Capítulo 12

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Despierto en una habitación preciosa de dimensiones mayores a la cueva, y a cualquier otra habitación en la que he estado. Aquí bien podría caber una sala, cocina, cuarto de baño y una habitación. La cama en la que me encuentro es tan amplia que en ella podrían dormir unas diez personas, las cobijas beige con detalles rosas hacen juego con las largas cortinas que cubren los ventanales de mi flanco derecho. La estructura de la cama tiene un acabado brillante en color dorado, así como los burós de los costados de la cama, el ropero, el tocador y su banquito, los cepillos que reposan sobre éste, y el escritorio con su silla.

Las paredes son demasiado altas y están cubiertas por un tapiz floreado en tonos neutros.

Seguramente hubiera saltado de emoción y felicidad al ver tan bello lugar de no ser que esto le pertenece a Aren, que es parte de su guarida y me ha traído para que le sane luego de que se someta a un ritual para que los selux se manifiesten en él y le revelen donde está el tesoro que busca.

Salto de la cama.

Debo huir. Corro las cortinas con la finalidad de abrir la ventanas y largarme pero me detengo porque, en primera, no se pueden abrir. No tienen candados ni nada, simplemente la manija no cede. Aparte, me encuentro a muchos metros por encima de los arboles del bosque, lo que probablemente signifique que esta habitación se ubica en un tercer piso o algo parecido, de una casa en la montaña más alta de las Rosas.

—Finn... —hasta ahora me acuerdo de él. Aren prometió que vendría con nosotros ¿dónde estará exactamente?

Me dirijo a la puerta. Buscaré a Finn. Giro el pomo y tampoco cede.

—¡Déjenme salir! —aporreo y grito— ¡Finn! ¡Finn!

Entro en desesperación y los aporreos se convierten en patadas, sin embargo, me detengo porque en lugar de dañar a la puerta y hacerle un mínimo boquete, he sido yo la que se ha lastimado.

Tras de unos segundos la puerta se abre.

—Haces mucho escándalo, princesita.

—Alba...

—Millie... —enarca la ceja de forma altanera.

—Estás... Estás bien... Aren no te ha torturado... —estoy a punto de darle un abrazo. Aunque ella no me agrade, es para mi un gran alivio verla con bien.

—No me toques —se aleja, como si yo estuviera llena de lodo o apestara.

Dejo caer los brazos y esbozo una mueca azorada.

—¿Cómo se encuentra Marisol? ¿Y Caleb?

—Deprisa —dice tajante.

—¿A donde vamos?

—Aren quiere verte —dice como si fuera bastante obvio.

—¿Te está obligando a servirle? No hace falta que le sigas obedeciendo —digo casi corriendo tras ella pues camina demasiado rápido—, he desarrollado mi don y ustedes, el equipo entero sabe luchar y tienen un plan para acabar con Aren. Podemos hacerlo ahora.

No responde.

—Alba, sé que estás obedeciendo a Aren porque temes que te ataque, y lo comprendo. Créeme, yo haría lo mismo, no me resistiría o me iría peor. Sin embargo, ya que todo el equipo de Alison está aquí, opino que debemos aprovechar y hacer lo que ustedes tanto querían hacer: Eliminarlo —insisto.

—Guarda silencio, princesita.

Cuadros cuelgan de las paredes del corredor: Dibujos hermosos, pinturas que en mi vida había visto. Los detalles de las paredes son sumamente elegantes, algo que tampoco había visto ni en el lirio ni mucho menos aquí en las Rosas.

Feint [Fillie]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora