Una novela para dos

El compromiso

Levi Ackerman
¿Comprometido?
33 años
1.60 de estatura
65 kg de peso

Bibliotecario de la Universidad de Trost

Esta enamorado de su compañera de casa Mikasa Ackerman.

Ella acababa de tener un accidente que casi la aparta de su lado y lo entendió. La quería más de lo que pensaba o de lo que llegó a creer posible, en tan poco tiempo.

En tan solo dieciséis días la otra Ackerman se había colado en su vida. Llego como un tornado, arrasando todos sus esquemas. Derribando sus defensas. Volviendo posible lo imposible. Era una especie de amuleto contra la tristeza, la soledad, el hastío y el dolor. Con ella todo era alegría, compañía, diversión y luz.

Pero la situación ahora en especial no era lo que se dice la mejor. El padre de la otra Ackerman estaba frente a él con una mirada inquisidora. Levi jamás lloraba, ni temía, ni se quejaba, ni daba explicaciones, pero todo eso era parte de su antiguo yo, el antes de Mikasa. El nuevo él, el que cayó rendido ante la chica Ackerman, no tenía idea de prácticamente nada. Estaba en una situación completamente desconocida, pues en su vida adulta jamás se había sentido así frente a otro ser humano, como un niño que acaba de ser descubierto comiendo helado antes de la cena.

El bibliotecario tenía dos opciones: la primera, era confesar que todo había sido una mentira para poder saber de Mikasa. Aunque esa opción contaba con innumerables problemas adicionales que se debían explicar: por qué siempre la presentaba como su novia, como se habían conocido y por qué habían terminado viviendo juntos y, el enorme, gigantesco problema de no saber exactamente que era lo que le habían contado los dichosos amigos de Mikasa a sus padres. Si les habían contado algo comprometedor, negar el compromiso con la otra Ackerman, seria tomado como una cobardía, y él que buscaba una relación con la chica, no deseaba empezar mal la relación con su futura familia. La segunda opción igual de arriesgada y peligrosa, era seguir adelante con la mentira y esperar que el cielo, el infierno y todos los malditos astros se alinearan para que Mikasa al despertar siguiera el juego. Esta opción presentaba también complicaciones, pero muchas menos, mientras Mikasa estuviera inconsciente. Además, que Levi le debía una a Petra, y si soltaba la verdad así como así, pondría en juego el trabajo de la doctora.

Sabiendo que con solo un mal movimiento todo se vendría abajo, Levi optó por la segunda opción. – Soy el prometido de su hija, Levi Ackerman. Mucho gusto. - Levi sentía la cara arder, su rostro regularmente pálido, se había vuelto rojo de oreja a oreja. Sintiendo que preferiría estar en cualquier otro lado, incluso se le antojaba bastante más cómodo caminar sobre cristales rotos descalzo, Levi hizo una cortés reverencia a los padres de Mikasa antes de continuar. - Nos vamos a casar y vivimos juntos por que es la mejor opción. Nos amamos. – Levi no pudo evitar mirar al suelo mientras daba la explicación al señor Ackerman que lo miraba con recelo. - ¿Hace cuánto se conocen? - Levi suspiró, ¿Por qué el papá de la chica Ackerman era tan difícil? El bibliotecario quería mentir y decir que, hacía mucho tiempo, pero Mikasa llevaba en Trost mes y medio, y sí él era completamente honesto conocía a la otra Ackerman desde hace solo dieciséis días. Todo el plan se estaba yendo directito y sin escalas al mismísimo demonio. - Mes y medio ...- Levi pudo ver de reojo la expresión de todos en la sala de espera. ¡Maldita sea! Por qué no simplemente lo desnudaban para que se burlaran de él, seria menos humillante. - ¿Mes y medio? - El tono del señor Ackerman era como si un iceberg le hablara. Levi de verdad quería huir, nuevamente ir a la habitación de la otra Ackerman y ocultarse bajo su cama.

-Quizás está embarazada. - Todos voltearon a ver a la persona que había dicho eso. Carla Jaeger. Esposa excelente, madre devota, buena amiga. Tal vez su único defecto, si se le podía decir así, era decir exactamente lo que pensaba en el momento en el que lo pensaba, sin importar que fuera bueno o malo. - ¡Mamá! - Eren reprendió a su madre por ser... ella.