Capítulo XIX: Día de juicio.

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Rukia estaba de pie ante la ventana salediza, mirando hacia el patio de armas, con una sonrisa en el rostro al recordar lo ocurrido la noche anterior. A juzgar por el ángulo del sol, debía de ser ya media mañana, y hacía apenas una hora que se había levantado, tras dormir hasta más tarde que nunca. Esa misma mañana, Ichigo le había hecho nuevamente el amor, lenta y prolongadamente, esta vez con una gentileza exquisita y contenida que, incluso ahora, hacía que a Rukia se le acelerara el pulso sólo de pensarlo.

No le había dicho que la amaba, pero lo cierto era que la amaba, de ello estaba segura, por muy inexperta que fuese en el amor.

Rukia se volvió hacia la doncella, que le sostenía otro vestido apresuradamente adaptado a su talla, en esta ocasión una prenda de suave cachemir de color crema. A pesar de la expresión severa y malhumorada de la doncella, Rukia estaba absolutamente decidida a romper las barreras e iniciar una buena relación con sus siervos. Si había podido aplacar a un lobo, no le sería tan difícil ganarse la simpatía de sus sirvientes. Buscó algo que decirle a la doncella, aceptó el vestido y señaló con su ademán la bañera situada en la alcoba. Comprendió que aquel era un buen tema para iniciar una conversación.

— Esa bañera es lo bastante grande como para que quepan cuatro o cinco personas. En casa nos bañábamos en el lago, o nos las arreglábamos con una pequeña bañera de madera que sólo contenía agua suficiente para cubrir hasta el pecho.

— Aquí estamos en Inglaterra, mi lady — replicó Mahana al tiempo que recogía el vestido que su señora había llevado la noche anterior.

Rukia le dirigió una mirada de asombro, sin estar muy segura de haber advertido en el tono de su voz cierto matiz de superioridad.

— ¿Es que todas las grandes mansiones de Inglaterra tienen bañeras tan enormes y chimeneas y... cosas como éstas? — preguntó haciendo un amplio ademán con el brazo que incluía la lujosa habitación, con sus cortinajes de terciopelo y las mullidas esteras que cubrían el sucio.

— No, mi lady. Pero estáis en World Hollow, y Findoll... el mayordomo del amo, que lo fuera también del señor anterior, tiene órdenes de mantener el castillo en las condiciones adecuadas para recibir a un rey. Cada semana se le saca brillo a la plata, y no se permite que se acumule polvo en los tapices ni en los suelos. Y si algo se estropea, se tira y se sustituye.

— Se debe de necesitar mucho trabajo para mantenerlo todo tan perfecto — comentó Rukia.

— En efecto, pero el nuevo amo le ha dicho a Findoll lo que tiene que hacer, y Findoll, a pesar de ser un hombre duro y orgulloso, hará lo que se le dice, al margen de lo que sienta hacia la persona que se lo ordene.

Este último y asombroso comentario revelaba tal sentimiento de amargura y resentimiento, que por un instante Rukia creyó que no había escuchado correctamente. Frunció el entrecejo y se volvió hacia la doncella.

— Mahana, ¿qué queréis decir?

Evidentemente, Mahana se dio cuenta de que había hablado demasiado, porque palideció y se puso tensa, y dirigió a Rukia una mirada cargada de temor.

— No he querido decir nada, mi lady. ¡Nada! Todos nos sentimos orgullosos de tener en casa al amo, y si sus enemigos acudieran aquí, como seguramente harán, nos sentiremos orgullosos de entregarle nuestras cosechas, nuestros hombres e incluso nuestro hijos para la batalla. ¡Orgullosos! —repitió en voz baja y desesperada en la que, sin embargo, se detectaba un matiz de colérico resentimiento—. Somos un pueblo bueno y leal, y no le deseamos ningún mal al amo por lo que hizo. Sólo confiamos en que no tenga nada contra nosotros.

[+18] [AU ICHIRUKI] ★Noche estrellada★ BleachDonde viven las historias. Descúbrelo ahora