POV MAYTE:
¡¡Juro que no bebo nunca más!!
Me duele la cabeza y quiero llorar...
Ese no es el sonido de mi teléfono... ¿Qué pasa aquí?
-Hola, lo lamento, me quedé dormido. Salgo en seguida para allá... ¡Sí, sé que es tarde! Ya me dormí, no puedo hacer nada. Voy para allá... Cállate cabrón, ya sé que hay una presentación. Voy en camino. Déjame en paz.
Tengo miedo de abrir los ojos...
¿Qué mierda hice anoche? ¿Dónde estoy?
¿De quién es esa voz? ¿Quién es ese hombre?
-¿Amiga? ¿Estás despierta?
¿Me habla a mí?... Ay Dios, ¡¿qué quiere de mí?!
-¿Hola? Ya me tengo que ir. No sé quién registró esta habitación, ¿sabes en dónde está la llave? ¡Demonios! Vamos Vincent, no seas idiota. Si fueras una llave de hotel, ¿en dónde te quedarías?
Y ante esa frase no logro aguantar la risa.
El chico guapo y desconocido me mira con una ceja levantada y expresión confundida.
-¿De qué te ríes?
Tiene la voz grave.
-De ti. ¿Me vas a decir que encontraste la llave pensando como una llave?
-No. No te rías de mí. Tengo que irme. – insistió.
-Bien. Perdón. Déjame ayudarte.
-Gracias.
Me entrega mi ropa del suelo mientras él termina de vestirse. Me visto más rápido que nunca y salgo de la cama. ¿Realmente en dónde pueden estar esas llaves? Nos ponemos a buscar por todos lados hasta que encuentro una tarjeta blanca con el nombre de un hotel, algunas letras más y una franja de tarjeta de crédito.
-Supongo que ésta es la llave de la habitación. – le digo con mi mejor sonrisa.
El presuntamente llamado Vincent, me sonríe con un alivio tan grande que hasta yo me sentí aliviada.
-¡¡Gracias!! ¡Sí! ¿Sales tú también?
-Eh... Sí, supongo. Vamos.
Reviso mi pequeña cartera y tengo mi teléfono, mi billetera, mis documentos y las llaves de mi casa. Todo en orden y es tardísimo. Tengo que correr a casa y al ensayo. Nos subimos juntos al ascensor y el chico revisa su teléfono con el ceño fruncido.
-¿Te puedo ayudar en algo?
-¿Qué?
-Te ves preocupado. – le digo con simpleza al encogerme de hombros. Me queda mirando de lado y suspira.
-Estoy intentando pedir un Uber pero no tengo efectivo.
-¿Y no lo tienes conectado a la tarjeta?
-Sí, pero no me gusta gastarme ese dinero. Lo necesito para otras cosas. – su voz sonó seria así que no seguí insistiendo. Mi teléfono comenzó a sonar y lo saco rápido.
-¡Montse!
-¿Dónde estás?
-En un hotel. Voy llegando a la recepción para irme a casa. Llego justo al ensayo. Tranquila.
-Sigues ahí, genial. Estoy a dos cuadras. Paso por ti y te llevo a tu casa.
-¿Cómo sabes en dónde estoy?
-Me enviaste un texto anoche y como no estabas en tu casa, ni me respondías los mensajes, iba a ir a buscarte ahí.
-Genial. Gracias hermana. Te espero aquí.
Sonrío y me dedico a observar qué hace mi compañero de anoche. Qué incómodo preguntarle si hubo sexo o no... En fin, obvio no pasó nada y fue todo muy inocente. Algo tranquilo, quizás solo dormir. Sí, solo dormimos en la misma cama.
-Esta es su cuenta, señor. Anoche dejaron la mitad. – nos dice una linda y amable señorita.
-Ay Dios... ¿Cuánto cuesta este lugar? – susurra mi amigo de pijamas.
-Déjame ver. – me entrega el papel y se ve pálido. Asiento al sacar mi billetera. – Tenga. – le entrego mi tarjeta y mi nuevo amigo levanta las cejas.
-Es mucho dinero. Debería pagar una parte.
-No importa. Y tengo el recibo de anoche. Así que yo pagué anoche. ¿Qué más da? – me encojo de hombros mientras introduzco mi clave y termino mi pago. La señorita me entrega mi recibo y miro a mi amigo con una sonrisa. – Listo. Mi hermana debe estar llegando. ¿Conseguiste transporte?
-No...
-Vamos. Te llevamos.
-No quiero molestar. – su ceño se frunció y yo solo sonrío más.
-No es molestia y es el auto de mi hermana. ¡Vamos! – insisto. Él solo asiente. Caminamos fuera y Montserrat esperaba en la puerta del hotel. – ¡¡Hola Montse!! ¿Podemos llevarlo?
-Sí claro. ¿A dónde vas... Amigo? – Montse y su típico cantito alegre. Inevitable rodar los ojos.
-Vincent. Me llamo Vincent Wilcox. Voy a la Academia de Danza Nacional. – su ceño está fruncido y pegado en su teléfono.
-¡¿Eres bailarín?! – la voz sorprendida de Montserrat me hizo levantar las cejas.
-Sí, y uno cesante si no llego antes que nos toque presentar.
-Entonces prepárate porque vamos a correr. – Montse no bromea. Si vamos tarde, en serio corre. Me da miedo así que me aferro al cinturón de seguridad. Llegamos en tiempo record y mi nuevo futuro cuñado se veía bastante sorprendido y aliviado.
-¡¡Genial!! ¡Gracias! – Vincent salió del auto casi corriendo, pero se devolvió tan rápido como se había ido. Abre mi puerta y me estira un papel. – Anota tu número de cuenta. Voy a devolverte la mitad de lo que gastaste, solo dame un par de semanas.
-No es necesario.
-Por favor, insisto. No me gusta que mi inviten y menos algo tan costoso.
-¿Por qué no se lo pagas con una buena cita? – juro que cualquier día de estos, mi hermana amanece muerta. Perdón papá. Perdón mamá. Yo no fui.
-Me encantaría, pero mañana nos vamos de la ciudad y no tenemos fecha de volver. – la sonrisa de Vincent es muy bonita. Se le hacen margaritas... Son... Sexys.
-¡Mayte! – Montserrat me asustó. Debo haberme quedado pegada mirando su boca. Qué vergüenza... Y ahora estoy roja. Mejor escribo rápido.
-Ya. – mi voz sonó como un murmuro nervioso.
-Genial. Te transfiero en cuanto pueda. Espero volver a verte algún día. Fue una buena noche. Y... Sí, bailas increíble. Tenías razón. – Ay Dios... Sus ojos azules dicen que no se refiere a bailar, bailar...
-Sí...
Me muero.
Me guiñó un ojo y salió corriendo.
¿Y ahora qué? No me acuerdo de mucho sobre anoche... Y Montse me va a interrogar.
-¿Por qué haces un berrinche?
-¿Qué?
-Te cruzaste de brazos y frunciste el ceño. Papá dice que así son nuestros berrinches. ¿Por qué lo haces?
-¡¡No recuerdo nada de anoche!! ¡Y al parecer el sexo fue bueno! ¡¡¡Qué pecado cometí, señor!!!
Montse se comienza a reír y no puedo evitar reírme con ella.
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Noche de Baile
Roman d'amourPrimer libro de la SAGA FISHER ----------------------------------------- Cuando una noche te cambia la vida... Mayte y Vincent son de mundos diferentes y lo único que tienen en común es la pasión por el baile. Una noche de fiesta les cambia la vida...