6.- NOTICIAS DEL BANCO.

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POV MAYTE:

Llevo dos meses en casa de mis padres y por fin me siento lista para volver a mi departamento. Mi panza ha crecido unos buenos centímetros. He subido dos kilos en estos tres meses de embarazo. Me hicieron un examen importante y resulta que todo está bien con este bailarín y yo. Estoy segura que es un niño. Un pequeño rubio.

Mi hermana me está ayudando a traer mi bolso de ropa y algunas cosas que ya tengo para el bebé a mi departamento. Está todo igual a cómo lo dejé, salvo por el montón de cartas que había en el buzón. Las estoy revisando.

-¿Alguna novedad o solo cuentas? – pregunta Montse.

-Solo cuentas aburridas. – un sobre del banco me llama la atención.

-¿Qué es? Frunciste el ceño. – me analiza Montse. Suspiro ante su siempre análisis sobre mí.

-Es una carta del banco. – la abro ante la mirada atenta de mi hermana. – Wow... - me sorprendo ante la suma indicada en la carta.

-¿Qué dice? – insiste Montse.

-Dice que me realizaron un depósito de 500 dólares desde una cuenta del extranjero, que me acerque al banco a revisar la transacción.

-Supongo que es porque es poco común, y nuestras cuentas están vinculadas con la de papá. – dice Montse sonriendo tranquila.

-¿Me acompañas? Aún estamos en horario de banco. – Montse sonríe encantada y me toma la mano.

-¡Te amo ahijado! Haces que mamá se motive a moverse. – Montse suele hablarle a mi panza como si el bebé la escuchase, así que suelo hacerlo cuando estoy sola.

Solo me río de ella y salimos de mi departamento en su auto hasta la sucursal de banco de siempre. Nos encontramos con la encargada de siempre y comienza a buscar la información para entregárnosla.

-Aquí está la documentación. Esta es la cuenta que realizó la transacción.

-¿Pero cuál fue el problema? ¿O solo es seguridad? – pregunta Montse rápidamente mientras yo reviso los datos.

-El depósito quiere ser retirado. Recibimos una solicitud para anular la transacción. – dijo la encargada.

-¿Retirado? ¿Quién lo envía? – insiste Montse. Mientras... Yo solo puedo mirar el papel sorprendida. Siento las lágrimas amontonarse en mis ojos. – ¿Mayte, qué pasa?

-Vincent, él depositó el dinero. – susurro. Montse frunce el ceño al quitarme el papel.

-Vincent Wilcox.

-El señor Wilcox hizo la solicitud de anulación a través del banco.

-No tiene mi teléfono.

-¿No se lo diste? Eres tonta, Mayte, muy tonta. – refunfuña mi hermana y yo suspiro triste. ¿Por qué demonios estoy llorando por él?

-Llámalo. – dice Montse con simpleza al devolverme el papel.

-La decisión queda en sus manos.

-Anule la transacción y devuélvale su dinero. Se debe haber confundido, él debía depositarme 50 dólares. – digo con un suspiro.

-¿Segura? – insiste la mujer. – ¿No prefiere corroborar la información?

-No, anúlelo. – insisto. La mujer asiente y comienza a teclear en su computadora. Montse me mira con reproche, así que tomo mi teléfono y se lo muestro. Anoto el número de Vincent en mi teléfono y lo guardo. Cuando la mujer nos deja salir, marco el número.

-¿Hola? – la voz es de mujer y mi ceño se frunce.

-Hola, mi nombre es Mayte Fisher. El banco me entregó este número para contactar a Vincent Wilcox. ¿Se encuentra disponible? Solo quiero informarle sobre una transacción. – Montse rueda los ojos al escucharme tan seria.

-Ah sí, Vin dio mi número porque el suyo lo perdió hace unos días. No está conmigo ahora, pero lo voy a ver en una hora. ¿Me dejas el recado o te llamo cuando lo vea? – dijo la chica muy alegre.

-Dale mi recado, por favor. Dile que pedí la anulación de la transacción. Y que recibí los 50 que sí eran.

-Bueno, yo le digo, no hay problema.

-Ya, adiós. – cuelgo rápido y muy enojada.

-¿Qué te pasa? ¿Qué te dijo?

-Nada, le va a dar mi recado.

-¿Y por qué estas enojada?

-No sé. Pero mamá me dijo que cuando estuviera con el padre me iba a dar cuenta. Me dijo que siempre el papá del bebé lograba calmar los síntomas o acrecentarlos. Es de Vincent. Me siento mareada y llena de hormonas asquerosas.

-Felicidades. Vuelve a llamarlo para decirle.

-Montse. Me contestó una mujer, seguramente su novia o su esposa, yo qué sé. Déjalo que sea feliz que yo puedo sola con mi bailarín miniatura.

No la dejo seguir hablando y solo me salgo del banco y me subo a un taxi para volver a mi casa. Por alguna razón, pensar en Vincent me hace enojar. Excepto cuando pienso en esa noche, ahí solo me hace encender las mejillas. 

Noche de BaileDonde viven las historias. Descúbrelo ahora