Capítulo 4: "Solo te tengo a ti"

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—Evie preguntó por ti.

Doug hace una mueca dejando la lata de comida en la mesa improvisada frente a él. La sola mención de la chica de pronto le había quitado el hambre.

—¿Aún recuerda mi nombre?

Él sonríe cuando nota que Jane intenta tomar la lata y se la facilita. Odia desperdiciar comida. Y gracias a ella esa noche no se iría a la cama con el estómago vacío. Ni tampoco esas familias a las que se les repartió el resto del botín. Ahora ambos estaban a punto de irse a dormir en la guarida improvisada y segura que compartían.

—Le mentí. No volveré a confiar en ellos nunca más.

Aún Doug no terminaba de entender como pudieron dejarla ir, ni como apareció en medio del bosque como según ella le dijo. Él tampoco preguntó. Prefiere no saber más de Evie, ni de ninguno de sus amigos. Jane está bien y es lo más importante.

—Me preocupé cuando no regresaste a la hora acordada. Estuve a punto de ir a buscarte— le dice él tomando su mano—. Te he dicho que es muy riesgoso ir.

—Tú eres cruelmente obligado a trabajar todo el día, lo único que puedo hacer para que te sientes un poco mejor es asegurarme de que te alimentes bien.

—Es mucho más de lo que merezco.

—No es verdad.

Doug la observa terminar de comer sin decir nada más. Se concentra en no moverse demasiado para no lastimarse, el dolor agobiante y constante en cada ligero movimiento. Entonces es cuando ella nota una mueca de dolor y lo mira analizando su aspecto. Lo ha descubierto.

—No es nada— se apresura a decir—. Sólo es...

Pero es tarde. Jane se acerca por detrás y levanta su camisa. Doug suelta un silbido por lo bajo, sus ojos fuertemente apretados. Y es cuando escucha el llanto de Jane y luego sus brazos rodearlo con extremo cuidado por la espalda sin tocar su piel, solo recargando la barbilla en su hombro. Su espalda tenía azotes recientes curados con torpeza.

—Estoy bien— trata de calmarla tomando las manos pequeñas que están sobre su pecho—. No duele tanto. Estoy bien—repite.

—No es cierto. No lo estás, Doug— contradice—. ¿Ahora por qué fue?

—Ellos quisieron lastimar a un niño solo porque quería algo de comida... ¡A un niño, Jane!

Jane se separa y toma asiento a su lado, Doug se apresura a secar las lágrimas con su pulgar, ofreciéndole una sonrisa que intentaba ser tranquilizadora.

—Ya no dejes que te sigan golpeando.

—Yo no los dejo— se burla.

—Hablo en serio. Esto—lo señala—, es serio. Algún día podrían... Podrían...

—Ya, Jane. De acuerdo. Intentaré evitarlo.

—Eres lo único que me queda, Doug. Solo te tengo a ti.

Doug se siente horrible cuando ella dice eso. Hay tanto pesar en sus palabras. La abraza nuevamente.

Eran sólo ellos dos en un mundo de oscuridad.

(...)

Maléfica toma otro trago del mejor vino que hay sentada en su trono. Hay alegría pura en su rostro. Los guardias se han ido, solo unas cuantas velas alumbran la estancia. Ríe tontamente creyendo que nadie la ve, porque en esos momentos se sentía simplemente contenta con todo lo ha logrado. Da otro sorbo disfrutando el sabor.

Entonces nota una luz azul apareciendo justo al centro de la estancia.

—¿Esto es lo que tanto querías, Maléfica? — dice una voz. Ella se pone de pie y deja de lado su copa.

—¿Me extrañabas, amorcito?— murmura ella—. Ha pasado una eternidad de lo nuestro, pero si tú quieres...

—Ni hechizado, bruja.

—Que aguafiestas te has vuelvo, Hades. Aunque debo admitir que teniendo tu divinidad de vuelta luces mucho mejor—le dice con una sonrisa coqueta. El Dios rueda los ojos esta vez.

Hades enciende su cabello cuando ella se le acerca. Maléfica ríe complacida.

—Vine a ver a Mal.

—¿Tantos años y apenas te acuerdas que tienes una hija?

—Siempre me acuerdo de ella.

La risa de la mujer resuena por todo el lugar. Lleva a una mano al pecho del hombre y acerca su boca a su oído.

—Ella no te quiere ver. Odia al hombre que la abandonó siendo una bebé— confiesa divertida. Hades la aleja.

—¡Te abandoné a ti, no a ella!

—¿Crees que te elegiría a ti sobre mí? Ahora lo tiene todo. Gracias a mí todo esto es posible. Gracias a que yo la eduqué como se debía ella está donde quiere estar.

Hades sabía que eso no era cierto. Él vigilaba a Mal constantemente y sabía que su hija lloraba hasta quedarse dormida, podía sentir el remordimiento y el dolor que irradiaba su alma. Maléfica no sabía eso, o al menos fingía no darse cuenta.

Y eso lo usaría a su favor.

—Gracias a ti el inframundo está lleno de almas inocentes con asuntos sin resolver aquí.

—¿De verdad? ¡Eso es maravilloso! Ah, y yo que creía que su sufrimiento terminaba aquí...

—Soy un villano, sí, pero hasta yo sé que estás interviniendo con el equilibrio al llenar al mundo de la maldad. No hay un balance entre el bien y mal— le dice Hades apretando la piedra azul entre su mano con fuerza—. Sabes que habrá horribles consecuencias.

—¡¿Y cuándo ellos nos encerraron qué?!

—Pasó esto.

—¿Dices que debemos permitir que esos gusanos de los héroes vuelvan a acabar con nosotros?

Hades no dice nada. Intentar hacer entrar en razón a esa mujer era casi imposible y eso por desgracia él lo sabía muy bien.

—Vete. No dejaré que le llenes la cabeza de cosas a mi hija.

—¿Por qué? ¿Tienes miedo de que sea débil a lo que está bien? — se ríe Hades antes de desaparecer.

Sus palabras dejan pensativa a Maléfica. ¿Su hija era débil? Interesante, piensa. Vuelve a tomar la copa y le da otro largo trago.

Sí, Mal podría ser débil. Débil ante la bondad. Débil ante el amor.

Había muchas maneras de que alguien abrazara su lado malvado, todas y cada una de ellas siendo perfectas a probar con su adorada y predilecta hija.

Después de todo, Maléfica ya ha decidido que ella la va a proceder en el trono. Mal heredará el mundo que se está encargando ella misma de crear.

No dejaría que lo arruinara. Tenía que comenzar a probarla de una vez por todas.

****

¡Hades apareció!

Y... Ahora ya sabemos algo más sobre Doug🙈

Un mundo de oscuridad ¦ Descendientes [COMPLETA] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora