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Esa voz hacía que Hayle se desespere, su piel se erizo, y sus ojos se llenaron de un brillo explendido.

—¿Jungkook? —ella sonrió, y el por milésima vez, se perdió en ella, pero no le dijo que dejara de hacerlo, y  el solo la miraba, parpadeando lentas veces, y una leve sonrisa se formó en sus dulces labios.

—No, soy Justin Bieber.

—Chistoso, ¿que haces aquí?

—Vine por ti. —sonrió.

—Tengo recuperación.

—Es mentira.

—Es ver..

—Es mentira, les dije a tus amigos que te dijeran eso, para que estés conmigo.

El corazón de Hayle late a mil por hora, su boca estaba levemente abierta, y sus mejillas ardían por lo rojas que estaban. —¿P-porque?

—Tengo algo para ti. —Jungkook tomo las manos de la muchacha, y la jalo para salir del salón. —¿A donde me llevas?

—A mi casa. —Jungkook le había sonreído, y eso hizo que Hayle también se perdiera en el. Ambos se embriagan con la sonrisa del otro. Pero Jungkook sólo piensa en la apuesta.

—¿A tu casa? —preguntó un tanto confundida.

—Si a mi casa. —sonrió—Mi madre pedirá pizza, y se que te encanta, ¿aceptas?

Entonces otra vez, Jungkook había invitado a salir a Hayle. —Uhm, es que..

—No aceptare un no. —la interrumpe—¿Entonces para que me preguntas?

—Vamos. —alzó sus brazos, y caminaron hacia la casa de Jungkook.

Mientras caminaban, rotaba un silencio muy profundo, haciendo que Hayle se incomodara un poco. Daban pasos leves, y Jungkook se acercó a ella, rozando su brazo con el de ella. —¡Hueles genial! —Jungkook sonrió, y ella solo bajo la mirada, formando una sonrisa, y sus mejillas se tornaron rojizas como de costumbre.

Jungkook con su dedo pulgar, aplastó la nariz de ella, causando que ella levante su cabeza y un leve chillido se escape de su dulce boca.

—¿Te encanta molestarme?

—Quizás.

—Quizis.

Mientras caminaban a la salida del instituto, varias chicas miraban como si fueran fans de el, babeando por cada detalle de Jungkook. Gritando cuando sonríera.

—¡Ay! Que fastidiosas. —Hayle se puso un poco molesta, por el montón de chicas que se acercaban.

—Que esperas. Muchas apetecen por mi.

—Ni que fueras comida. —sonrió.

—Agh, me refería a que están locas, sin excepción de nadie. N a d i e. —mientras lo decía, alzaba sus cejas, mostrando su ego, que por cierto, este era inmenso.

—Ahora resulta que soy Nadie, Park Nadie.

—Intentas decir que tu eres la excepción. —Jungkook se detuvo para posar frente de ella, infiltrado miradas.

—Si. —afirmó. —Jaj, no te creo.

—Creeme, por que es así, Jungkook. —cruzo sus brazos, mirándolo fijamente.

—No, estoy convencido de que no. Vamos admitelo.

Seguía frente de ella, las manos de Hayle bajaron, hasta su estómago, jugando con ellas, estaba demasiado nerviosa. —Que no, digo.

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