La confusión

823 140 89
                                    

Levi salió de la oficina del rector después de solicitar, más como una exigencia, que le fuera devuelto su trabajo de bibliotecario en la universidad de Trost. 

El rector sabiendo que ese hombre frente a él ahora cabeza de la familia Ackerman, aceptó a regañadientes, pues ya estaba cansado de estar a las órdenes de ese poderoso apellido. Sin embargo, mientras el Consorcio Internacional Ackerman financiara tan generosamente la Universidad era prácticamente imposible negarse a cualquier petición proveniente de la familia, cuyo único miembro vivo estaba en su oficina.

Levi no se sintió victorioso, al contrario, estaba seguro de casi haber sido derrotado por un muchacho rubio que había usurpado su lugar en su ausencia. Sabia que era totalmente su culpa que Mikasa hubiera seguido adelante sin él, pues solo había usado la excusa de proteger a la otra Ackerman del dolor que parecia seguirlo a donde fuera. La realidad es que estaba muy asustado, el saber que en su vida había otra vez había alguien a quien amaba con todo su ser, lo aterraba inmensamente, pues no se creía lo suficientemente fuerte para proteger ese amor. Lo hacía sentir el niño que no pudo proteger a su madre de los golpes de su padre, el adolescente que no pudo ayudar a su Nana a no perderse en las neblinas de su mente, el hombre que no pudo evitar que su abuelo dejara de luchar después de la muerte de su querida abuela.

Simplemente decidió alejarse para protegerse del dolor, y dejar que Mikasa continuara su vida como si él nunca hubiera existido. Se concentró en los negocios de su familia, pero cada día que pasaba el dolor del que había tratado de huir, no solo no se iba, sino que se incrementaba hasta casi ser insoportable. Lo único que lo mantenía cuerdo, era el saber de la chica Ackerman, y al escuchar que ella sufría tanto como él, aunque le dolía, como el supremo egoísta que era, mantenía su fe en el amor que le profesaba Mikasa. Sin embargo, su decisión era firme, ella algún día encontraría a alguien que fuera digno de su luz, de su maravillosa personalidad y que tuviera la fuerza y el coraje suficiente para protegerla. Alguien que fuera mejor que él. O al menos eso creía, pues cuando Mike le comunicó que ese día había llegado no lo soportó. Su Mikasa iluminando la vida de alguien más. Su Mikasa ahora era la novia de Armin Arlert, ese chico flacucho y enclenque, que parecia al borde de un ataque de nervios todo el tiempo.

Levi se sintió un soberano imbécil, ese hombre que criticaba con tanta saña, era el protector de la mujer que él amaba, porque él fue muy cobarde como para asumir ese rol. La idea no solo era inconcebible sino tan absurda que de pronto comprendido el reverendo idiota que había sido. Su cobardía alejó a la mujer con la que siempre soñó compartir su vida. La chica Ackerman era parte de él como sus huesos, y al saber que alguien más había descubierto su tesoro y disfrutaba de la perfecta y maravillosa Mikasa lo vio claro, estaba aterrado si, pero no estaba dispuesto a perder por ausencia. Si su vida estaba condenada a la soledad, no sería porque el dejo de luchar a la mitad del camino. Pelearía. El todo por el todo.

Había regresado la semana anterior con Mike a Trost, y nuevamente se instaló en su casa. Que conservaba intacto el aroma de la mujer que amaba. El rey del orden y la limpieza no deseaba limpiar su hogar, para evitar que ese aroma se fuera y como si gozara del dolor que le provocaban los recuerdos de la chica Ackerman cambio su habitación a la que un día fue la de ella. Mientras aspiraba profundamente dentro de su nueva alcoba, se juró que reconquistaría a la chica Ackerman así se le fuera la vida en ello.

En la universidad ...

Mikasa estaba harta de tener que esconderse de todos los tipos que parecían esperar para invitarla a salir. Desde que había cambiado su estilo, chico tras chico, incluso una que otra mujer, la habían tratado de invitar a una cita de tono romántico. Ella no estaba interesada, pues no solo no deseaba involucrarse sentimentalmente con ninguno de los idiotas, que con frases estudiadas buscaban conquistarla, sino que su amor tenia dueño, aunque este no quisiera saber de ella. 

Una novela para dosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora