Dimitris se levanta de la cama y me deja recostada unos minutos, él va hacía el baño, yo no me muevo ni un centímetro, primero porque aún me cuesta, no sé del todo lo que acaba de suceder, estoy recuperando el aliento, no quiero moverme, no sé ni siquiera que es todo lo que acaba de pasar.
—¿Estás bien? —pregunta viniendo desde el baño, él aún sigue vestido.
—No lo sé, me siento algo extraña.
—Es normal, es tu primera sesión.
—¿Y también es normal que me haya afectado que te hayas ido dejándome medio desnuda?
Dimitris sonríe y se acerca aún más a mí. Me pide que me siente y que acomode mi ropa. Además, me quita el collar y lo guarda en su pantalón.
—Es normal, te repito es tu primera sesión y tenía que limpiarme. Veo que no te encanta que me vaya porque bajas la guardia, así que lo tendré en cuenta.
Me termino de acomodar mi ropa, le digo que, si por fin puedo usar mis bragas y el asiente, voy hablando con él.
—No sé porque me pusiste tan mojada tan pronto. Esto nunca pasa.
—Te repito, estabas excitada desde que saliste de casa y tu cuerpo ya no podía resistirlo.
—Yo no suelo tener un orgasmo tan sencillo, esto... ni siquiera lo considero una sesión yo...
—No todas son lo que tu piensas que siempre será, hay tres placer, entrenamiento y castigo, en este caso era placer, ¿cómo puedo castigarte tan pronto si apenas y nos estamos conociendo?
—Podría suceder, tal vez yo me hubiera portado mal.
—Bueno, tendríamos una sesión de castigo, pero no está.
Regreso a la cama y el queda muy cerca de mí.
—Sabes que tendremos una agenda complicada, ¿cierto?
—La tuya estará más.
Sonríe y se levanta, toma su celular y me pide mi correo, yo le doy el que uso para la Universidad y en apenas unos segundos recibo un correo.
—Quiero que lo platiquemos, pero no aquí, cerca hay una plaza y un café, tal vez ahí quieras hablar.
—¿De esto?
—Es algo normal, si abres tu correo lo descubrirás.
Sonrío y me ofrece la mano para levantarme, lo hago, toma apenas algunas cosas y salimos. No suelta mi mano y me hace sentir algo extraña su contacto, es completamente diferente de como llegué a como me estoy yendo.
Me siento una persona diferente, hemos caminado por un pequeño parque y ha conversado conmigo de lo que desea que haga mientras esté en casa, ya sé por dónde va, ya sé a qué se refería control mental, y creo que no me desagrada.
—¿Y por qué México? —dije, estamos entrando a un centro comercial, uno que yo conozco bastante bien—. No lo digo porque no sea maravilloso, mira que a mí me encanta, pero si me parece extraño.
—Pensé en Italia en primera instancia —nuestras conversaciones mayormente son en inglés, él se expresa mejor y a mí me ayuda bastante-, pero no sé qué tanto me ayudaría. Aquí la certificación es internacional, el programa educativo me pareció bastante bueno, de excelencia, me permiten seguir con inglés como idioma principal y hacer le tesis en el mismo idioma, ya que siento una universidad en habla español no es tan común, pero la modalidad se agradece, y lo más importante me permite conocer el lugar donde se hace el tequila.
Sonrío ante su comentario, seguimos tomados de la mano. No me suelta y me estoy acostumbrando a su contacto.
—El tequila gana la partida a todo lo demás que hayas dicho —rió el también—, me alegra que hayas elegido venir hasta acá. ¿Cuánto tiempo te quedarás?
—Estoy determinando eso, es posible que 6 meses o 1 año, pero depende de la maestría, porque esto es de tiempo completo lo cual hace más corto el proceso.
—Pensé que ya lo sabías.
—Son detalles técnicos, porque todo depende de cuando y donde presente el trabajo de tesis y a veces se empalman cosas, ¿recuerdas tu salón equivocado? —yo sonreí y asentí—. Bueno por esas cositas.
—Puedo mostrarte en ese tiempo la ciudad.
—Me encantaría que lo hicieras necesito más lugares a donde ir y salir, me pierdo un poco, esto es muy grande.
—Bueno ya conociste una mazmorra que en mi vida pensé estaba en esa casa, así que vas por buen camino.
Vuelve a sonreir y lo confirmo, ese es el motivo por el que acepté, da confianza, sabe lo que hace y sonríe porque lo sabe. Su rostro me da confianza.
* * * * *
Terminamos en Mc'Donals pidiendo una hamburguesa, pasamos de la comida de restaurant a esto, me deja pagar lo mío y me siento mejor por ello, no me dejó invitar aún, pero voy en ganancia. Hay cosas de las que quiero platicar con él y quiero conocer, pero la primera me impacta.
—Si tengo pareja, está en Karditza que es mi ciudad.
—¿Y planeas casarte con ella?
—Ya veremos, todavía no es el momento de hablar de ello, primero porque estamos hablando de ti y de mí. ¿Tú tienes novio?
—Es complicado —digo suspirando—. Dejémoslo en un no.
—¿Complicado? —el asiente—. Tranquila no lo pregunto por mí, al contrario, es por ti, puedes tener problemas con tu relación por esto.
—Cuando exista un "sí hay", te lo diré, me dijiste que la confianza es importante, y así lo haré.
—¿Tienes hora de regreso?
—Sí, antes de las 11.
Dimitris ve el reloj y me observa.
—Ve a casa, marcame a skype, hablaremos mucho más tiempo, hoy fue un buen día y necesitas descansar.
Me toma de la mano y me entrega el collar, ni siquiera había visto que lo había sacado de su pantalón.
—Lo usarás todas las noches y en todos los momentos en los que estés sola, soy consciente de lo que vives en familia. No es momento de presionar con este tema, después compraremos un collar que no te quites, pero este no es, tengo por seguro. Este es solo de entrenamiento.
—¿Cómo puedo llamarte cuando estemos así? No como Amo y sumisa.
—Lo dejo a tu consideración.
Acepto y salimos del lugar, pensé que me iba a pedir un taxi para que me fuera, pero me acompaña, así que nos vamos juntos, como vamos conversando en inglés no siento pena con el de nuestra plática y me está provocando. Así que mi cuerpo recibe todo con gusto. Esto me está gustando.
Llegamos a casa y me ayuda a bajar, una vez que se asegura que entro el taxi se retira, y como lo dijo pasamos la noche hablando, he aprendido cosas de él y fue bueno, creo que me gusta ese aspecto. Me está gustando esta faceta de mi amo.
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Mi historia con el griego ©
Storie d'amoreEditando y escribiendo. Próximamente su final. En la vida existen amores que se aferran a tu corazón, sin importar cuánto daño te hayan causado, simplemente porque los recuerdas con cariño. Dimitris Papadopoulos fue uno de esos amores que se adentra...