La ley

1K 156 97
                                    

Levi observaba detenidamente el anillo en sus manos. Era bellísimo, el intrincado diseño en platino, le daban el toque único que había pedido a su amigo y además el zafiro azul intenso en el centro con los catorce diamantes pequeños que lo rodeaban le daban distinción. - Perdón por el tiempo extra, pero un anillo exclusivo no se hace en tres días, bueno de eso me entere cuando lo diseñaba y elegia los materiales. Así que una semana después de lo prometido esta lista mi creación. ¿Qué te parece? Ya se que tu Mikasa ya te dijo que sí, pero que tal si se arrepiente ... más vale prevenir. - Mike comenzó a reír cuando tuvo que esquivar el puñetazo que su amigo le lanzaba. - Tranquilo, yo solo decía. – Levi continuaba mirando la impresionante y sumamente costosa pieza de joyería, que había sido cinco veces más cara que el primer anillo que había comprado. Además, lo había hecho para una mujer que lo tenia a sus pies pero que, si era estricto en definición, no eran mas que compañeros de casa. – Quedo excelente, aparentemente, solo es la cara lo que hace pensar que eres un tonto. - El bibliotecario ahora fue el que tuvo que esquivar el puñetazo que le lanzaba Mike. -Bueno infeliz estoy cansado y hambriento, la universidad es un caos desde que iniciaron las clases y la biblioteca ni se diga. - Levi le dirigió unos ojos asesinos a su amigo. - Figurativamente hablando idiota. Además, convencer al rector que autorizara a tu Mikasa realizar los primeros exámenes sin presentarse a clases, fue una labor titánica, suerte que tu chica también se apellida Ackerman, siendo tu familia de los patrocinadores más grandes de la institución, al final cedió. Bueno me voy, luego me cuentas como fue todo. Claro, en cuanto despierte tu Mikasa. ¿Aun la mantienen sedada? - Levi miró a su amigo, los últimos diez días la chica Ackerman había tenido que mantenerse bajo fuertes calmantes, pues en el momento que despertó el dolor debido a las costillas rotas, le era insoportable. – Aún. Es jodidamente desesperante saber que sufre. Desearía cambiar de lugar con ella. - Mike miraba su amigo, definitivamente la prometida actual de Levi lo había transformado. - Eso es tan romántico Ackerman. Por favor cásate conmigo. - Levi no se había dado cuenta que había pronunciado en voz alta lo que pensaba, y al momento de ver como su amigo se arrodillaba frente a él para "pedirle matrimonio" no pudo evitar lanzarle una patada, que este esquivó por muy poco. - Lo sé, tu corazón le pertenece a alguien más mi vida. - Mike se alejó corriendo y riendo a carcajadas, mientras que Levi le hacia señas con las manos bastante groseras. - Idiota.-

Levi caminó de vuelta al hospital. En los últimos días no se había despegado de allí, salvo para ir a ducharse y cambiar su ropa. Había pedido sus vacaciones, tanto las atrasadas como las que tenía pendientes de ese año en la Universidad, para poder estar totalmente al pendiente de la recuperación de la chica Ackerman. Casi tenía cuatro meses libres, pues prácticamente había trabajado ininterrumpidamente en la biblioteca desde que entró a laborar allí. Nunca deseo tener más tiempo libre, lo cual ahora que lo pensaba era raro, pues estaba Hanji, pero él nunca creyó necesario compartir más con ella de lo que regularmente compartían, incluso en tiempo.

Levi ingresó al Hospital, y de inmediato pudo sentir los ojos del Señor Ackerman en él, mientras que la madre de Mikasa ocultaba una pequeña sonrisa. El tal Eren había regresado a Shiganshina con sus padres, pues las clases en la Universidad habían iniciado. Al igual que Historia y Armin, que al salir de la universidad se quedaban en el hospital por un rato, antes de retirarse a realizar sus deberes. Los rubios se habían vuelto una especie de aliados para Levi, en el campo minado que se había vuelto la sala de espera.

Historia se había ganado su simpatía en el minuto que golpeó al imbécil de Eren. Cuando Levi lo recordaba aún le causaba una sonrisa.

Y después de que Levi invitó a los señores Ackerman a quedarse en su casa, pero el padre de Mikasa lo rechazó olímpicamente, agradeció que Armin los acogiera en su hogar. En la enorme, casa del rubio. Jamás pensó que ese chico fuera hijo de los exploradores Arlert, pero en cuanto se enteró no pudo evitar preguntarle respecto a sus legendarios e intrépidos padres.

Una novela para dosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora