Capítulo XV: La noche con relámpagos.

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Rukia se hallaba a solas en las almenas, mirando en dirección a las marismas, mientras el viento jugueteaba con sus cabellos. La esperanza de que el «novio» no acudiera a la boda, prevista para dentro de dos horas, se había desvanecido minutos antes, cuando un guardia del castillo acudió para informarle que los jinetes ya se aproximaban. Ciento cincuenta caballeros montados cabalgan hacia el puente levadizo, y la luz del sol poniente se reflejaba sobre sus brillantes escudos, convirtiéndolos en reluciente oro. Los estandartes con la figura del lobo ondeaban siniestros ante sus propios ojos.

Con la misma ausencia de emociones que experimentaba desde hacía cinco días, permaneció donde estaba, observando a los caballeros acercarse a las puertas del castillo. Observó de pronto que había mujeres entre ellos, y unos pocos estandartes diferentes de los del Lobo. Le habían dicho que en la ceremonia de esa noche estarían presentes algunos nobles ingleses, pero no esperaba que hubiera mujeres. De mala gana, dirigió la mirada hacia el hombre de anchos hombros que cabalgaba al frente del grupo, con la cabeza desnuda y sin escudo ni espada, a lomos de un gran alazán negro de abundantes crines que sólo podía haber sido engendrado por Thor. Al lado de Ichigo cabalgaba Chad, también con la cabeza descubierta y sin armadura, y Rukia supuso que era su forma de indicar su mayor desprecio por cualquier intento del clan Kuchiki de tenderles una emboscada.

Desde la distancia, Rukia no distinguió bien el cabello naranja de Ichigo Kurosaki, pero mientras esperaba a que hicieran descender el puente levadizo, casi pudo advertir su impaciencia.

Como si hubiera percibido que ella lo observaba, Ichigo levantó de pronto la cabeza, recorrió con la mirada las almenas del castillo y ella, sin tener la intención de hacerlo, se apretó contra el muro para ocultarse ante su vista. Temor. Se dio cuenta con asco de que la primera emoción que experimentaba desde hacía cinco días era temor. Enderezó los hombros, se volvió y entró en el castillo.

Dos horas más tarde, Rukia se contempló en el espejo. La sensación de agradable insensibilidad que se desvaneció en las almenas, había sido reemplazada por una fuerte emoción. Pero el rostro que aparecía ahora reflejado en el espejo no era más que una máscara pálida sin emoción alguna.

— No será tan terrible como piensas, Kia —le dijo Orihime, que hacía todo lo posible por infundirle ánimos mientras ayudaba a dos doncellas a enderezarle la cola del vestido—. Todo habrá terminado en menos de una hora.

— Si al menos el matrimonio pudiera ser tan corto como la boda —dijo Rukia, abatida.

— Sir Uryu está abajo, en el salón. Yo misma lo he visto. No permitirá que el duque haga nada que os avergüence. Es un caballero fuerte y honorable.

Rukia se volvió y estudió el rostro de su hermana con una sonrisa triste y enigmática.

— Uryu, ¿hablamos del mismo «honorable caballero» que nos secuestró?

— Bueno — replicó Orihime, a la defensiva—, al menos no intentó establecer ningún trato inmoral conmigo, lo que no puede decirse de su hermano.

— Eso es muy cierto —admitió Rukia, completamente distraída por el momento de sus propias cuitas—. Sin embargo, esta noche yo no contaría con su buena voluntad. No me cabe la menor duda de que deseará retorcerte el cuello en cuanto te vea, porque ahora sabe que lo engañaste.

[+18] [AU ICHIRUKI] ★Noche estrellada★ BleachDonde viven las historias. Descúbrelo ahora