Primero

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"Un reloj, un reloj que gira al derecho y al revés y al detenerse no indica el mismo tiempo siempre como si este nunca se hubiera detenido y nunca ese tiempo hubiera pasado". Esas eran las frases que comenzaron toda esa historia, aunque la verdad el encargado de decifrarla mejor se rió de ella, pues a decir verdad, la frase no tiene ningún sentido lógico y parece sacada de libros tontos de héroes y caballeros, no de una guerra y menos en estos tiempos donde muerte y sangre son las primeras palabras aprendidas, donde los jóvenes eran entrenados a morir a causas de las guerras; guerras que interviene cada país, cada ciudad, solo por la separación de la gran potencia mundial, Estados Unidos tan grande y tan basta que con sí mismo se declaró la guerra e inició todas estas muertes.

Estos eran tiempos que muchas fantasías fueron olvidadas y sustituidas por miedo, odio y represión, pues, ya cada rincón se estaba volviendo cenizas con el tiempo el mismo hombre por su ganas de poder, se destruya a si mismo; así que ¿porqué iba importar una frase fictícia? ¿qué iba interesar siquiera descifrarla? ¿qué esperanza daba? El hecho que un prisionero de guerra al borde de la locura lo dijera antes de su muerte, no indicaba buena señal tampoco, aunque la general Martínez se le ocurrió tal descabellada idea de que tal vez significaba algo y asignó a un teniente, el teniente Rocoweth (su hijo) a desifrarla en menos de dos años o sería destituído.

Esa idea para el joven teniente era terrible, pues el hecho de que su madre era general eso influyó a que toda su vida fuera el ejército, así que en vez de ir al frente, como los demás soldados, tenía que ir tras un cuento de hadas.

--Señor, el plazo de dos años ya se esta acabando y aun no tenemos ni una pista de que significa ¿qué sujiere? --preguntó su primer oficial.

--Seguir buscando pistas, lo que sea que nos ayude a encontrar ese ridículo significado --exhortó el teniente sin cuidar que su enojo fluya.

--Si señor --dijo con una leve inclinación y retirándose.

Para cualquiera, ver a una niño de diecisiete años en puesto de hombres siendo su jefe, se tomaría de muy mala manera y Leonardo Rocoweth lo sabía muy bien el odvio odio que despertaba. Era normal en estos tiempos ver a niños de diez en el ejercito por la falta de hombres, pero no era normal ver a un joven de diecisiete en un rango tan alto como teniente general en la milicia estadounidense y todos no veían que él había estado desde que tenía siete años en la milicia entrenando; solo veían que era el hijo de la general Alejandra Martínez, algo que ya tenía sin cuidado a Leonardo y más porque es el único familiar que le quedaba, nunca le llegaban notas o mensajes a menos que no sea como la que tenía en sus manos:

"Date prisa el tiempo se te acaba bueno para nada. Si lo hubiera hecho yo, ya estubiera terminado.

Atentamente,

General Alejandra Martínez"

Estrujó es papel y lo tiró a la basura. De ella, él ya no esperaba nada mas que odio.

Ya habiendo arrojado aquel papel en el basurero, escuchó unos maullidos, pero decidió ignorarlos hasta que un gato de color negro y ojos verdes se posó en su regazo impactándolo. Leonardo siempre le encantaron los animales, eran su debilidad aún desde los tiempos en que todo estaba bien y su familia era unida; tiempos que nunca volverían.

Leonardo acarició el gato con dos de sus dedos para no asustarlo y vio que tenía un collar en su cuello con un anillo con nota escrita. 《Sígueme》 decía aquella nota. Leonardo se extrañó y se levantó y el gato tomó una pose de guardián para después huir. El teniente decidió seguirlo y cuando sus hombres vieron que su líder había salido de su carpa a tanta prisa, decidieron seguirlo sin saber que estaba siguiendo en realidad por eso decidieron no seguirlo de cerca por si era un truco del adolecente.

Después de buen tiempo siguiendo el gato, este se detuvo enfrente de una cabaña y comenzó a mirar fijamente a Leonardo con sus ojos verdes rasgados como si fuera el su dueño esperado que te diera una caricia o una golosina por lo que había hecho.

Ignorando el enojo de sus hombres por haber perseguido un gato tanto camino sin decir que era un gato lo que perseguían con tanto empeño, el joven teniente se acercó al gato para acariciarlo y notó en su collar una inscripción que decía "Reino".

--¿Reino? --dijo extrañado y de repente todos hicieron silencio para escucharlo, exceptuando al gato que comenzó a maullar siendo más cariñoso-- Así que ese es tu nombre --susurró en voz baja para que sus hombres no le escucharán-- Reino ¿Qué me quieres enseñar?

Reino camino a la entrada y comenzó a rasguñar la puerta maullando sin sesar y Leonardo lo siguió y vio en la puerta la frase, la frase que él quería decifrar escrita rasgando la madera y con un agregado abajo pero más pequeño de esta: "Aquí está el reloj, solo entrará el que reino considere dignos, a los demás... su tiempo terminará".

--Este es el lugar --avisó a sus hombres y todos dieron un grito de júbilo y se ordenaron para seguir órdenes.

--¿Cuáles son sus ordenes señor? --preguntaron al unísono.

--¿Cuáles son sus ordenes Reino? -- le preguntó Leonardo al gato tomándolo en sus brazos y cariciándolo.

El gato le dio varias lamidas y ronroneos y luego con un movimiento violento, se soltó de los brazos de Leonardo y entró por la ventana.

--Síganme --ordenó.

--Si señor --afirmaron todos.

Leonardo rompió la puerta viendo como Reino lo esperaba y avanzaron juntos con los soldados detrás de ellos.

Mientras más se alejaban de la entrada, se escuchaba una canción de alguna forma Leonardo sabía la melodía, él la sabía perfectamente, pero no recuerda de dónde o cuál es la letra de esta melodía lo que lo extrañó, pues, esto parecía algo preparado solo para él y se dio cuenta al pasar la puerta, todos entraron por la puerta y fueron atacados. Los soldados tomaron sus armas para intentar atacar, pero no se podía ver el origen de los ataques.

Reino a ver los ataque, escapó y Leonardo intentó seguirlo, pero también fue atacado en su tobillo y vio que dehecho era un gato que le había mordido el tobillo. Él intentó alejarlo pero otro vino a rasguñarlo y otros se sumaron hasta que calló al suelo viendo desde ahí como sus hombres morían por los ataques. Como él sabía que iba a morir decidió, ignorar los gritos y gruñidos de dolor y se empapó más en la melodía hasta que esta se detuvo y se escuchó un silbido y todos los gatos cesaron su ataque y miraron directamente a un lugar en específico. Leonardo los siguió con la vista y vio a una joven con Reino en sus brazos.

--¡¿Patrick?! --exclamó la joven y Leonardo cayó inconsciente.

Historia después de la historia -(Epílogo)- Parte 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora