El Color de la Incomodidad

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Narrador Sorey:

Fue muy incomodo hacer el recorrido por la ciudad, maldije mas de 30 veces durante todo el paseo. Me arrepentí incesantes veces el haber traído a Mikleo conmigo. Me era imposible distinguir si lo que Zaveid hacía era solo un amigable gesto y un descarado coqueteo. ¡Zaveid es muy extraño! Y Mikleo… ¡él estaba muy feliz! Habían instantes en los que ellos dos se adelantaban y me dejaban meramente atrás caminando solo. Zaveid insistía en invitarnos cosas, sean dulces o cualquier chuchería, por supuesto no era a mi a quien precisamente estaba invitando. Nos llevo a almorzar en eso de las 1:45 de la tarde a un restaurante algo… lujoso.

Sí conversamos, no me había dejado de lado completamente, pero su verdadera atención estaba centrada en Mikleo ¡Dios, podía ver como se lo comía con los ojos! ¡Era muy incómodo! Tras finalizar el almuerzo estaba decidido a dejar a Zaveid en su hotel y llevarme a Mikleo muy pero MUY lejos de ese hombre. Sin embargo, Zaveid, como buen fotógrafo, había traído su fiel cámara consigo y me rogó tener una pequeña sección fotográfica, dijo algo así como: — ¡Vamos Sorey! Dejame intentar capturar la belleza de tu ángel con mi cámara, lo mas seguro es que no lo logre. — Y entonces se acercó a Mikleo. —  Una foto no le hace justicia a tu deslumbrante imagen.

¡Estaba celosos ¿vale?! Muy celoso, y al mismo tiempo, estaba muy triste. Me sentía desplazado. Tras una tarde de fotografías, alrededor de las 6:10, llevé a Zaveid a su hotel. Se despidió cálidamente, me estrechó por el cuello mientras revolvía mis cabellos y con Mikleo fue un beso en la mejilla.

Fue… Una bonita tarde, dejando de lado la incomodidad del momento, en verdad me alegro verle, después de todo, es mi amigo. Caminamos hasta la parada del autobús y me hallaba tan absorto en mis pensamientos que no le dedique ni una palabra a Mikleo durante todo el camino, hasta subir al bus, fue allí cuando Mikleo tomo la iniciativa para entablar una conversación.

— Es una persona muy agradable, que bueno que sean amigos. — soltó mientras miraba a través de la ventana.

— Ah, si… Tienes razón. — Estaba en trance cuando lo dije, mi mente estaba en blanco y pasaron solo segundos hasta que mi mente regresara a la tierra. — Es un gran amigo, y es muy confiable, el me apoyaba cuándo tenia problemas con alumnos mucho mayores que yo o los novios de mi madre.

— Entiendo. — Pasaron largos minutos en silencio, me volví a perder en mis pensamientos mientras miraba la ventana cuando el volvió a hablarme. — Lo siento…

Me sorprendí cuando oí su disculpa, así que por impulso le pregunté: — ¿Por qué te disculpas?

— Por que se que no te gusto que hablase con Zaveid.

— No es verdad, a mi no me molesto para nada. — La verdad no es que me molestara, solo me sentía… ¿mal? No lo se. Solo era incomodo.

— Sorey, no soy idiota, tu cara hablaba más que cualquier palabra que digas ahora.

— Digo la verdad. No me molesta… Es solo que…

— ¿Que…?

— Me sentía triste. — Solté una risa nerviosa. — No lo se ¿vale? Te veías muy feliz hablando con él y me sentí desplazado. — confese ya sin vergüenza, estaba acostumbrado a contarle estas cosas a Mikleo, me hace sentir bien el poder decirle lo que siento y saber que él me estará escuchando.

De pronto un recuerdo asalto mi mente, primero solo recorde la voz de mi madre entablando una alegre conversación con alguien. Luego pude recordar la escena. Mamá había traído a uno de sus pretendientes a casa y estaban conversando en la barra de la cocina. En ese entonces, mi madre siempre estaba ocupada con su trabajo y sus citas, por eso casi no pasaba tiempo conmigo. Cuando mamá volvía a casa, siempre intentaba desesoeradamente hablar con ella y llamar su atención, como cualquier niño, pero nunca lo lograba. Ella decía cosas como: “Que bueno amor, me lo cuentas luego ” “Estoy cansada, ya me lo dice mañana” o incluso, cuando ya estaba harta de oírme solo asentía a todo, aunque en el fondo no había hecho caso a nada de lo que dije. En esa ocasión, también intente lo mismo, pero mi madre solo me ignoro, llamó a mi abuelo para que me llevara a mi cuarto y dejara de “molestar”. Ella prefirió a ese hombre por sobre mi. Una sensación parecida fue la que me transmitió la escena de Mikleo y Zaveid. Sentí que en cualquier momento Mikleo me iba a desplazar y preferiría a Zaveid por sobre mi, tal y como mi madre y Alisha hicieron.

— Mikleo... ¿Me quieres? — le pregunté recostando mi cabeza en su hombro, cerrando mis ojos y entrelazando mi mano con la suya apretándola levemente. «No me dejes» fue mi pensamiento del instante, mas que una idea, también lo sentí como un recuerdo. Uno muy distante...

— Por supuesto, yo te amo — dijo con su dulce voz en un suave canturreo y poso su mano libre en mi cabeza para acariciarla.

— Gracias.

— ¿Que agradeces?

— Agradesco que estés a mi lado. — Silencio… —… creo que dormire un poco… despiettame cuando estemos cerca.

El suave moviemiento del bus, junto al silencio de las calles a causa de la poca gente junto la luz naranja del atardecer eran tan tranquilizantes, y aun más, la calidez de su mano con la mía me propiciaban tanta paz, que tan solo en intantes logre quedarme dormido.

Narrador Alisha:

— Vaya que es grande tu casa Alisha, corrección, tu mansión.

— No es tan grande, quizá solo sea el doble de tu casa.

— ¡¿Y así dices que no es grande?!

— ¡Claro! El de mi tío es como el doble de esta, además, tu casa tampoco es muy grande, quier decir, la de Sorey lo es más. La tuya queda a la mitad entre la casa de Sorey y un departamento de soltero.

— Bueno… Tienes razón, ¡Solo un poco!

Solté una risilla: — Como tu digas. — Rose desinfló sus mejillas y deshizo su puchero, se arrojo en mi cama y siguió mirando la habitación desde allí.

Hoy la invite a una ¿cena…pijamada? O algo así. En realidad solo la invite a pasar el rato, y de paso, que conociera a mis padres.

La presento como una simple amiga, la recibieron bien, a medias, mi madrastra dice que no es muy linda y mi padre dice que le falta modales… No se lo dijeron a ella directamente... Pero las indirectas en la mesa mientras cenábamos eran bastante obvias. No entiendo como Rose puede mantener su buen animo tras el frío y cruel recibimiento por parte de mis padres.

— Y ¿Que hacemos ahora? — pregunto inquieta dando vueltas en la cama.

— No lo se, lo que tu quieras.

— Tienes una pantalla plasma en tu cuarto ¡vemaos una película! — dijo con brillitos en los ojos.

— Si eso quieres… — Estaba por levantarme de mi escritorio donde estaba realizando algunos deberes, cuando Rose me propuso que nos tomásemos un par de fotos.

— ¡Anda! ¿que dices?

— Mientras no me difames usando esas fotos.

— ¡Claro que no! ¿Como piensas eso de mi?

— De la misma forma en la que pensaste cosas malas sobre mi e intentas hallar una forma de difamarme.

Ella se quedo quieta en silencio se llevo la mano a la parte de atrás de su nuca y su cuello y se disculpó: — Vale, lo siento, yo también estuve mal. — le sonreí y ella paso su brazo por mis hombros para acercarme a ella, saco su celular y me preguntó — ¿Para la posteridad?

Y yo le afirme: — Para la posteridad.

Tomamos muchas fotos y luego nos sentamos en mi cama a ver una película tal y como pidió Rose. Vimos mas de una película en realidad, y nos acostamos muy tarde.

Nos acostamos juntas en mi cama, la cual era bastante grande, y Rose callo dormida al instante. Yo por el contrario, no podía conciliar para nada el sueño. Muchos pensamientos abrumaban mi mente, sobre todo teniendo a Rose acostada a mi lado. Pensaba sobre mis conductas… los actos que cometí… en Sorey, y por sobre todo en ese muchacho que lo enamoro. ¡Es verdad que yo hice mal! Que yo me busque lo que tengo ahora, que en verdad me comported como una idiota pero, cuando eres buena como mi madre, las personas solo se aprovechan, solo se burlan. Yo no quería que los demás me pisoteasen, por eso yo debía estar por sobre ellos primero. Pero eso estaba mal ¡y lo sabía!

Yo perdí a Sorey, me perdí como persona y caí en la indecencia, pero creo que lo peor es que no siento tanto arrepentimiento como deseo.

— Lo siento Rose — le susurré sentándome en la cama — creo que yo no puedo cambiar.

Mañana Rose me llevaria en el receso a pedirle disculpas a Sorey, pero me temo que mis disculpas no serán sinceras. Ahora lo único que quiero es que esos dos se separen, Sorey y Mikleo, no quiero qué Sorey sea feliz con alguien que no sea yo. Necesito alejar a ese niño.

The Colors (SorMik) [Concluido]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora