Collin entro a esa sala de cine después de haber comprado el boleto. El lugar estaba impregnado de olor a humedad que brotaba de esa alfombra roja estampada del suelo. El tapiz de las paredes se hallaba bastante maltratado y la iluminación baja que proporcionaban las lámparas lo hacían un lugar desagradable a la vista, según Collin. Comprendía perfectamente que lo fueran a cerrar.
Su teléfono empezó a vibrar de repente. Una sonrisa se formó en su rostro al ver que se trataba de Adrienne.
—Hola preciosa. Que milagro que marcas.— dijo con la voz más varonil posible. La fémina al otro lado del teléfono solo rodó los ojos.
—Tu me hablaste, tenía que regresarte la mirada.— inquirió sin tono alguno.
—Bien, hablaba para invitarte a salir; a ver películas ochenteras, ya sabes, como las que veíamos juntos cuando niños.— Adrienne no pudo evitar sonreír con ternura por las palabras del rubio. Que aún insistiera que regresara todo lo de los viejos tiempos le resultaba algo muy dulce en la actitud de él. Sin embargo, aquello no podía regresar, no después de su ultima discusión.
—Lo siento, sabes que...
—Si.— suspiro.— No puedes.— tiro con tristeza.— Pero me gustaría que lo intentaras.— hubo un silencio incómodo entre los dos; ella buscando la manera de hacerle entender su punto, él tratando de aplacar el inmenso amor que aún le tenía.— Te mandare mi dirección, por su decides darle una oportunidad a aquellos recuerdos.
—Siendo sincera no lo creo, pero gracias.— colgó. Sintió como su corazón dolía. La extrañaba como un maldito.
Inhalo profundo para retomar fuerzas. Hoy no se preocuparía por esa chica, hoy solo se concentraría en la película.
En ese momento escucho unos pasos entrando a la sala, lo que resultaba curioso ya que aparentemente había estado él solo. Regreso la vista. Sus ojos azules se abrieron como plato. Reconocería esa cabellera rojiza en cualquier parte. Era la "bella durmiente".
Si ella le llegaba a decir a alguien que había estado ahí, lo tomarían como un chico anticuado y no como el rey de la moda. No quería eso. Él ya tenía su lugar. Lo peor es que con la mala relación que llevaba con la pelirroja, era probable que está lo delatara.
Cuando salió de sus pensamientos, se escondió detrás del respaldo de un asiento y ahí se quedó mientras Nathalie tomaba su lugar, después de ahí las luces bajarían y ella ya no prestaría atención a otra cosa que no fuera la función. Pero por alguna razón no se apagaban, eso lo mantenía con los nervios de punta.
—¿Gusta palomitas de maíz, señorita?— escucho decir a un muchacho. Ella asintió gustosa y tomó uno de los cubos con palomitas, le dio el dinero. Maldita mala suerte que se cargaba hoy, ahora el chico se dirigía hacia a él.
Cuando aquel muchacho llego a la fila en donde estaba, Collin empezó a negar con las manos y cabeza para que no hablara, pero desafortunadamente el chico no entendió sus gestos y aún así habló.
—¿Gusta palomitas de maíz, joven?
Nathalie volteo a ver debido a que pensaba que era la única en la sala y no vio a nadie más entrar. En ese instante reconoció al chico que se levanto con resignación y notoria mirada molesta. Ese pelo rubio perfectamente cuidado y un saco amarillo que en su opinión, lastimaba los ojos. Sonrió con satisfacción, era curioso verlo ahí.
—¿Tú que vez, Kurtzberg?— preguntó molesto el rubio. La chica le dio la espalda y miro hacia enfrente nuevamente.
—¡Hey! ¡No me ignores!— le gritó Collin. Ella ladeaba la mirada gustosa. Ya se dejaba molestar en la escuela por él, no dejaría que aquí fuera igual.
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80's films (Nathloe, Genderbend)
FanfictionEn un pequeño cine a las orillas de París, las películas más famosas de los 80s seguían estando en cartelera. Entre viejos asientos desgarrados, palomitas rancias y un sonido sin la mejor calidad; bastaba para que Collin Bourgeois y Nathalie Kurtzbe...