Capítulo 5

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Hemos estado caminando unos quince minutos por el bordo de la laguna. A lo lejos diviso una tienda de acampar. En la entrada una chica está sentada entorno a una fogata, otra apila leña y un chico está lavando algo a orillas de la laguna. Finn los saluda. Me los presenta: Alba, Marisol y Caleb, respectivamente. Son más o menos de mi edad o quizá son mayores pero no por mucho. No me dirigen palabra alguna, se limitan a mover la cabeza en modo de saludo. Percibo un ambiente hostil pero no me dejaré llevar por las apariencias. Puede que estén cansados, por lo que me ha dicho Finn, vivir en las Rosas requiere de mucho valor y paciencia.

Finn me aprieta el hombro para infundirme confianza y seguridad. Me pide que entre sola a la tienda pues él le informará a los chicos sobre el cambio de planes: Geraldine ya no me llevará al Cempal.

Veo a Charlie y a Alison recostados en el piso sobre unas mantas gruesas. Me acerco a mi hermano y me siento a su lado. ¡Que alivio volverle a ver! Le peino el cabello, reparo en el sudor frío que emana su piel. Es como si estuviese durmiendo plácidamente, no parece que esté herido, fracturado. ¿Cómo haré para sanarle? ¿Qué debo hacer?

Alison también parece estar profundamente dormida, sin embargo, su rostro lo encuentro demacrado, castigado. Es como si hubiese envejecido de golpe, su belleza se ha apagado. Cuando llegó a mi casa brillaba con una luz especial que le hacía ver hermosa, llena de vida, de fuerza. ¿Qué le sucedió exactamente? Es decir... ¿Cómo lo hicieron? Los encapuchados ¿Cómo es que le robaron su energía? ¿Cómo haré para que la recupere?

Me urge aprender a sanar. Ya no me escandaliza qué tan real o no puede ser todo este asunto de los valittu y sus dones. Lo que me queda es creer en ello porque es mi única salvación, para mi y mi familia, incluso para los demás habitantes de las Rosas que han sido victimas de Aren.

Pasan los minutos, escucho los murmullos de la conversación entre los muchachos, me gustaría saber qué dicen exactamente pero no me atrevo a unírmeles. Finn regresa conmigo al cabo de una hora.

—Se acerca la hora del almuerzo. Me toca recolectar hongos para la sopa —se cruza de brazos y se recarga en una esquina de la tienda.

No sé si me lo ha dicho para invitarme o simplemente lo quería comentar.

—Voy contigo —le digo. Me gustaría despejarme, tomar aire fresco. Aquí dentro la angustia no me deja de martirizar y me frustra el hecho de que supuestamente tengo la habilidad de sanar pero no puedo hacer nada con Charlie.

Regresamos a la colina, Finn me sujeta de la mano para ayudarme a subir porque está demasiado empinada. Me pregunto cómo fue que la bajé corriendo, porque, insisto, jamás lo hubiera hecho por gusto.

—Es el vestido —pongo como excusa. En modo alguno quiero quedar como una cobarde y miedosa frente a Finn aunque seguramente ya me puse en evidencia.

Asiente. Nos quedamos en una parte plana, aprovecho para descansar sentándome en una piedra enorme. Finn saca un cuchillo y comienza a cortar hongos de los árboles, los deposita en un bolso de tela que lleva colgando al hombro.

—¿No estamos demasiado expuestos? Aren puede atraparnos... —Esto último lo pronuncio bajito.

—Los chicos y yo creemos que por ahora no se acercará. Siento decirlo, pero primero se dedicará a aplicar el ritual a Paige, y una vez que compruebe si un selux puede poseerla o no, entonces comenzará a moverse, es decir, aproximadamente en una semana. Invocar a los selux también requiere de tiempo.

—Es muy poco tiempo para mi, para aprender a sanar a los demás —observo—. ¿No podemos ir hasta donde está Aren y evitar que le haga daño a mi hermana?

Feint [Fillie]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora