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Jeon Jungkook.

Me sentí muy bien que me alagaran. Hayle suplicó que suba a su habitación, no tenía nada que hacer ahí, entonces me dirigí a su habitación, subiendo las escaleras, con mucha amabilidad.

Mientras entraba a su cuarto, no era muy difícil de encontrarlo, tenía su cuarto de color rosa, y olía a Hayle, habían varias fotos de ella en su espejo, había una en especial que me había gustado.

Estaba ella con un vestido rojo, pegado al cuerpo, no estaba muy maquillada, solo tenía un poco de brillo, parecía una modelo, tenía una cartera en la manos, una de sus piernas estaban alzadas, al igual que sus brazos, mostrando en sus manos, un "2" y dejaba que su cabello esté al aire.

La fotografía era demasiado bonita. La tomé un rato para observarla mejor, mientras la veía, pude notar mucha felicidad en esta. Camine un poco, y choque contra la cama. La cama tenía sábanas rosas igual, las paredes estaban decoradas con estrellas. Camine un poco más, y había otra foto, de ella y su familia. Observaba cada detalle de este, y vi que un rincón, estaba mi saco, el que le había dado hace algunas semanas.

—¡Ay que fastidio! —su voz se estaba acercando, me sente de inmediato, en mis manos estaba esa fotografía, y sin pensarlo la guarde en unos de mis bolsillos para luego dejarla en su lugar. Hayle había entrado, un poco roja, y sudada.
Entró cerrando sus ojos, y dandose un fuerte golpe en su espalda contra la puerta. —¡Ah! —suspiro muy fuerte.

—¿Todo bien? —pregunte.

Abrió muy rápido los ojos. —Si, si, todo bien. —volvió a sonreír, haciendome automáticamente que igual sonriera.

—Oye, seguro..

—Si, si quiero.—respondí.

—¡Ash! Tu nunca me dejas terminar. —chilló.

—Menti..

—Verdad, ya callate, y empieza a explicar de tus números. —reí, estaba un poco enojada.

—Tu no me dejaste terminar de hablar esta vez, dale, siéntate y logra entender.

Sacó sus cuadernos, y unos lápices. Abrí cada uno de estos para enseñarle como debía resolverlos.

**

Cada vez que le explicaba algo, ella se distraía con cualquier cosa, llegue a fastidiarme un poco, pasamos como dos horas, y nada que entendía.

—Me siento un idiota explicandote para que te pierdas en cualquier cosa. —hable un poco duro.

—¡Hey! ¿Acaso yo te dije que me enseñarás? —respondió, reí, se ve muy graciosa cuando finge enojarse.

—Solo atiende.

—No puedo atender si no como algo. —hizo un puchero. —Bajemos, comamos algo, y después te juro que prestarte mucha atención.

—Esta bien, pero..

—Vamos.

Salimos de su habitación, su casa estaba totalmente vacía, su madre y sus primos se habían ido. —¿Donde demonios están todos? —miro por todas partes.

—¡Mamá! ¡Papá! ¡Jimin!

—No hay nadie, no grites más.

—Callate que es mi casa. —chilló.

—¡MAMÁAAAAA!

Sus gritos me desesperaban, y por más que le diga algo, no se callaba, tome la última opción, de taparle la boca con mi mano. —Ca lla te.

No soltaba su boca, al fin se había callado, que insoportable.

—¡Que asco, porque hiciste eso! —Hayle había lamido mi mano para que la soltara.

Soltaba muchas carcajadas. —¡Mam..

La mire enojado.—Ya, me callo. —sonreí—pero no por ti, si no que me dolió la garganta.

—¿Comeremos algo?

—¿Tienes dinero? —preguntó.

—Si, ¿por?

—¿Y, si no se.. pedimos pizza? —puso sus manos juntas, y sonrío mostrando sus dientes, y arrugando su nariz. —Esta bien me convenciste.

—¡Yes! —salto, es demasiado niña, cuando la molestaba era muy fría, y rara, ahora la veo cálida, y tan, tan frágil.

..

—Gracias joven, tenga su vuelto. —asentí y cerré la puerta, la pizza había llegado, Hayle estaba muy feliz. —Y tu, ¿Qué comerás? —bromeó.

—¿Perdón?

—Si, yo comeré la pizza, ¿y tú? —la cara de ella era muy épica. —Tranquila, solo bromeo.

—Eres muy malo.

—Te compre una pizza, y eso que a mi me desagrada. ¿Eso es malo?

—Entonces supongo que.. Gracias.—volvió a sonreír, con esa me contente.

Empezamos a comer, aunque no me gustara, tenía que comer algo, su ropa se había manchado con una de las salsas. —¡Agh! Me iré a cambiar, ya vuelvo.

Subió las escaleras. Genial a este paso ya gane la apuesta, ojalá y caiga rápido para dejar de fingir ser quien no soy.

Hayle apareció, estaba con un buso celeste hasta el cuello, y un jean negro, con un cinturón rosado, a esta chica le gusta mucho el color rosa. —¿Que tengo? —preguntó.

—Nada, nada. —respondí nervioso, quería tomar un poco de agua, y estaba temblando un poco, y por error, esta se regó en todo mi uniforme.

—¡Aaaaah! —grité.

—¡JAJA! Eres un gran torpe.

—Callate, ¿ahora que hago? —chille.

—¡Ya se! —subió muy rápido, cuando bajó, traía el saco de mi uniforme que le había dado. —Tengo tu saco, pontelo y ya.

—No lo quiero. —me retire el saco mojado, y para quedarme con la camisa.

—Pero es tuyo.

—Ahora te pertenece. —sonreí.

—Pero si..

—Ahora es tuyo, mejor dame otro buso tuyo, pero grande, porque si no, no me tapara nada.

Hayle viró sus ojos, y volvió a subir las escaleras corriendo. —Este es el más grande, también tengo un amarillo pero nah. —debía de imaginarlo, trajo un buso muy grande, demasiado grande para una niña muy chiquita, y este es de color rosa.

Hayle estaba agitada, de tanto subir y bajar las escaleras, y quería molestarla un poco.

—Mejor trae el amarillo. —Hayle frunció el ceño muy enojada. —Tranquila era broma.

Golpeó muy suave mi pecho. —¡Auch me vas a matar! Tu golpes no son nada.

—Ay aja, algún día te dolerá muchísimo. —cruzo sus brazos.

El que te hará muchísimo daño, sería yo.

—¿En que piensas? —preguntó Hayle.

—Qué tu buso huele muy bien. —mentía, pero a la vez no, su buso tenía el mismo olor de ella, sentí que la tenía muy cerca, demasiado diría yo.

—¿A que huele? Esque todos me dicen que huelo super rico, pero sinceramente yo no huelo nada. —reí.

—¡Jajajaja! Eres muy torpe, Park Hayle.

Feelings. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora