My little angel.

~Capitulo 24~

Dedicado a Sofi, gracias por confiar en mi, en esto...

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Desperté dormida, agotada y con frío. Me di una larga ducha con agua muy caliente y me cambié. Hoy hacía un poco mas de frío que lo común, así que me coloqué unos jeans de tiro alto, las new balance y un jersey bordó. Ya empezaba a echar de menos el frío, por mas que eso significara que cada vez faltaban menos días para decidirse por una universidad y despedirme de Niall...

Oh Niall! Hablando de él, la noche pasada había sido genial. Aún recordaba el sabor de la pasta recién hecha, lo guapo que iba con su camisa llena de barro, lo nerviosa que me había puesto cuando me pidió salir con él a su manera, el rato que nos quedamos abrazados entre los tulipanes mirando las estrellas, el champán burbujeante que había sacado del maletero del coche, el perro que salió corriendo tras nosotros, las risas que nos habíamos echado en el coche de camino a casa y el dulce beso de buenas noches que nos dimos en el portal. No me lo podía haber pasado mejor...

Cuando quise acordarme estaba embobada mirando la rosa que me había regalado ayer, sentada a los pies de la cama. Salí de mi trance, me hice una coleta con una cinta bordó y bajé a tomar mi desayuno.

-Buenos días señoritas- dije con tono divertido al entrar a la cocina y ver a mamá y a la abuela.

-Buenos días cariño- soltaron al unísono.

-Y el abuelo?- pregunté al no verlo por ahí.

-Está preparando la sala de juegos. Después de comer vendrán Tom, William, Conrad, James y Will a jugar al pocker.

Me senté en la mesa al lado de mamá.

-Oh, esos son pantalones nuevos?- preguntó mamá.

-Si, son los que te dije que me compré con Sophie.- me levanté y di media vuelta sobre mi misma para que lo viera bien.

-Muy mono todo- le dio un sorbo a su café.

-Que tal tu cita mamá?- guiñé un ojo y le di un pequeño golpe con el codo, mientras la abuela miraba divertida la escena.

- Y la tuya?- imitó el proceso.

-Oye! Yo he preguntado primero...- me quejé.

-Oh vamos Margaret, yo también quiero saberlo- añadió la abuela mientras me colocaba delante mi café con leche.

-Este complot no me gusta nada- comentó nuevamente.

-Mamá...! Quieres contarnos?- exigí.

-Vaaaale...- y de esa forma empezó su relato.

Nos explicó que ella y Sam (su antiguo compañero de la universidad) fueron a cenar a un restaurante cerca de la ciudad, estuvieron hablando de lo que habían sido sus vidas después de acabar la uni y de lo guapos y cambiados que estaban desde la última vez que se vieron. Por la descripción de mamá, Sam era rubio, pelo rizado, ojos marrones, delgado para su edad ( lo que significa que vendría a ser una típica barriguita cervecera) tenía 43 años, era deportista, no tenía hijos, estaba divorciado y convivía con cuatro perros enormes. Respecto a ella, mi madre, yo la veía bastante contenta al contarnos como había salido la noche y eso es un gran paso. No me hacía, todavía, mucha gracia que saliera con un hombre, pero si eso era lo que ella quería, yo no podía oponerme. Después llegó mi turno de contarles que es lo que había sucedido con Niall. Durante todo el rato en el que yo hablaba ellas ponían la típica cara de ternura que consistía básicamente en a) una sonrisita tonta b) ojos brillosoS  c) comentarios cada dos por tres como: "Awww..." o "Que tiernos..." y d) chorradas varias.