Eres como un niño.

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-No, no y no, me niego- dijo Alejandro una vez más mientras Rosalie y yo lo mirábamos con el ceño fruncido.

-Pero, ¿Por qué no? A ver- dije cruzándome de brazos.

-Porque a mí no me gusta llamar la atención- dijo echándose para atrás exaltándonos a las dos, este ya no era el Alejandro dulce y cariñoso.

-Eres como un niño- dije rodando los ojos- a mí tampoco, pero es por hacerle un favor idiota- dije elevando un poco más la voz.

Llevábamos media hora intentando Rosalie y yo que Alejandro aceptara salir en el desfile que Rosalie amablemente me había pedido que yo cerrara el desfile con el vestido que me acababa de probar, él se negaba así que decidí usar otra forma.

-Bueno si no quieres, lo hare con otro, Rosalie ¿tienes algún modelo que pegue conmigo?- le dije volviéndome hacia Rosalie.

-Oh si querida, tengo uno que te pegaría a la perfec…- Alejandro no dejo terminar a Rosalie.

-De acuerdo, lo haré- dijo rindiéndose, yo le sonreí y él me guiño un ojo, lo bueno de nuestra relación es que nos entendíamos.

Cuando lo dejamos todo arreglado con Rosalie decidimos volver al hotel para salir esta noche, Alejandro me dijo que tenía una sorpresa para mí.

Baje del coche, espere a que Alejandro se bajara y me cogió por la cintura haciendo que nuestros labios se juntaran en un muy corto beso.

Él me cogió de la mano y subimos. Al abrir la puerta escuche voces en la habitación, mi primer gesto fue sacar la pistola y apuntar pero cuando vi que Alejandro me miraba con una expresión divertida me relaje y entre antes que él.

Al entrar a la habitación no vi a nadie pero cuando salí al balcón me encontré con dos caras muy conocidas, eran Isabella y mi primo Alexandre. Pegue un grito y me tire a los brazos de mi primo Alexandre, él sonrió y me elevo en sus brazos.

-Te echaba de menos- le dije pegada a su cuello mientras le daba besos en la mejilla.

-Y yo a ti- dijo abrazándome más fuerte de lo normal para luego soltarme.

Al soltarme me encontré con una Isabella casi llorando abrazada a Alejandro, cuando me vio se soltó del agarre de su hermano para venir hacia mí y abrazarme con todas sus fuerzas, se notaba que esto estaba siendo duro para ella. No poder estar con su familia ella tampoco y además saber que a su hermano lo quieren matar y no poder hacer nada debe de ser duro, lo está siendo para mi hermano y él es el que más comunicación tiene conmigo.

-¿Cómo estás?- me pregunto cuando se separó de mí.

-Bien, no me puedo quejar- dije mirando a Alejandro el cual me guiño un ojo.

Después de estar un rato hablando decidimos ir a cenar a un restaurante cerca de la Torre Eiffel, era un restaurante acogedor, yo solía venir con mis padres y mi hermano cuando éramos más pequeños.

-Entonces estáis juntos ¿no?- pregunto Alexandre mirándonos intermitentemente a los dos. Llevaba desde que habíamos salido del hotel mirando mal a Alejandro, aunque este tampoco se quedaba corto.

-Sí- dijo Alejandro cortante- ¿y desde cuando estáis juntos vosotros?- yo mire hacia otro lado haciéndome la loca, yo sabía que estaban juntos desde hace un mes y ¿Qué queréis que os diga? Se me había olvidado- tú ya lo sabias- dijo señalándome con el dedo.

-¿El qué?- dije abriendo los ojos como platos y tocándome el pecho haciéndome la ofendida.

-Tú ya lo sabias- dijo entornando los ojos y apretándolo los dientes.

-Si- dije levantando la barbilla.

-¿Y por qué no me dijiste nada?- me pregunto mucho más calmado.

-Porque cuando me lo dijeron tu y yo no es que nos lleváramos demasiado bien que digamos- dije, pero me corto una risa que provenía del otro lado de la mesa, era Isabella, nosotros la miramos extrañados y ella volvió a reír.

-Lo siento, pero es que es gracioso ver como os lleváis, ver que aunque tenéis el mismo carácter los dos os sabéis controlar y además saber que hay tanta competitividad entre vosotros es gracioso ver la situación- al terminar ella de hablar nosotros nos miramos y sonreímos.

Después de cenar decidimos irnos a un local muy cerca de donde estábamos, el lugar estaba lleno así que entre empujones y como siempre, puñetazos, conseguimos llegar a la barra.

-¿Qué queréis?- pregunto Alejandro mirándonos a todos mientras nos sentábamos en una mesa pegada a la barra.

Le dijimos nuestros pedidos y después de pedir y que nos los trajeran Isabella y yo decidimos irnos a bailar.

Bailamos una cuantas canciones hasta que note como alguien me cogía por la cintura y bailaba pegado a mí, sabía que no era Alejandro al no notar su olor y al ver la cara de Isabella, así que me gire de golpe para toparme con unos ojos azules y profundos, esos ojos los conocía yo, eran los de Robert, al ver al pelinegro lo único que pude hacer fue abrazarle, aunque solo fuera sexo, yo a él lo quería mucho, pero como amigo claramente.

-¿Qué tal estas preciosa? Cuanto tiempo- dijo gritando por encima de la música.

-Muy bien, ¿y tú?- le pregunte.

-Mejor que nunca- dijo guiñándome un ojo- por cierto, ¿Quién es tu amiga?- pregunto refiriéndose a Isabella que lo miraba con el celo levemente fruncido.

-Es Isabella, la novia de Alexandre y mi cuñada- él me miro con los ojos abiertos como platos.

-¿Tu qué?-  dijo señalándome y riéndose.

-Mi cuñada idiota- él era una de las muchas personas que pensaban que yo no iba a tener novio jamás, en mi caso es normal, yo tampoco lo hubiera creído.

-¿Y tú eres?- dijo una voz por detrás de mí, Alejandro me cogió por la cintura acercándome más a él.

-Yo soy Robert Giroud- dijo tendiéndole la mano, Alejandro se la tomo sin pensárselo.

-Yo soy Alessandro, encantado- dijo Alejandro sonriéndole de medio lado. Seguramente mi primo le habrá dicho que es amigo nuestro y por eso Robert no tiene una pistola en la sien.

Nos pasamos todo lo que quedaba de noche juntos, al final ellos no se llevaron tan mal, Robert dijo que a lo mejor se venía algunos días a España con nosotros ya que como conocía todos los negocios que tenía mi familia no importaba que se viniera o no.

A las 05:00 a.m. decidimos irnos a dormir ya que por la mañana Alejandro y yo teníamos el desfile, así que Alexandre e Isabella decidieron venirse con nosotros.

-Es una lástima que la familia mañana no esté aquí- dije mirando al cielo que esa noche se veía despejado y repleto de estrellas. Nos encontrábamos los dos solos en la puerta del hotel ya que Alejandro e Isabella habían ido dentro a hacer no sé qué.

-No te preocupes Ana, cuando todo esto pase volveremos a estar todos juntos- dijo abrazándome por los hombros.

-No me preocupo, no de momento- dije mirándolo- cambiando de tema, ¿has encontrado lo que te pedí?- él me miro serio y asintió.

En ese momento me encontré con Alejandro cargando a una muy divertida Isabella, se le notaba en la mirada que la había echado de menos todo este tiempo, era una mirada risueña, era sincera. 

Dispárame. (NPSA2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora