Capítulo 7

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La cueva se sitúa cerca de donde nace el río que desemboca en la laguna; una cascada. Es amplia, casi tanto como las tiendas de acampar. La entrada está camuflada con hierba, musgo y ramas de pino.

Estamos muertos de cansancio y sueño, calculo que es pasado de media noche. La temperatura ha descendido todavía más. Me hago un ovillo y trato de cobijarme con las capas del vestido y cierro mis ojos para dormirme.

Me cuesta conciliar el sueño, no es nada agradable estar recostada en el suelo húmedo. Los chicos ya se han dormido, descansan como si estuvieran sobre una cama de plumas arropados con un cobertor calentito.

Mi cuerpo esta tiritando, me froto las manos para entrar en calor y me abrazo a mí misma.

Me pregunto cómo estarán mis padres y mis hermanos, si acaso ya llegaron al Cempal. Ojalá que nadie más los haya seguido, nosotros fuimos afortunados y gracias al cielo llegamos con bien a nuestro destino.

Me ruge el estómago. Estaba acostumbrada a una deliciosa cena antes de ir a dormir. Extraño mi cómoda vida en el Lirio y quiero hacer una rabieta por ello.

¿La verdad? Estoy esperando que Finn despierte y saque una cobija de las mochilas y me la eche encima, de no tener una, podría abrazarme... Digo, el contacto físico produce calor. Que conste que no quiero que me abrace porque me gusta la sensación que se presenta en mi estomago cuando está cerca de mí.

Joder.

No puedo estar enamorándome de él ¿Cierto? Apenas se cumplirán veinticuatro horas de habernos conocido.

No puedo estar enamorándome. Es imposible.

«No deberías pensar en amor cuando te están buscando para torturarte» me digo.

Cierro los ojos y me relajo a tal punto de quedarme dormida ya que cuando los abro es de día, lo sé por el halo de luz que atraviesa la cueva.

Huele delicioso, a manzanas y canela.

Me incorporo, en un rincón Finn está sentado frente a una fogata pequeña en la que reposa una olla la cual remueve con cuidado.

—Buenos días —me sonríe.

—¿Y los demás? —mi voz suena rasposa.

—Han aprovechando que ya no hace tanto frío para bañarse y lavar su ropa.

—Es peligroso que estén allá afuera, Finn, los encapuchados...

—Descuida —interrumpe—, este perímetro está protegido con un campo de energía que Alison y Geraldine hicieron hace tiempo. Repelará a nuestros enemigos.

—Vale —decido creerle.

Vierte el contenido de la olla en un plato hondo. Se sienta a mi lado y me lo entrega.

Una vez que termino de comer salimos de la cueva. Es verdad que ya no hace tanto frio a comparación de ayer, aunque si me lo preguntan, yo esperaría a que haga más calorcito para zambullirme en el agua. Menos mal que la primavera está por llegar.

En efecto, Caleb lava sus camisas tallándolas sobre una piedra junto al rio mientras que Alba y Marisol se lavan el cabello estando en camisón con los pies metidos en el agua. Sus vestidos cuelgan húmedos de las ramas de los arboles para secarse.

Justo cuando me voy a sentar con las chicas porque me estoy animando a lavarme el cabello y conversar con ellas, se levantan. Alba se va por la derecha y Marisol a la izquierda. Trato de restarle importancia y no demuestro que me he entristecido.

¿A qué se debe la hostilidad? ¿Es mi sola presencia lo que les molesta? Si es así ¿por qué?

Ni siquiera se han dado la oportunidad de conocerme.

Feint [Fillie]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora