Capítulo 8: La Emperatriz VS El Dios

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Sucedieron muchas cosas durante la ejecución. Los testigos, los cuales fueron más de una veintena, han dicho varias versiones erróneas.

Dicen que Mal se negó a asesinar al príncipe legítimo de Agrabah y que, en cambio, enterró la espada en si misma a la altura de su abdomen en lo que catalogaron un sacrificio innecesario.

Otros dicen que fue la mismísima Emperatriz del Mal quien atacó a su propia hija cuando ésta se reveló negándose a seguir sus órdenes, enterrando la espada mágica destinada a transgredir a otra persona sobre su descendencia sin tocarse el corazón.

Ambas versiones tenían un poco de razón. Al príncipe sí se le perdonó la vida. Mal sí fue herida. Maléfica sí enfureció contra su hija pero no fue ella quien la hirió. ¿Quién lo hizo? Eso fue lo que nadie vio. La chica tenía sangre en su vientre, recordaban sus gritos y en eso una nube morada la rodeó.

La cosa fue que ninguno esperó que el dolor fuera el detonante para que la magia de Dragón de Mal se intensificara a un punto impresionante. Estaba en su sangre después de todo, muy oculto, pero siempre estuvo ese don de transformación dentro de ella.

Lo que único que sabe es que un dragón sobrevoló Auradon minutos después, el techo siendo derribado cuando la enorme bestia estiró sus alas. Luego emprendió un vuelo hacia la libertad destruyendo a su paso el castillo en construcción de Jafar, la mansión casi concluida de Cruella De Vil y un montón de edificios premeditadamente seleccionados pertenecientes a demás villanos.

Evie sabe que ese acto es propio de Mal.

Ni Jay, Ni Carlos, ni la mismísima Evie sabrán nunca lo que pasó pues de inmediato se lanzó la proclama donde prohibían hablar de ese suceso o las consecuencias serían terribles. Sólo había secretos a voces de lo sucedido. Poca información.

Por la carta de despedida de la pelimorada Evie sabía que no había muerto como muchos decían, ni mucho menos. Mal quizás no tenía planeado conventirse en un enorme dragón, pero utilizó esa ventaja para escapar.

Y aunque a ella le dolía, también se alegraba de que por fin una de las dos fuera libre.

(...)

Maléfica grita enojada en la soledad de su sala de trono. Sus ojos verdes brillan, el cetro también está iluminado.

—¡Hades! — grita golpeando el suelo con la punta de su cetro—. ¡Ven aquí, maldito!

El amargo sabor de la decepción estaba en su paladar, el maldito e incesante dolor de la traición arraigado en su cabeza impidiéndole pensar con claridad. Hay algo más a lo que se niega dar nombre presionando su pecho.

Su hija, su Mal, le ha fallado. Y no sólo eso, sino que también la ha dejado.

Hades aparece frente a ella y se ve envuelto entre la magia de ella siendo arrojado a la pared más cercana para ser obligado a quedarse ahí.

—¡Tú!

—¿Qué demonios te sucede?

—¡Sabes lo que me pasa! ¡Mal se fue!— presiona la punta de su arma mágica contra el pecho del Dios—. Si has tenido algo que ver...

—¡Estás loca!— le grita Hades usando su piedra para liberarse. Su cabello azul se enciende y ahora ambos se retan mutuamente—. ¿Te duele, no es cierto? Te duele que se haya ido. Te duele que tu hija te haya dado la espalda.

—¡Cállate!— lo golpea en la mejilla con la palma abierta—. Ahora dime dónde está. Sé que lo sabes.

Hades sonríe con petulancia y alza su pulgar para acariciar la zona donde fue golpeado.

—Sí lo sé— confiesa—. Pero no te diré nada de su paradero, querida. No luego de que al fin se haya decidido a quitarse las cadenas que la ataban a ti.

—No estoy jugando.

—Yo tampoco.

—Ella tiene que volver. Tiene que regresar a mí— murmura la mujer dejando traslucir su verdadero pesar.

—Pobre Maléfica, ¿estás triste?— se burla él, casi obligado pues no le apetece reírse de su dolor—. En otras circunstancias sentiría pena por ti.

Con un grito Maléfica se lanza de nuevo a él, olvidándose de su magia, queriendo solamente  lastimarlo para así al menos descargar su enojo. Hades la evade con relativa facilidad. Ella busca de inmediato su cetro y apunta al techo.

—¡Diablo!

—Casi, pero no— dice Hades frunciendo el entrecejo.

Un hombre salta de la nada y taclea al Dios tomándolo desprevenido.

—Lo siento, soy un enorme admirador del Dios del inframundo pero debo seguir sus órdenes—le dice el hombre de cabellos oscuros forcejeando para tomar la piedra azul—. ¿Usted entiende, no?

—¡Quitame tus asquerosas manos de encima! — gruñe Hades creando un escudo protector que manda lejos al hombre—. ¡Basta!

Maléfica se detiene en seco.

—Basta ya. Esto no pasó por mi culpa, si buscas al responsable mírate al espejo.

Ella mira directamente los ojos verdes del hombre al que una vez amó. Estira su mano hacia él.

—Dime dónde está.

—No. No ahora que tengo oportunidad de acercarme a ella sin que intervengas.

Él toma su mano y le da un ligero apretón.

—Nunca escuchas a nadie, ¿no, Mal? Únicamente cuando pierdes algo es cuando decides hacerlo.

—¿Yo te perdí a ti también?

—Ambos tuvimos la culpa— se sincera—. Y aunque es tarde para un nosotros, si tú lo quieres, aún podemos ser los padres que Mal necesita. Renuncia a todo esto. Muéstrale a tu hija que eres capaz de cambiar por ella.

Maléfica se suelta de su contacto cuando se le comienza a escapar de las manos todo.

—Nunca pasará eso.

—¿Ni por tu hija?

—Mal no es más mi hija. Desde ahora la desconozco.

Dicho esto convierte nuevamente a Diablo en cuervo y se sienta en su trono con el animal sobre su hombro. Mira a Hades y una sonrisa macabra se desliza por sus labios.

—Esconde muy bien a tu hija. Si la llego a encontrar no seré piadosa ni me tocaré el corazón para hacerla pagar por el error que cometió.

—Nunca me terminas de sorprender. Y debes saber ya que si le llegas a poner un solo dedo encima... Me aseguraré que el inframundo parezca un jardín de niños a comparación de lo que te haré sufrir.

—¿Me amenazas?

—Las amenazas no son lo mío. Te estoy advirtiendo.

Él desaparece frente a sus ojos, una última mirada llena de determinación antes de irse hace que ella se de cuenta de que sí habla en serio. Pero ella también lo hace.

Un mundo de oscuridad ¦ Descendientes [COMPLETA] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora