A veces sueño que te pierdo, como si no te hubiese ya perdido.
Y entre nubes grises te escondes como si fuera posible verte menos.
Y pienso en mi partida, esa que tendré que hacer para salvarme de esto que no entiendo.
De verdad desearía hoy con todas las fuerzas de mi alma,
si viera pasar una estrella apurada en un cielo escombroso,
verte con diferentes ojos y no tener que irme para olvidar eso que me aleja de los buenos minutos,
que ya deben ser horas.
Desearía también que pudieses ayudarme cuando las señales de la vida son tan claras que sólo tú podrías reconfortarme;
eres pecado y salvación, cielo e infierno, llegada por salida, lo que cambio por lo que pierdo.
Contigo todo es dolor del alma y vacío del cuerpo.
Cada que siento, mi corazón se enfierece y trata con el orgullo de una piedra.
Pero en el fondo sigue esperando, maldita sea, esperando con la más ridícula de las esperanzas,
que esta vez no tenga que salvarse solo y por su cuenta.
Caer a morir en otros brazos no suena tan mal cuando sientes que te corta,
o que el golpe es tan seco que no podrás volver a levantarte.
Y escucho tu voz cuando duermo, pero despierto, y no hay nadie, sólo evidencias de una mala fiesta.
La realidad me ha mantenido al rojo, una línea demasiado cerca a un negro del que no se puede escapar, ni mucho menos mirar atrás.
Me dueles tanto que si pudiera olvidarte lo haría.
Si la vida me diera una tregua, la tomaría no importa qué.
Vomitaría las cucarachas disfrazadas de mariposas,
borraría hasta el ultimo rincón de mi cuerpo en el que izaste tus banderas y dejaste regados tus recuerdos.
Tomaría todas las canciones que sonaron en el momento incorrecto y las haría renacer lejos de tu presencia,
y todos esos aromas que me transportan a lugares en los que te amé,
los limpiaría de miedos y cosquillas, quedarían puros y vírgenes de ti.
Me dueles tanto y tan adentro, que siento muchas ganas de demoler este templo del sufrimiento que soy,
aún sabiendo que no puedo empezar de nuevo.
Y es que es muy complicado aprender de un error que te queda imposible superar por ahora,
de un fantasma que no te deja de acosar y te hace pensar que el único retraso sería dejarlo marchar.
Te quiero tanto, y tu sonrisa solía hacerme mucho bien,
pero ya se me nota el cansancio y creo que a ti también.
Te quiero pero me dueles, de tal manera que para eliminar toda la agonía no basta con un arduo intento de cicatrizar,
tengo que dejar de intentar,
de verte,
no recordarte cuando trate,
y si, pudiera hoy mismo y tuviese la posibilidad: por completo olvidarte.
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Diario de un gran vacío
ŞiirLa tristeza te hace sentir vivo, el problema empieza cuando ya no sientes nada. Estás vacío.