Capítulo 17.2 "El enemigo entre nosotros"

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Todavía en el primer piso, sin pistas del hombre alto y rubio, Aarón caminaba con actitud sigilosa, se sentía observado víctima de la desconfianza que le producía estar allí, en ese momento.

El hombre avanzó hasta el otro extremo del patio, llegando hasta una sala con puerta ancha que parecía estar cerrada por dentro. Aarón sacó su arma y disparó a la puerta dañando la cerradura, motivo por el cuál pudo abrir la puerta rápidamente. En el interior habian dos personas convertidas, no podía caminar pues estaban en deplorables condiciones, postrados en unos sacos de dormir.

Al girar para ver el desastre se encontró con un perro, peludo con manchas cafés y blanco, de nariz larga que estaba asesinado, tenía un disparo en la cabeza que no había logrado destruirle, sólo la perforó matándolo. Entonces Aarón sintió una fría angustia, los dos muertos parecian ser abuelos, gente que intentó luchar contra la muerte, que se escondió pero que no pudo evitar morir.

Después de eso, un ruido desde un mueble le distrajo, pensó que podía ser el tipo que buscaba pero no, al abrir la puerta del gabinete se encontró con un niño reanimado dentro, aquello le hizo recordar a Alonso y Antonio, cuando los hermanos se encontraron en circunstancias similares.

No había otra cosa que hacer que liberarle de su agonía, disparándole, deshaciéndose de ese fantasma que representaba su propio dolor.

El disparo se escuchó por todo el lugar.

...

En el baño del segundo piso, Alice y Vyacheslav se esforzaban por desatornillar el respirador del baño sobre la puerta, con la cadena de Alice la que emulaba una cruz de plata, el hombre procedió a liberar tornillo por tornillo hasta que el respirador metálico cayó sobre la cabeza de los reanimados y luego al suelo.

—¿Al menos alguno se murió? —preguntó Alice.

—No, ninguno, no les hizo ni cosquillas —respondió el hombre, al sacar su cabeza hacia afuera.

—¿Qué haremos ahora?

—Saca mi arma del bolsillo, les trataré de disparar desde aquí —comentó el hombre, autorizando a Alice a meter sus manos en el pantalón del hombre.

—Bien, toma, le quité el seguro —. La mujer hizo entrega del arma.

Vyacheslav entonces recibió el revólver y disparó unas cuantas veces a los muertos de fuera, algunos, quizás un par continuaban moviéndose.

—¿Se puede abrir la puerta ya?

—No, hay más en el hueco de la puerta y vienen otros por el pasillo.

—¿Qué hacemos ahora? —cuestionó Alice.

—Habla con Aarón.

La recomendación de Vyacheslav fue tomada por Alice, quién de inmediato llamó a Aarón por el comunicador. Este se encontraba en otra sala, guardando en su gran mochila libros, lápices y otros recursos que encontró, los cuales serían de mucha ayuda en pequeño establecimiento que Grace estaba construyendo en el condominio.

—Aarón ¿Me escuchas?

—Fuerte y claro, ¿qué pasa?

—Hay unos cuantos podridos afuera del baño, estoy encerrada con Vyacheslav

—¿Estás encerrada con Vyacheslav en el baño?

—No —dijo Alice.

—Si —intervino Vyacheslav.

—¿Cómo? ¿Sí o no?

—Sí, pero es que hubo un disparo y llegaron más reanimados y ahora no podemos salir ni tampoco matarles.

—Iré a ver qué pasa —pronunció el psicólogo, alistando sus cosas y acarreando en su espalda la mochila cada vez más pesada.

Al salir de la sala, un hombre se abalanzó sobre Aarón, empujándole hacia el patio interno, provocando que ambos cayesen estrepitosamente sobre el pavimento. Juntos forcejeaban, el uno contra el otro, momento en el que Aarón se vio bajo el hombre mientras este le miraba con la mirada perdida, en las manos tenía unas cadenas con las que comenzaba a ahorcar a Aarón hasta que este comenzaba a desesperarse intentando liberarse, sin embargo no pudo luchar más ante la potencia de su adversario y cerró sus ojos sin respirar nuevamente.

El hombre al reincorporarse, se levantó dejando a Aarón en el suelo a sus espaldas mientras al frente un par de reanimados venía hacia él para atacarle. Eficientemente disparó a uno de los reanimados deshaciéndose de él mientras el otro se acercaba todavía.

De pronto un disparo se escuchó, se trataba de uno percutido por el arma de Aarón hacia el segundo reanimado, al voltearse el hombre rubio se encontró con la imagen de Aarón quién yacía de pie, absolutamente capaz de defenderse.

—Arroja tu arma y tu mochila hacia acá —pronunció el sujeto.

Aarón entonces le disparó en la mano que tenía el arma, destrozándosela en un alarido fuerte, después le disparó en una pierna, haciéndole caer.

—Si decides atacar entonces tienes que decidir ganar —pronunció Aarón, justo antes de tomar su bolso y entrar a nuevamente a la escuela, dejando al herido a merced de un grupo de reanimados que se aproximaba. Con desesperación el hombre empuñó el arma con su otra mano e intentó dispararles a los seres putrefactos, pero desapareció al ser rodeado por ellos. 

La Última Pandemia IVDonde viven las historias. Descúbrelo ahora