13. Un dios y un demonio

231 20 17
                                    

-Súbanlos de inmediato, los llevaré a mi refugio les será más difícil escapar de ahí que de aquí- ordené a los soldados que llevaban la cápsulas en donde iban los prisioneros que causaron todo ese desastre.

Que incompetencia, pero en realidad eso era mejor para mi, tendría cerca y bien vigilados a los dos más estables. Supervisé con seriedad él cómo transportaban a Dazai Osamu y a Céline Bukowski, sedados, con brazaletes de control de poder en sus tobillos (uno especial para el chico que anula poderes), e inconscientes dentro de sus cápsulas completamente selladas y seguras, los llevarán en un convoy hasta mi madre Rusia.

-Anúnciale al sargento Wolfgang que él y sus hombres, junto contigo, se harán cargo de escoltarlos- le ordene a Carson, una de mis tantos niños que se mantenía a mi lado firmemente- partirán al medio día de mañana

-Sí, madre- murmuró con seriedad, asintiendo levemente a mi lado- nos vemos- dijo despidiéndose educadamente antes de darse la vuelta y entrar para seguro hablar con el idiota que en primer lugar ocasionó esto, pero en realidad no me molestaba, todo lo contrario, me beneficiaba enormemente.

-Señora Aleksiévich- me dijo un guardia con semblante serio acercándose a mi.

-¿Qué sucede?- le pregunte con frialdad mientras apoyaba ligeramente mi peso sobre el bastón que llevaba en mi mano derecha.

-Es sobre el prisionero S1145, él está...- titubeó el hombre a lo que yo apreté mis labios con clara molestia.

-¿Qué le pasó? ¿Todo en orden?- dije con tono brusco, fue algo muy arriesgado lo que había pasado, pero por lo menos todos fueron inteligentes en priorizar la seguridad de su celda.

-Esta... parece estar algo alterado- murmuró con cierto temor.

No pude evitar fruncir mi ceño en expresión de confusión y molestia, ¿alterado? ¿De qué? Suspiré y miré con atención al guardia, parecía algo incómodo y nervioso, era un gran riesgo dejar que cualquiera entrara y hablara con él o si quiera tuviera contacto con él.

-¿Ya ha atacado a alguien?- pregunté volviendo a mantenerme seria, firme y con rectitud.

-No... todavía- murmuró el guardia tratando de mantenerse firme ante mi y no demostrar los nervios y escalofríos que sentía, yo asentí calmada.

-Prepárenme sus medicamentos iré a verlo inmediatamente, entre más rápido se quede dormido mejor- le ordené con cierta impaciencia y disgusto.

El hombre hizo una leve reverencia y se fue, yo respiré profundamente, ¿cuántas veces ha hecho eso ya? Innumerables, seguramente. Esa no era más que otra de sus tantas máscaras, de sus facetas, había usado esa artimaña otras veces convenciendo a los soldados de acercarse para terminar lastimándolos o matándolos y todo sólo porque él quería que así fuera, porque lo disfrutaba; él nunca se sentiría así, era anormal.

Después de que me dieron unas cuantas pastillas para que él las tomara, me dirigí hacia su celda completamente sola sin ningún temor, abrí la primera compuerta de metal para ingresar a la celda con barras electrificadas asegurándome de cerrar detrás de mi. Él estaba en el suelo arrodillado de espaldas a la puerta mientras arrancaba las hojas de uno de los tantos libros que tenía a su alcance; sus aviones de juguete estaban rotos, hechos trizas y su violín que al parecer había estado tocando durante esos días estaba partido por la mitad a unos cuantos centímetros de la línea amarilla.

-Veo que has estado ocupado, Charles- dije suavemente con precaución, como si tratara de mantener tranquilo a una especie de gran felino- hace unos minutos te mandé un caso, ¿ya lo resolviste?- pregunté cruzando una de mis piernas frente a la otra recargando mi peso en mi bastón.

Dioses y Demonios ||SOUKOKU||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora