Fergus. —A menos que quieras su sangre en tus manos, es mejor que te cases conmigo ahora mismo. O le cortaré el cuello. ¡Me niego a perder con nadie!—

Pero cuando la risa de Estoico estalló, Hipo y el resto de ellos que tenían dragones, Macintosh solo miró a su alrededor

—¡No estoy jugando aquí! ¡La mataré!—

De pie, con plena fe en su esposa, Eret suspiró mientras se cruzaba de brazos y se movía para pararse unos metros delante de ellos. 

—Primero hombrecito. Mi esposa puede cuidarse sola. No sabes nada de ella aparte de que es una chica y por eso, te hará sentir dolor. Y segundo, si tuvieras que lastimarla, no podrías sobrevivir—

Mirando a los ojos de este gran chico, Macintosh no se movió. 

—No me importa qué tipo de amenaza vacía haces. Ninguna mujer puede ser fuerte. Las mujeres son débiles sin importar qué. Algunos tienen un temperamento que puede ser domesticado con algunas palizas. Fin de la historia. Ahora ... —Pero luego jadeó cuando sintió una mano en la muñeca con la que sostenía su cuchillo. Mirando hacia abajo, sus ojos se abrieron de par en par cuando la chica que sostenía lo alejó de su cuello. —¿Que demonios?—

Una vez que su mano estuvo lo suficientemente lejos, Astrid le devolvió el golpe y lo hizo tropezar, volteándolo sobre su cabeza y golpeándolo contra el suelo mientras su esposo se movía y se colocaba entre ella y su padre y los hombres que tenía allí para detenerlos. Girando su brazo haciéndolo aullar de dolor, ella lo giró hacia su estómago y le pisoteó la espalda. 

Un favor a un amigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora