Capítulo 13

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En cuanto Finn se ha marchado, abajo se ha desatado un caos. Se escucha que corren de aquí para allá, hay gritos de lucha, gritos dolorosos, se escuchan golpes secos y cosas estrellarse contra el suelo y las paredes.

La curiosidad me gana, termino asomándome entre los postes el barandal que bordean el corredor, sentada de cuclillas. ¡Geraldine y Noah luchando contra todos los encapuchados! Están rodeados, atacan y contraatacan lanzando energía con una destreza asombrosa, aún cuando los dos parecen cadáveres torturados.

En eso, Geraldine extiende las palmas y luego da un aplauso. Todos excepto ella caen de espaldas y la lucha termina automáticamente. Geraldine se tambalea y entonces escucho la risa escalofriante de Aren.

—Magnífico. ¿Dónde aprendiste a hacer esto? —él aparece en mi campo de visión. Camina despreocupadamente, con las manos en los bolsillos, pasa incluso sobre sus encapuchados, les pisa los dedos y a él no le importa. Queda frente a Geraldine y enarca las cejas en espera de su respuesta.

—Trae a Charlie —gruñe Geraldine.

—¿A tu padre? Pero si él está muerto, querida.

Ella aprieta los puños.

—A Heaton. Tráelo para que entre a la mente de Noah. Verás que te dirá lo mismo que yo. Noah no guarda ni un solo recuerdo de Sadie.

Aren chasca la lengua expresando preocupación.

—Está algo ocupado. Y aquí el único que da las ordenes soy yo.

—Trae a Heaton o la mato —sin despegar la vista de Aren, Geraldine señala justo donde me encuentro.

Trago en seco.

Aren y los encapuchados se vuelven al mismo tiempo hacia mi.

—No te atreves —Aren se encoge de hombros, coincido con él.

Geraldine no me lastimaría, lo dice para presionar a Aren.

—¿Que no? —Geraldine suelta una risita burlona y a continuación, me apunta con su mano y siento un tirón en el ombligo, una fuerza que me ha atraído y me hace levitar por encima de todos ellos.

El pánico acude a mi al instante, me remuevo, quiero agarrarme de algo. Ay cielos, no quiero caer. Geraldine, estás loca. Ayuda. Ayuda.

—Caída libre o puedo volarle la cabeza y tendremos una lluvia de sesos —dice Geraldine sin escrúpulos, tan directa como siempre, poniendo las cartas sobre la mesa, proclamándose vencedora. Su convicción me asusta y le pido mentalmente que no me mate.

—Me causas ternura, Geraldine —comenta Aren cruzándose de brazos—. Sin embargo ambos sabemos que no lo harás, no la matarás porque la necesitas tanto como yo.

—Yo no necesito a nadie.

Geraldine baja la mano y me deja caer. El estómago se me sube a la garganta y en su lugar tengo un enorme hueco. Me deshago en gritos. Todo ocurre demasiado rápido y cierro los ojos para recibir el impacto, sin embargo, este no ocurre. Sigo gritando y me doy cuenta de que un humo blanco impide mi caída, me mantiene levitando a unos centímetros del suelo; huele a café, chocolate y vainilla, justo como... Vaya, justo como los guisos que Finn me preparaba para el desayuno.

—Muchas gracias, Finnie —dice Aren.

—¡Te voy a matar Wolfhard! —grita Geraldine.

—Mataré a tu madre si no te callas y dejas de darme sustos —replica Aren a su vez.

Poco a poco desciendo en el suelo. El humo se discipa y me incorporo. Por el rabillo del ojo veo a Finn guardándose en los bolsillos del pantalón granos de café.

Feint [Fillie]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora