Capítulo X: Eclipse solar I.

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Después de cenar, sentado al lado de Rukia, con el brazo alrededor de la espalda de ésta, Ichigo contempló con expresión pensativa cómo Rukia deslumbraba deliberadamente a los cuatro caballeros que aún permanecían sentados a la mesa. No le parecía sorprendente que Urahara, Hisahi y Keigo permanecieran durante tanto tiempo de sobremesa. Por una parte, Rukia ofrecía un aspecto deslumbrante, con un vestido de terciopelo azul cielo guarnecido de satén color crema. Por otro lado, ya durante la cena, Rukia empezó a mostrarse animada, afable y alegre, y ahora todos eran testigos de un rasgo de su carácter que incluso era nuevo para Ichigo. Contó entretenidas historias sobre su vida en la abadía, y sobre la abadesa francesa que insistía, entre otras cosas, en que Rukia y Orihime aprendieran a hablar sin su acento escocés.

Se propuso deliberadamente seducir a los presentes y, mientras Ichigo hacia girar pensativamente la plateada copa de vino entre los dedos, fue ese mismo esfuerzo el que le divirtió y le exasperó a un tiempo.

Rukia había transformado una velada que se anunciaba aburrida, entre otras cosas porque la cena incluía cordero asado, pato y gorriones, así como bandejas de grasiento cocido y empanadas de algo que a Ichigo le hizo pensar en las gachas. Desde luego, reflexionó él con asco, la comida de "las noches" apenas si era mejor que la que tomaba en el campo de batalla.

Si Rukia no hubiera decidido mostrarse tan encantadora, sus caballeros habrían comido apenas lo suficiente para llenar el estómago, y luego se habrían retirado sin pérdida de tiempo. Pero Ichigo advirtió que lo que ella pretendía era retrasar todo lo posible el momento en que tuviera que subir a sus habitaciones con él.

Rukia dijo algo que hizo reír con ganas a Hisahi, Keigo y Urahara, y el conde miró casualmente hacia la izquierda, donde se sentaba Chad. Observó extrañado que éste era el único de los presentes que no había sucumbido al hechizo de Rukia. Con la silla apoyada contra el muro, equilibrada sobre sus patas traseras, Chad observaba a Rukia con expresión de recelo y desaprobación, indicando con su actitud distante que no se dejaba engañar por la complacencia de la muchacha y que no creía que pudiera confiarse en ella ni por un instante.

Durante la última hora, Ichigo había estado dispuesto a tolerar las artimañas de Rukia, a disfrutar de su compañía y a saborear la expectativa de lo que llegaría después. Ahora, sin embargo, deseaba pasar a la acción.

— Ichigo —dijo Hisahi, sin dejar de reír—, ¿verdad que ha sido divertida la historia que Lady Rukia acaba de contarnos?

— Mucho —respondió Ichigo. En lugar de ponerse bruscamente de pie y dar por concluida la velada, eligió un método más sutil. Dirigió a Hisahi una mirada que inequívocamente indicaba que la cena había acabado.

Demasiado ocupada con sus propias preocupaciones como para observar el sutil intercambio de miradas, Rukia se volvió hacia Ichigo con una amplia sonrisa, al tiempo que buscaba apresuradamente un nuevo tema con el que mantener a todos entretenidos. Pero antes de que pudiera decir nada todos los caballeros se levantaron, le desearon las buenas noches y llevaron las sillas junto al fuego.

— ¿No os parece un tanto extraño que se hayan marchado de manera tan brusca?

— Me habría parecido mucho más extraño que se hubiesen quedado.

— ¿Por qué?

— Porque le he dicho que se marcharan.

Ichigo también se levantó y llegó el momento que Rukia, más había temido durante el día. Lo comprobó allí mismo, cuando él la miró fijamente y tendió la mano hacia ella indicándole que también se levantara. Al hacerlo, ella notó que le temblaban las rodillas. Recelosa, apartó la mano con gesto adusto.

[+18] [AU ICHIRUKI] ★Noche estrellada★ BleachDonde viven las historias. Descúbrelo ahora