Capítulo 20

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JongHyun despertó muy temprano la mañana de ese día. No sabía cómo sentirse, si desanimado o esperanzado por conseguir una solución de último momento. Sea lo que sea, el día había llegado, la fase menguante sibosa de la luna la noche anterior se lo había dicho. Su diosa Dalnim lo había consolado con la caricia del viento y el manto de su rayo lunar.

Miró a JinKi a su lado y su rostro enrojeció por completo. El masculino pero tierno rostro del aludido descansaba a su lado, parecía que podía seguir durmiendo unas horas más. No es como si hubiese pasado algo escandaloso, ellos habían regresado después de haber sentido por todo el camino una desagradable sensación. JongHyun sintió malestar, su espalda dolía a morir y cuando la observó al irse a duchar, notó rasguños y golpes que marcaban su piel. JinKi también lo notó y con sorpresa observó el momento justo en el que se formaba una gran cicatriz en JongHyun.

—¿¡Pero qué!?

JongHyun no podía tener esa clase de golpes, ¡JinKi había visto con sus propios ojos cómo una vez se clavó un cuchillo y no le duró más de unos segundos la marca! Era totalmente extraño. ¿Quién demonios causaba esas cicatrices?

Sea lo que sea, JinKi abrazó con fuerza al menor y como si fuera un escudo, JongHyun dejó de sentir el dolor en su espalda. El mayor tuvo que acompañar al príncipe y ayudarlo a ducharse y limpiar sus heridas, haciéndolo con tanta devoción que la cara del príncipe permaneció llena de colores todo el rato.

—Es mejor que durmamos juntos, así nada te pasa —sugirió JinKi, cosa que fue aceptaba y así es como terminaron acercando sus futones para dormir más cerca del otro. JongHyun no dejó de ver al mayor entre la oscuridad hasta que se durmió y JinKi no paró de pensar en todo hasta que cayó en lo mismo. TaeMin no estuvo allí esa noche y en algún momento de esta, JinKi tuvo un presentimiento. Esperaba que su hermano estuviera bien y no se metiera en problemas. JinKi se permitió acariciar el otro y quedar inmerso en el encanto místico de JongHyun hasta quedar dormido.

Antes de que ése mes transcurriera, JongHyun pensaba que estaría así toda la eternidad; maldecido, solo, desamparado. Pero la diosa Gameunjang-aegi parecía tener otros planes, pues terminó justo en la tienda donde aquel encantador muchacho comenzó a trabajar. Las cosas pasaban de manera extraña, desde la primera luna llena la maldición de JongHyun se debilitó y cada noche, dejaba pequeñas notas para aquel muchacho de sonrisa hermosa. Una sonrisa que de alguna forma le recordaba a la de su amada. JongHyun agradecía que JinKi no supiera leer todas las notas o que su caligrafía fuera tan terrible que las hiciera ilegibles. Qué vergüenza si encontraba las partes donde mostraba su lado posesivo. JongHyun ni siquiera sabía cómo se veía capaz de escribir cosas así sólo porque le sonreía a otras personas y no a él, un maniquí.

—Qué tonto... —susurró JongHyun mientras tomaba su té caliente, viendo hacia el almendro. El pequeño capullo en la cima le daba ánimos desde allí, como si todo fuera a salir bien ése día. Casi se lo cree.

Rascó su espalda baja ante el escozor. El dolor físico era algo que no experimentaba de aquella forma desde hace tiempo, se sentía bastante extraño. Se seguía preguntando qué había causado aquellas marcas en su espalda, ¿era eso un buen o un mal pronóstico para él?

JongHyun miró al cielo y se aseguró de observarlo bien. Quería tener el recuerdo de este cuando estaba libre, por si volvía al maniquí esa noche. Aunque no quisiera, estaba listo por si debía, o eso pretendía pensar.

—¿Y bien, Haemosu? ¿Qué tienes para mí hoy?

(  .  .  .  )

TaeMin gimió adolorido cuando se removió por el frío, un dolor en el cuerpo le molestaba. Sus brazos temblaron cuando se apoyó en la mullida superficie para levantarse, pequeños gimoteos escapaban de sus labios por su cuerpo adolorido. Miró que sus muñecas tenían marcas rojas, su cabeza dio vueltas intentando recordar todo. El sitio a su alrededor no le entraba en la mente, nunca había estado allí. Estaba en una cama donde perfectamente entrarían cinco personas, la habitación era gigantesca, el diseño era oriental.  Un fuego azúl iluminaba todo.

Maniquí ♡ jongyu¡! Donde viven las historias. Descúbrelo ahora