Finn y yo caminamos por el bordo de la laguna, está cumpliendo con su palabra: Ya me contó lo que tenía que contar y ahora me lleva a ver a Charlie.
Los zapatos de Geraldine me quedan grandes. Pese a haberme dado uno de sus vestidos, un par de zapatos y se haya ofrecido a llevarme al Cempal, sé que no le simpatizo. No puedo negar que el sentimiento es recíproco, especialmente desde que se lanzó sobre mí hace rato. Ojalá fuese Finn mi compañero de viaje, él es paciente, noble, un caballero... Con él me sentiría relativamente a salvo. Con Geraldine no me haría falta Aren para estar en riesgo permanente.
Ojalá no tuviese que escapar y esconderme de Aren, no quiero dejar a Charlie herido sin tener la más remota idea de dónde están mis padres y Paige en este momento.
Tres patitos nadan a gusto en la laguna, se sumergen; menean la cabeza y las plumas cuando vuelven a la superficie. Son negros y pequeños. Si estuviese en otro pueblo, o en otras circunstancias, seguro me causarían ternura pero ahora, con todo lo que me reveló Finn acerca de lo que está sucediendo aquí en las Rosas y el porqué de todo lo que nos pasó a mi familia y a mí, estos patitos me inquietan. Veo el mundo desde otra perspectiva, o eso intento. El punto es que ya nada tiene sentido para mí, trato de hallarle sentido a mi realidad, a mi existencia, a lo que hago, lo que soy...
En el Lirio, vivir era nacer, crecer, aprender a leer y escribir en casa con ayuda de nuestros padres, hacerte mayor e ir a la escuela de artes y oficios, obtener un empleo, formar una familia aunque también estaba bien quedarse soltero..., tener descendencia y morir. La felicidad estaba implícita, obviamente que todo cambió con la crisis económica. A lo que quiero llegar es que allá no había ningún valittu (según Finn, los hay en todo el mundo pero nadie lo sabe salvo el pueblo de Las Rosas).
Y yo soy una de ellos. Soy una valittu.
Respiro hondo.
Finn se calienta las manos con su aliento y después las guarda en los bolsillos de su pantalón, camina encogido en hombros, puedo escuchar el castañeo de sus dientes. Se está congelando, ya le dije que se abrigara con su suéter de punto, incluso se lo puse sobre los hombros, pero me lo regresó y dijo que no me preocupara por él, que ya casi llegábamos al campamento donde Charlie y Alison se encuentran. Allí tiene sus pertenencias.
No obstante, no se ve ningún campamento cercano, sólo hay árboles y un cielo gris. El largo trayecto me favorece dándome tiempo para asimilarlo todo, que, por alguna razón, sigue sonando en mi cabeza con la voz de Finn, de modo que mi atención se posa de nuevo en él y decido arrancarme una de las tantas capas de la falda del vestido. Ahora tengo una manta y con ella le cobijo.
—Millie, no debiste... —Enarca las cejas.
—Ya estamos a mano.
—En serio, no debiste —se echa a reír—, si Aren no te mata, lo hará Geraldine porque este es su vestido favorito.
Su risa es contagiosa, quiero reír también pero ese comentario me lo impide... ¿Cómo sabe que es su favorito? La ha de conocer muy bien, desde luego, me refiero a que... Esto... Finn y Geraldine... Es decir...
Agh...
Caramba, mejor lo dejo estar.
—Claro que a ti te queda mejor... —Comenta.
Es mi turno de enarcar las cejas.
Genial. Ahora quiero esconderme entre las capas sobrantes de la falda, no por incomodidad a lo que me ha dicho sino porque tengo unas ganas tremendas de sonreír. Las sonrisas no encajan con lo que le está ocurriendo a mi familia y a mí. No debería sonreír mientras mi hermana o mis padres probablemente están llorando de rabia e impotencia.
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Feint [Fillie]
FanfictionUNIVERSO ALTERNO || Millie y su familia se mudan al pueblo de Las Rosas, sin embargo, un sujeto con dones llamado Aren secuestra a la primogénita de los Brown, Paige, con la intención de someterla a un ritual para que seres supremos de otro plano ex...