Capitulo XVI: Hijo y priorato.

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La tormenta que había amenazado con desatarse durante los últimos dos días, estalló ahora con espíritu vengativo, e hizo que el cielo permaneciera oscuro hasta un par de horas después de que hubiese amanecido. La lluvia caía con fuerza, azotando sus rostros e inclinando los árboles jóvenes. A pesar de todo, el grupo continuó su lento avance y se mantuvo, siempre que le fue posible, al amparo del bosque.

Con los hombros inclinados hacia delante, Ichigo dejó que la lluvia le golpeara la espalda, molesto por tener que mantener es postura a fin de proteger con su cuerpo a la agotada mujer responsable de todo lo que le ocurría y que ahora dormía, inquieta, contra su pecho.

Con disimulo acercó su nariz a la cabellera azabache de la mujer y aspiró lentamente:

"Lavanda" concluyó, provocándole un vuelco en el estómago.

El sol permanecía oculto por negros nubarrones, y de no haber sido por la lluvia ya haría horas que habrían llegado al lugar que él buscaba. Con expresión ausente, Ichigo dio una palmada en el reluciente cuello de Zangetsu, el magnífico hijo de Nuit, que llevaba su doble carga con la facilidad propia de su estirpe. El ligero movimiento de su mano pareció despertar a Rukia, pero ella sólo se removió para apretarse aún más contra el calor del cuerpo de Ichigo. En otro tiempo no muy lejano ese mismo movimiento le habría hecho desear abrazarla, pero no ahora. Cuando tuviera necesidad de su cuerpo, lo utilizaría, pero ya no volvería a hacerlo con ternura y gentileza. Haría a esa ramera traicionera objeto de su lujuria, y nada más que eso. Se había dejado engañar por su juventud, sus grandes ojos violetas, sus conmovedoras mentiras, pero ya no volvería a ocurrir, aunque su corazón siguiera deseando llamarla "amor mío".

Como si se diese cuenta de repente de dónde estaba y de lo que hacía, Rukia se agitó de nuevo entre los brazos del Lobo, abrió los ojos y miró alrededor.

— ¿Dónde estamos? —preguntó con voz deliciosamente ronca a causa del sueño, lo cual hizo que Ichigo recordara las palabras que susurró cuando la despertó para hacerle el amor de nuevo, durante la interminable noche de pasión que habían pasado juntos en el castillo de "las noches".

Su mandíbula se endureció al rechazar fríamente aquel recuerdo y bajó la mirada hacia el rostro, vuelto hacia él, para observar el desconcierto que ahora sustituía a su altivez habitual.

Al comprobar que él permanecía en silencio, Rukia insistió con un débil suspiro.

— ¿Adónde vamos?

— Nos dirigimos hacia el oeste, por el suroeste —contestó lacónicamente.

— ¿Sería una impertinencia de mi parte preguntar por nuestro destino?

— Sí, lo sería —contestó él de mala gana.

Rukia sintió que los últimos restos de sueño se desvanecían de su mente, y se enderezó al advertir cuán incómodo debía de ser para Ichigo mantener el cuerpo inclinado sobre el suyo. La lluvia le golpeó en la cara al apartar el abrigo que la protegía, y distinguió las figuras que, envueltas en las capas e inclinadas sobre sus monturas, avanzaban entre los árboles del bosque. Uryu Kurosaki cabalgaba a su izquierda, y Chad a su derecha.

Tía Momo estaba despierta y se mantenía erguida sobre la silla. Miró a Rukia con una sonrisa tranquilizadora, lo cual indicaba bien a las claras que le complacía estar en cualquier parte que no fuera la casa en que la habían recluido. La noche anterior, en la balsa, había dicho a su sobrina que había logrado engañar al duque y convencerlo e que la llevara consigo, y eso era todo lo que Rukia sabía. Por otra parte, no le quitaron la mordaza hasta que el sueño la venció.

[+18] [AU ICHIRUKI] ★Noche estrellada★ BleachDonde viven las historias. Descúbrelo ahora