Una novela para dos

El amor

Eren Jaeger
Comprometido
22 años
1.83 de estatura
65 kg

Estudiante del penúltimo año en Medicina en la universidad de Shiganshina, capitán del equipo de Natación.

Su venganza en contra del que un día fue su mejor amigo no resultó como él quiso.

Armin, Mikasa y él habían sido inseparables desde que se conocieron. Eren los quería como hermanos y confiaba en ellos mas que en ningún otro ser humano. Pero todo cambio el día que Mikasa sufrió un accidente cuando tenían doce. Ella había caído en un profundo pozo en medio del bosque y Eren fue el que la encontró. Mikasa al ser rescatada del pozo en lugar de correr y abrazar a sus padres, lo abrazó a él. Eren se enamoró perdidamente de ella en ese momento.

Soñaba con ella dormido o despierto. Era una obsesión, al grado de una enfermedad degenerativa que se esparcía por su cuerpo, sin que él pudiera detenerla. Pero nunca tuvo el valor suficiente para confesarle su amor, simplemente se bloqueaba cuando la tenía cerca. Nadie lo sabía, solo él, pero siempre creyó que era evidente lo que sentía por su amiga.

Así fue su vida, amando en secreto a su vecina. Hasta el día en que se dio cuenta que su mejor amigo y la mujer que amaba tenían algo.

Recordar ese fatídico momento aun le dolía como espinas en los ojos. Había sido poco después de que cumpliera dieciocho, las circunstancias se conjugaron para que por fin se diera cuenta lo que había pasado en su nariz todo el tiempo.

El abuelo de Armin había salido de viaje y a Eren no le agradaba quedarse con su amigo, pues era fan de un programa horriblemente aburrido que casualmente le gustaba también a Mikasa, y aunque Eren amaba a la chica jamás aceptó quedarse con Armin y ella, pues había veces que se les ocurría "hacer maratones" de ese absurdo programa. Pero sus padres no estarían en casa pues también había salido de viaje por su aniversario. Su hermano mayor Zeke Jaeger era un reconocido cirujano y les había regalado un costoso viaje al extranjero, y no regresarían hasta dentro de un par de semanas.

Así que mortalmente aburrido decidió que no importaba si se quedaba con Armin y Mikasa, pues ya el tedio no podría ser mayor. Todo transcurría con normalidad, se prepararon para descansar colocando sus bolsas para dormir, incluso Armin había puesto la suya, a pesar de que su cama estaba allí. Y todo salió perfecto pues quizás era su imaginación, pero Mikasa le sonreía de una manera muy especial. Con esa visión en mente no pudo dormir ni un poco. Así que unas horas después notó cuando Armin subía a su cama. Eren sonrió, clásico de su amigo, Armin no era el tipo de dormir en el piso. Pero su ánimo se fue al fondo del más profundo de los abismos cuando vio que su amada Mikasa se metía en la cama de su amigo. Era absurdo e ilógico, seguramente había sido un error. Pero empezó a escuchar risas en voz baja, mientras las sabanas se movían.

Eren sintió como si alguien hubiese metido una roca enorme en su garganta. Quiso salir corriendo de allí, quiso llorar, quiso golpear a Armin, pero en lugar de eso se quedo escuchando como las personas que más quería se movían una y otra vez debajo de las sábanas de la cama, hasta quedarse dormidos sin importarles su presencia. Y algo en él se quebró, quizás su cordura. Ese día todo cobró sentido para él. Por que Mikasa parecía tener más confianza con Armin, por que a veces los sorprendía mirándolo para que luego ambos se sonrojaran, porque decían que les gustaba ese asco de programa cuando era obvio que solo era una forma de ahuyentarlo mientras se revolcaban. Los odio y deseo que murieran junto con él. Rogó que la tierra se abriera en ese momento y se los tragara a los tres para caer en el incandescente centro del mundo y volverse cenizas.

Desde ese día algo cambio, él siguió actuando con normalidad, buscando la manera de vengarse de ambos. A Mikasa que siempre fue muy servil con él, la empezó a tratar como una esclava dándole tarea tras tarea. Ella siempre las hizo sin rechistar, la odiaba pero que siguiera actuando como si nada lo mataba lentamente.