Capítulo 24: "Te reto a un duelo"

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¿Quién caerá?

¿La villana?

No todos los finales son felices,
Eso deben saberlo ya.

(...)

Inhala. Exhala. Inhala. Exhala.

Mal mira a Maléfica. Únicamente se da cuenta de que observa la guerra que se desata abajo. No se le ven intenciones de intervenir en la masacre. Parece pensar en algo. Algo que la tiene muy ocupada como para que no note su presencia.

Decide hacerlo de una vez por todas. Mal apunta la piedra directamente hacia Maléfica.

Hay un leve temblor que le impiden fijar el objetivo. Vuelve a inhalar todo el aire que le es posible pero antes de que el rayo azul aparezca, una mano con uñas pintadas de azul marino lo impiden. Le arrebata la piedra. Se tardó demasiado y maldice no haber previsto aquello.

—¿Pensabas hacerlo de verdad? Eso es más que cruel, M. Hasta para mí.

—¡Dame eso, Evie!

Evie retrocede cuando Mal se lanza hacia ella para quitársela. Maléfica ya ha notado la presencia de su hija y no se le ve contenta. Sus ojos se encienden de verdes y la chica no tarda en hacerlo también. Evie guarda la piedra en la bolsa de su chaqueta.

—Te reto a un duelo, Maléfica— dice Mal. Grimhilde observa cada movimiento de la desertora atentamente— ¡Acabemos esto de una buena vez!

—No sabes lo que dices. Lárgate. ¡Vete!

—Casi creería que no quieres lastimar a tu propia hija... Perdón, olvido que ya no lo soy más— dice sin despegar la la mirada de su progenitora—Conoces las reglas.

—Si una bruja te reta a un duelo debes aceptar sin importar qué— les recuerda Grimhilde—. Si tú has hecho a Evie jurarte lealtad, debes aceptar el reto.

—¿Y qué esperas al retarme?— inquiere Maléfica.

—Si yo gano te vas. Para siempre. Dejas Auradon y tu maldita tiranía.

—¿Y si pierdes? Está claro que ese será el resultado, niñita.

—No perderé.

Maléfica presiona sus labios barajando sus opciones. No quería ser ella quien peleará con Mal, no después de todo. Al parecer era fácil decir que acabaría con ella pero estando en esa situación se niega rotundamente. Es muy difícil. No quiere hacerlo. Disimula su compasión señalando a la peliazul.

—Mi discípula tomará mi lugar. Evie te mostrará lo que nunca llegarás a ser.

—¡No!

—Entonces observa callada como todas esas personas allá abajo mueren una a una por no aceptar. Porque yo contigo nunca pelearé.

Maléfica regresa su atención a la batalla y les da la espalda. No espera que Mal acepte. Claramente Evie para su hija es algo con lo que no se juega, es tanto para ella que no combatirá en un duelo ni por algo de esa magnitud. Ahora está en una posición realmente complicada. Contra la espada y la pared.

—¿Por qué no? — escucha la voz de Evie cuestionar a la pelimorada.

—No quiero hacerte daño.

—No podrías aunque quisieras. Tu poder está muy por debajo del mío.

Maléfica vuelve a girarse, intrigada por las palabras de su pupila. La Reina Malvada también parece sorprendida. Evie camina alrededor de Mal con las manos tras su espalda. Aquellas palabras la irrataron, más por el deje de prepotencia que hay en su voz.

—Cierra la boca, Evie. No voy a luchar contra ti.

—Oh, M. ¿Tienes miedo?— Mal aprieta la mandíbula—. No puedo creerlo... La gran Mal Igna tiene miedo. Además de traidora, cobarde.

Evie se acerca a Mal por la espalda.

—Acepta, no seas idiota. Nos conviene— murmura en voz baja, junto su oído. Se aleja nuevamente y ríe—. ¡Te haría papilla en cuestión de minutos! Das pena.

Mal entiende lo que ella trata de hacer. Evie se posiciona dándole la espalda a las dos mujeres y le guiña un ojo. Actuar. Fingir. Evie quiere hacer del duelo un show. El enojo se va. Mal ya no se siente molesta y desaparecen las ganas de silenciar a Evie con un golpe. Ella no quiere provocarla, está maquinando algo. Evie planea hacer una cosa y necesita de su ayuda.

—No estés tan segura, Evie. Yo te puedo ganar aún. Soy más fuerte y mucho más inteligente que tú— continúa el juego—.¿Crees de verdad que me sigues importando? Pensé que lo habías entendido. Yo no quiero pelear porque no quiero manchar mis manos con tu sangre, pero si tanto lo deseas... Adelante.

El rostro de Evie cambia. Ya no hay diversión, su mirar se ha vuelto frío y calculador nuevamente.

"No, no, no, ¿me pasé?", piensa preocupada.

—Muy inesperado. ¿No, Reina?

—Pienso lo mismo.

Evie se da media vuelta y no mira de nuevo a Mal. Por su postura tensa se puede deducir que feliz no está. Ese asunto puede esperar. Ahora Mal se concentra en conseguir el propósito inicial. No peleará contra Evie por nada. Debe de haber un beneficio.

—Primero tienes que detener lo que sucede allá— señala Mal.

—Entonces sigue mis condiciones y acepta que el duelo se lleve a cabo frente a todos— Maléfica quiere que ella desista sin tener que pedírselo—. Ya me has dicho lo que quieres si ganas, pero también quiero algo yo. Si tú pierdes, te unirás a mí jurando eterna lealtad. Nada de escapes, nada de volver a hacer lo que hiciste.

—¿Por qué?

—¿Importa? Solo acepta. Dí que sí... O dí que no.

Mal mira alternativamente a las tres mujeres y termina por acceder. En todo caso, si Evie lleva a cabo lo que sea que planee, no deberá seguir esas condiciones. No tiene porqué preocuparle el hecho de que si llega a perder estará condenada a la eternidad al lado de su madre.

—En una hora se llevará a cabo el duelo entre las dos. Si ambas aceptan, dense la mano— indica Grimhilde. Evie se acerca.

Mal es la primera en estirar la mano derecha, esperando a que Evie tome la otra. Cuando eso sucede, comparten una mirada por lo que parece una eternidad. Los ojos cafés de Evie han vuelto a apagarse. Quizás sí fue demasiado lo que le dijo. Quiere preguntarle, saber qué piensa.

Ese no es el momento.

—Estás muerta.

Mal definitivamente se da cuenta de que la hirió. Otra vez.

En su defensa, sólo intentaba cooperar.

Ahora el problema ha crecido.

(...)

Uno de los cuatro corazones
El precio pagará.
Al amanecer,
Uno ya no vivirá más.

****

El mensaje es claro, ¿no?

Y pues nada, no hay mucho que decir esta vez.

Hasta la próxima


Un mundo de oscuridad ¦ Descendientes [COMPLETA] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora