La pesadilla

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-Mami cuéntame otra vez como era tu casa. - Mi mami me sonríe y me da un beso en la frente. – Pequeño Levi te he contado esa historia miles de veces. - Hago un puchero, siempre logró convencer a mi mami si hago esa cara. -Está bien mi pequeño consentido. Mis padres y yo vivíamos en una casa muy grande con muchas habitaciones. Sabes yo solía tocar el piano y lo hacía muy bien.- Mami siempre dice eso, y me muestra moviendo sus manos y dedos como se debe tocar el piano, me gusta que lo haga. Siempre que lo hace su rostro parece brillar.- Teníamos un jardín con las flores más bellas y siempre había personas que nos ayudaban a realizar nuestras tareas. Podías comer lo que quisieras a cualquier hora, había helado a montón. Tus abuelos son las personas más amables y cariñosas del mundo. -

- ¿Y si eran tan buenos contigo por qué los dejaste mami? - Mi mamá respira profundo y luego me mira. - Por amor, tu papi trabajaba en la casa de tus abuelos llevándonos de un lugar a otro. Nos enamoramos casi desde el primer momento en que nos vimos, y luego tanto amor se transformó en ti. En cuanto supe que tú vendrías a mí, tu papi y yo decidimos vivir juntos. Pero a tu papá no le agradaban tus abuelos y nos alejamos de ellos. Por eso ahora vivimos aquí, mi sol.-  

El pequeño niño en los brazos de su madre no entiende por qué sus padres decidieron cambiar una casa bonita, por un cuarto sucio y deteriorado, que huele a humedad todo el tiempo, donde incluso la luz del sol se niega a entrar. – ¿Mami y si papá te quiere tanto por qué siempre te grita y te golpea? - La mujer no puede evitar esconder la vista para que su hijo no pueda ver las lágrimas en sus ojos. – Por que a veces tú papá llega muy enfermo. – El niño sabe a que se refiere su mamá, cuando su padre llegaba oliendo raro con botellas en la mano, siempre se enojaba con su mamá, la regañaba y le pegaba. - Sabes que pequeño y adorable preguntón será mejor que te duermas. Te amo solecito. - La mujer procede a plantar un beso en la frente de su hijo, después de arroparlo bien.

Dos horas después, la mujer yacía sin vida en el piso del cuarto sucio en un charco de su propia sangre. Mientras su hijo de tan solo cinco años trataba inútilmente de despertarla. Su padre alcohólico, había llegado más molesto que nunca y , había matado a golpes a la mujer que un día amó más que a su propia vida. El hombre al percatarse de lo que había hecho, no pudo soportar la culpa y, ahora su cuerpo asesino colgaba de una soga que él mismo amarró de un gancho en la pared. Todo es agonía y dolor. Todo está sucio y huele mal. Levi ya no quiere estar allí. 

- ¡Levi! ¡Levi! – Una voz femenina penetra las tinieblas de la pesadilla del bibliotecario, lo están sacudiendo delicadamente. Por fin logra abrir los ojos, y frente a él está la otra Ackerman en pijama con la cara pálida debido al susto. - ¡¿Qué demonios haces en mi habitación Mikasa?! – La chica suspiró audiblemente y torció los ojos. – Estabas gritando como loco. Me asustaste. En una casa tan inmensa como esta los sonidos se multiplican por diez, patán. -La otra Ackermann se alejó molesta con dirección a la puerta de la habitación, que azotó al salir.

Llevaban viviendo dos semanas juntos y se habían acoplado perfectamente a los hábitos del otro. Para sorpresa de Levi aparentemente la otra Ackerman compartía muchas de sus manías. Se levantaba incluso más temprano que él, salía a correr, regresaba a entrenar cuarenta y cinco minutos, se duchaba, limpiaba cuidadosamente el baño, se arreglaba, desayunaba ligero y en estos días que aún no había disponibilidad de empleos, le preparaba también el desayuno a él y el almuerzo para llevar. Después de realizar los quehaceres de la casa iba por las compras del día. Aunque a Levi le agradaba la personalidad de la chica, no pudo evitar sentirse ansioso al despertar los primeros días y notar que su rutina había sido alterada, pues todo lo que él solía realizar ya estaba hecho por la otra Ackerman, así que para compensar el tiempo empezó a entrenar dos horas diarias. Sabía que se portó como un idiota por gritarle, pero desde que Hanji se fue nadie más que él entraba a su habitación.

Una novela para dosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora