Bajo las escaleras casi que corriendo, por alguna extraña razón la alarma no sonó y se me está haciendo tarde. Mejor forma de empezar el día no hay.
Piso el último escalón y entro en la cocina. Trato de no pegarme con la pared que divide las escalera de la cocina y la esquivo lo más rápido posible.
-Vas tarde -la voz de Dylan llega a mis oídos. Ruedo los ojos con molestia.
-Si no me dices ni me doy cuenta hermano -tomo una manzana y salgo corriendo. Tomo mi bolso y lo acomodo sobre mi hombro. Este día está empexando de lo peor.
-¿No vas a desayunar? -Niego ante la pregunta de Dylan. Si desayuno pierdo la primera hora de clase.
-Con suerte llegaré a tiempo para la primera hora -me despido con la mano y salgo corriendo de la casa.
El viento frío de la mañana golpea mi rostro, ciertamente está sensación es agradable, pero no me puedo permitir disfrutar esto ahora. Las calles están llenas de autos, personas que van hacia sus trabajos, o que llevan a sus hijos a las escuelas. Es por esto que yo salgo temprano de casa, no me gusta cuando hay tanta gente en la calle, y menos si estoy apurada.
Llegó a las puertas de la universidad, no hay casi nadie aquí, corro por los pasillos, no hay mucha gente, los pocos que hay están caminando a sus salones con prisa.
Al parecer no soy la única que va tarde.
Sí llegó un minuto tarde ese profesor me va a cerrar la puerta en la cara. Es muy bueno explicando, pero muy extricto con los benditos horarios.
Trato de subir las escaleras corriendo, para mí mala suerte me toca en el último salón del último piso. En los últimos escalones casi me caigo de cara, pero me recompongo lo más rapido posible para evitar que mi cara se estrelle contra el piso.
Corro por el pasillo y veo la puerta abierta. Empiezo a dejar de correr y camino rápido al salón, entro y el profesor aún no ha llegado.
¡Gracias a Dios!
Dejó escapar una exalación, tengo la respiración agitada. Llevaba bastante tiempo que no llegaba tarde a algún lado y me desagrada llegar tarde justo hoy.
Busco con la vista mi asiento que es al lado de Lucas, suelto un quejido bajo y una mueca al notar que está sentado con Gabriel.
El levanta la vista que tiene sobre unos papeles y frunce el ceño, se levanta y se acerca a mí a paso casi que apresurado.
-Pensé que ya no vendrías -me da un suave beso en la mejilla, le doy una media sonrisa, aun estoy cansada. Fueron unas diez cuadras de mi casa hasta acá, no es un problema, al menos no cuando estas corriendo, pero justo hoy se me hicieron eternamente largas.
-se me hizo tarde -digo mientras camino a una mesa vacía, no hay nadie sentado en las sillas así que aquí me quedo.
-lo supuse, pero eso es raro en tí -es verdad yo no suelo llegar tarde. Hago una mueca, siento que se me olvida algo.
Ahora que lo pienso...
¡Mi celular!
Lo deje en la mesa de noche, anoche Dylan me lo devolvió cuando Lucas me dejó en la casa. Este día definitivamente va mal.
Miro a Lucas, el parece querer decirme algo, abre la boca pero justo entra el profesor y cierra la puerta detrás de él. Manda a sentar y a callar a todos los que están en el salón.
Lucas se va a regañadientes a su puesto y el profesor empieza con su clase.
Saco mi cuaderno para tomar apuntes, el profesor empieza a escribir en el tablero. Trato de mirar lo que dice pero justo esta tapando con su cuerpo lo que va escribiendo.
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60 Días para enamorarse /Pausado/
Roman pour Adolescents//PAUSADA// Emma y Lucas, son los únicos solteros en su grupo, no han conseguido pareja y sus amigos suelen burlarse de ello, Emma se ingenia un plan para que sus amigos dejen las burlas de lado, un plan que implica por mucho a Lucas, aunque, ¿será...