Dirty dancing

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—¿Me puede repetir nuevamente los 10 términos económicos generales que rigen a nuestra monarquía constitucional?— le cuestionó aquella mujer de porte bien estilizado, semblante rígido y traje negro (como su alma). Collin sin más empezó a recitarlos.

El chico jamás le había interesado ser aplicado en sus materias, cuando vivió en Paris siempre procuró copiarle a Sam para no tener que esforzarse en lo más mínimo. Pero cometió errores, errores que su terapeuta dijo no era bueno repetírselos en la cabeza, errores que al final lo habían llevado a vivir a Oslo, Noruega.

Al principio se le complicó un poco el idioma, pero como su madre decía: "mejor así, ellos no podrán leer noticias francesas y por ende no sabrán los rumores de ti." Viviendo ahí no tardó en aprenderlo. Terminó sus estudios pre-universitarios gracias a maestros privados que su madre le costeó y de ahí decidió estudiar Economía. En su pasado hubiera deseado estudiar política, realmente hubo un momento de su vida que le parecía bastante interesante las leyes y cómo estas sí rigen el comportamiento de las personas; pero Beatrice Kurtzberg le dejó una gran lección, y eso era que la política es sucia.

Economía por su parte, lucía mejor, podría administrar su dinero para aprender a mejorar su calidad de vida. No necesitaba preocuparse por alguien más que no fuese él, podría hacerse del negocio del hotel de su madre y dirigirlo desde la distancia. La materia no se le hacía difícil en lo absoluto. Después de casi tres años viviendo ahí ya se volvía a interesar por su imagen personal, en su universidad logró hacer un par de amistades y volverse cercano a ellos.

Nadie sabía del chico egocéntrico que fue en Paris, sólo de este chico que gozaba a demasía del sushi.

—No puedo creer que hayas pasado con esa calificación, hermano. Esa maestra es un ogro con todos.— mencionó uno de sus amigos incrédulos mientras iban avanzando por el campus. Collin se encogió de hombros.

—¿Qué te puedo decir? Tengo mis encantos.— se encogió de hombros despreocupado. Otro amigo empezó a mover sus brazos frente a él en seguida.

—Alabad a este dios.— empezaron a reír. Sí, se podría decir que se sentía bien con ellos; no había nada polémico ni bastante intrépido, no era correr riesgos ni desear que el tiempo avanzara más rápido o más lento; sólo era estar con ellos y ya, disfrutar de un buen rato. Casi cinco años viviendo ahí y él ya podía figurar su ocaso en esa ciudad, no había necesidad de moverse a otro sitio.

—Para mí que se está dando a la maestra.— mencionó una de sus indiscretas amigas. Tara, su amiga más cercana, le dio un codazo con una ligera molestia; a lo que ella sólo soltó una risa.— Vamos; yo creo capaz a esa maestra de hacer tratos sucios con Collin...— vio de manera pervertida al nombrado, quien sólo negó divertido.

—Celine, nadie en su vida se daría a Collin. Sólo míralo.— respondió uno de los amigos. Otro empezó a negar.

—Tara le tiene muchas ganas a Collin.— la chica se puso roja ante el comentario y empezó a golpear a aquel sujeto quien se burlaba de su poca fuerza. El rubio sonrió, no es como que él no supiera de los sentimientos de su amiga por él; ya habían intercambiado un par de besos a los cuales no les dio mucha importancia. En eventos de la escuela ya había besado a unas cuantas féminas alborotadas por el alcohol, nada especial, nada que fuera importante mencionar.

Continuaron dialogando un poco más hasta que llegaron al final del campus. Ahí, pareció que de repente cada uno de sus amigos tenía algo importante que hacer y a dividir sus caminos, excepto Tara, quien permaneció un rato más hablando con Collin. Ella era agradable, su personalidad le parecía una mezcla entre Sam y Kimmy; era bastante inteligente y competitiva a su vez, pero algunas veces prefería mantener un perfil bajo.

80's films (Nathloe, Genderbend)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora