Capítulo 9.2 "EL CAMINO CORRECTO"

66 6 3
                                    

Tal y como debía suceder, la comunidad completa se congregó en torno a la arena, el sitio dónde ocurriría el enfrentamiento. De manera privilegiada se encontraba Lev, Alonso, Valentín, Odette y Mavros. Valentín era el sujeto joven y formal que preguntó por la opinión de Alonso, Mavros en cambio era el rubio encanecido que había dispuesto de la voluntad del inmune sin su consentimiento.

Mauro también se encontraba cerca, era uno de los vigilantes de más alto rango y de confianza de Lev.

—¿Vendrá la doctora Maeling a este evento? —cuestionó Alonso.

—Lo dudo, señor. La doctora está siempre muy ocupada, no suele venir a estos asuntos excepto cuando el señor Lev se lo ordena —comentó Mauro.

—¿Morirá alguien?

—Sólo si el señor Lev lo decide, por lo general sí —afirmó el oficial.

Después de aquella aclaración sonó una campana que daba inicio al enfrentamiento. Antes de este comenzara fueron presentados los dos contrincantes. Se trataba de Yurano y Titán, ambos sujetos con un historial impresionante de asesinatos.

Yurano era un militar, desde joven participaba en combates, tenía antecedentes criminales por matar a un sujeto, también en prisión había asesinado a otro hombre. Fue indultado cuando tenía unos años de condena con la posibilidad de enlistarse en la guerra contra Alejandría. Desde la caída de Adrussia vivía en el hipódromo, compartía habitación con una chica que también era militar, a ella la encontraron violada en el bosque y empalada desde su trasero hasta su cabeza, ya estaba convertida. Por el contrario, Titán no era militar, solía recoger la basura en una empresa de limpieza, a raíz de su impulsividad violó y mató a una de las mujeres que era amable con él, fue condenado a quince años y un día. Para su fortuna cuándo inicio la pandemia, tanto él como sus compañeros que estaban siendo trasladados a otra cárcel escaparon del camión blindado y tomaron sus caminos, aquellos le trajeron hasta el hipódromo donde actuaba como uno de los matones de Lev.

Sin mucho preámbulo, Alonso entendió que tenía que observar la pelea de dos máquinas destinadas a matarse la una a la otra. En eso tomó posición Alonso en la esquina del balcón de observación, a su lado se sentó Lev mientras que al otro costado se ubicó Valentín.

—¿Alguna preferencia? —cuestionó Valentín.

—Por lo que escuché de ambos, los dos son peligrosos, no sabría por cual decidirme —comentó Alonso, sin dejar de observar a ambos rivales.

—Es cierto, cosa difícil es determinar quién vive o quién muere, por suerte es Lev quién tiene esa función. Aunque Yurano no se verá muy favorecido por eso —comentó Valentín en voz baja.

—¿Por qué?

—Yurano se relacionó con la favorita de Lev, dicen que fue el mismo Titán quién la violó y mató —aseguró Valentín. Lo mínimo que esos comentarios generaron en Alonso fue duda, ganas de saber más.

Justo en ese momento la campana volvió a sonar y la pelea inició.

De inmediato Titán se acercó amenazante, pero gracias a su rapidez Yurano pudo escapar de su verdugo.

—Yurano debería ganar, debería tener la posibilidad de hacer justicia, igual que todos ¿no te parece? —cuestionó Valentín.

—No es la justicia lo que está en juego, sólo la fuerza —respondió Alonso.

—Estas peleas son voluntarias, Yurano está peleando por su propia voluntad, hay una razón por la cual tomó la decisión de pelear hoy. —El tono de voz con el cual Valentín decía las frases era misterioso, Alonso intuía que algo ocultaba.

Mientras Valentín seguía pronunciando frases intelectuales al oído de Alonso, Lev se enfocaba en la pelea. Miraba fascinado como la aparente omnipotencia de Titán se comparaba ante la destreza de Yurano, este último no perdía ocasión para golpear rápidamente a su atacante. Titán se lanzó al suelo en busca de los pies de Yurano, logró sujetar una pierna y lanzar al hombre como si se tratase de un muñeco hacia el suelo.

—¡Bravo! —pronunció la multitud enardecida.

Yurano se puso en pie y continuó golpeando las costillas de su atacante, este al acecho le golpeó en el rostro, sin embargo, aquello era sólo uno de los tantos golpes que fueron y regresaron para cada uno. La pelea se extendió emocionante por casi un cuarto de hora, hasta que nuevamente Yurano se vio entre los peligrosos brazos oscuros de su agresor, fue entonces cuando Titán lo apretó con todas sus fuerzas evitando que este pudiese respirar, momento en el cual producto de la desesperación Yurano golpeó la parte baja de Titán, obligando a retirarse por el momento.

—Te voy a matar así como maté a la zorra de tu puta. ¡La destrocé por dentro! —exclamó Titán.

Yurano comenzó a sentir frustración, quería ver a Titán muerto, pero en tales condiciones sabía que para causarle daño a su enemigo debía sacrificarse, incluso su vida pondría a disposición para causarle el mayor dolor posible a Titán.

—¿Por qué no me respondes? —cuestionó nuevamente Titán.

En un último asalto, Titán golpeó el rostro de Yurano, este cayó al suelo aturdido, entonces se le echó al cuello para matarle. Le iba a arrancar la cabeza si es que Lev, el indiscutible dueño de todo y de todos le permitía hacerlo.

Lev, entendiendo cuál era su rol, se levantó entre los vítores y los aplausos, incluso entre los rechazos de aquellos que habían puesto su fe y dinero en Yurano.

—¿Qué sucederá ahora? —cuestionó Alonso, nervioso.

—El poder le ganará a la justicia —comentó Valentín.

Lev tomó la palabra, una persona le sostenía un altavoz, ni eso era capaz de hacer por sí mismo.

—Mis queridos amigos, hermanos de la supervivencia. La selección y el universo han conspirado a favor de Titán.

—¡Titán! ¡Titán! —gritaba la multitud. —¡Mátalo, mátalo! —repetían con violencia.

—Cómo siempre, sus sugerencias serán escuchadas pero quiero en esta oportunidad, que nuestro Alonso ¡El inmune! Sea quién se pronuncie por un juicio.

—¿Yo? —cuestionó Alonso, sin entender nada.

—¿Vive o muere?

—La fuerza no puede ganarle a la justicia —pronunció Valentín. Entonces Alonso miró a la multitud, algo nervioso y sin entender muy bien la situación pronunció el juicio.

—¡Que viva!

Titán miró a Alonso y luego a Lev, no entendía la sentencia, ¿podría acaso desconocer tal veredicto si es que Lev daba la orden de hacerlo?

—Alonso miró, Alonso habló, respetado sea Alonso —afirmó Lev, dando indirectamente la orden para que Yurano no fuese ejecutado. 

La Última Pandemia IVDonde viven las historias. Descúbrelo ahora