Capítulo 16.1 "Salud Mental"

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Habían pasado unos cuántos días desde el éxodo de algunos sobrevivientes desde el internado hasta el condominio. En ese contexto de adaptación y planificación, Aarón conversaba junto a Scarleth, Colby, Grace, Alice, Miroslava y Ruslan.

—Usaremos la casa comunitaria como la nueva bodega, Scarleth tendrá las llaves y los inventarios al igual que como en el internado —dictaminó Aarón, mientras manipulaba unos papeles y planos sobre la mesa de la bodega comunitaria.

—Perfecto —comentó Scarleth.

—¿Qué sucederá con esta bodega? —cuestionó Ruslan.

—¿Creen que sería bueno asignarla como una armería? —preguntó Aarón.

—Creo que es mejor que las armas estén en la casa comunitaria, esta bodega podría servir como un salón de reuniones para la comunidad, en la casa sería muy incómodo porque no es tan grande —pronunció Colby.

—Tienes razón, además aquí está muy expuesto todo, no sería bueno tener las armas aquí.

—Opino lo mismo — Miroslava llevó sus manos a la cadera, en un gesto masculino.

—Bien, creo que ahora sólo hace falta inaugurar todo esto ¿no creen? —cuestionó Scarleth.

—Ya empezó ya, la fiestera —acusó Colby de manera cariñosa.

—No encuentro que sea mala idea, necesitamos crear ese sentimiento de comunidad, perseverar en él —pronunció Aarón.

—Bueno, era una idea no más, tampoco quiero que esto se transforme en un despilfarro de recursos — Scarleth cambió levemente su actitud optimista, ganándose la aprobación de todos los que le escuchaban.

—Podría comenzar luego con las expediciones, así no tendríamos necesidad de usar los recursos que tenemos para organizar algo ¿les parece? —cuestionó Alice.

—Sí, además tenemos que organizar la distribución de recursos, aún no tengo claro si estaremos totalmente independientes del internado o también nos darán parte de los vegetales que saldrán en las tierras de cultivo —cuestionó Aarón.

—Deberían darnos, nosotros trabajamos en la construcción de esas tierras —pronunció Ruslan.

—Además se construyeron gracias a tus propuestas —pronunció Scarleth, mientras se dirigía a Aarón.

—Bueno, de todas formas me interesa que aquí también podamos producir, no quisiera aprovecharme de los niños que hay, pero si existe la posibilidad de impartir alguna asignatura de huerto, sería provechoso, tanto para los niños como para nosotros, ya que nos permitiría contar con la ayuda de los más jóvenes junto con permitirles saber sobre cultivos. —Aarón explicaba, mientras Grace asentía concentrada.

—Sí, yo me haré cargo de eso. —De esa manera, Grace asumía una nueva función.

—Yo trataré de conseguir el asunto de los huertos —comentó Ruslan.

—¿Qué asunto?

—Conseguir los recursos de construcción. Si hacemos los huertos con hidroponía, sería una manera limpia y cómoda de conseguir recursos —explicó el novio de Larissa.

—Me parece bien, Ruslan, creo que ya puedes formar tu equipo de constructores, en esto creo indispensable que en determinadas áreas y objetivos trabajemos juntos, ya que saldrás podrías apoyarte en Alice.

—Es cierto, además ya tenemos un lado... esa ferretería gigante —comentó la mujer.

—Sí, dónde sacaste las cosas del gato —pronunció Ruslan —. También estaba pensando en ese sitio.

—Hablando de gato, debo ir a alimentarlo ¿necesitan algo más? —cuestionó Alice.

—No, pueden retirarse, nos vemos aquí en la reunión de las seis ¿vale? —cuestionó Aarón.

—Vale —respondieron todos al unísono, provocando una tímida sonrisa en el psicólogo.

...

Alice avanzaba a su habitación, cruzó la zona comunitaria en dirección a la casa principal, lugar al cuál ingreso contenta, sabiendo que su pequeño gatito, ya no tan pequeño le esperaba. Al abrir la puerta se encontró a Vyacheslav acariciando al pequeño Sami, su mascota.

—¿Qué haces tú aquí? —cuestionó la mujer, sorprendida por la visita.

—Vine a hablar contigo, Josephine dijo que estabas en la reunión del consejo así que decidí esperarte, espero no te moleste que haya ingresado a tu habitación —comentó el hombre, poniéndose de pie.

—¿Qué necesitas?

—No me gusta esa pregunta —Vyacheslav se tomó unos segundos para inspirar —. Nada más quería comentarte que Lyudmila está aquí, está quedándose en la misma casa que vivíamos antes —explicó Vyacheslav.

Alice tomó asiento, meditando unos segundos su respuesta.

—Era su casa antes, es lógico que busque estar allí nuevamente —comentó la mujer.

—Pero ¿para qué vino? Estaba más segura en el internado —argumentó el hombre, algo molesto.

—Vyacheslav ¿tú crees que me interesa hablar esto? Si tienes algo que decirle, ve y díselo, estoy harta que dilates esta situación. Entiende de una vez por todas que ella es libre de hacer con su vida lo que le dé la gana, así como tú lo hiciste y te viniste a vivir aquí —comentó Alice, su tono molesto afectaba a Vyacheslav.

—Esperaba un poco de comprensión de tu parte —pronunció él.

—No es eso, es que yo no puedo aconsejarte esto. Tienes más de cuarenta años, confío en que sabrás abordar esta situación con madurez —pronunció Alice.

—Quiero estar contigo —pronunció Vyacheslav, abrazando a la mujer.

—Necesito darle comida al gato, después te busco —aseguró Alice, dando pie para que Vyacheslav se retirase de la habitación, después de otro fracaso intento de acercamiento romántico.

El pobre hombre salió de la habitación en silencio, Alice cerró la puerta con seguro permaneciendo unos segundo allí, mirando como el gato le miraba con ojos de hambre.

—Ay Samito ¿Por qué los hombres son tan tontos? —cuestionó la mujer, riendo mientras el gato maullaba. 

La Última Pandemia IVDonde viven las historias. Descúbrelo ahora