Cassandra, aunque lo reconoció, no iba a dejar que la intimidase y lo imitó. Supuso desde un momento que no la iba a reconocer. Ninguno de los dos. Pues habían pasado poco más de siete años desde que habían terminado el instituto, y su figura física había pasado de ser regordeta a ser esbelta y atlética. Había cambiado mucho desde el brote.
Tampoco había intercambiado alguna palabra con el rubio. Ni siquiera un «hola y adiós», tan sólo sabía su nombre porque había permanecido en el equipo de basquetbol del instituto. En cambio, con el moreno habían ido a más de una clase juntos y sí habían intercambiado más de dos palabras. No fueron amigos, tampoco buenos compañeros de clase, pero sí se podrían considerar conocidos.
Entonces, el moreno contempló a Cass durante unos segundos, pero antes que pudiera intervenir en la disputa de miradas —aunque Cass se percató que éste estaba sosteniendo incorrectamente el arma, como si se tratase de una película y fuera el chulo de turno—, Darrell lo hizo.
—Lamento interrumpir esta hermosísima charla, pero prefiero que la continuemos en un lugar a salvo y no convertirme en comida de zombi.
La chica asintió y su amigo los guió hasta el edificio.
En cuanto entraron, Caroline se dispuso a asegurar la puerta como había estado planeado en los minutos que sus amigos estuvieron fuera.
Cass dejó su pistola y ballesta sobre una mesa al otro lado de la sala. Mostró estar desarmada, pero aún tenía la navaja fuera de la vista.
Intercambió una mirada con el rubio que se negaba a dejar su pistola. No obstante, el moreno dejó el pequeño machete sobre una mesa que tenía junto a él.
Finalmente, de mala gana, el rubio y Darrell dejaron sus armas.
—¿Acaso debo darte las gracias? —Exclamó con arrogancia el rubio.
—Pues deberías —Darrell optó la misma postura.—. Acabamos de arriesgar el culo por ustedes tres. ¿Acaso te enseñaron alguna vez a usar una pistola? —Señaló a la rubia, la cual se encogió en su sitio.—. Parecía como si quisieran llamar la atención de toda la ciudad. Y no podrías acertar la mayoría de los tiros usándola de esa forma.
El rubio soltó un bufido y se cruzó de brazos. Cass comprobó que era tal cual lo recordaba.
—Gracias —El rubio no habló, en cambio tensó más los brazos sobre su pecho mientras su amigo hablaba.—. Nos han salvado de una buena.
—Cállate idiota, seguro que ahora nos piden que les demos lo poco que tenemos —agregó el rubio como si los tres amigos no estuvieran escuchando.
—Cállate tú, Franklin —exclamó Cass.
Aquel, la miró sorprendido durante unos segundos, y dubitativo.
—¿Cómo me llamaste? —Exclamó finalmente y avanzó unos pasos antes de que su amigo le pusiera una mano encima.
—No cambiaste ni un poco de cómo te recordaba.
—¿Quién eres? ¿De dónde me conoces?
Franklin parecía más enojado que otra cosa. Parecía como si quisiera permanecer oculto y no permitía que nadie lo conociese.
Cass miró al moreno durante unos segundos, observando si él si era capaz de reconocerla —aunque no lo creía—.
No obstante, no pasó ni diez segundos para que se decidiera a hablar.
—Quién diría que nos volveríamos a encontrar, Cassandra.
Ella sonrió y levantó ambas manos.
—Ta-chán... Siete años después y en un apocalipsis zombi, ¿quién lo diría?
Franklin miró a su amigo dubitativo.
—¿La conoces?
—Cassandra Miller. Era amiga de Destiny, la melliza de Cooper, ¿te acuerdas?
Cooper había pertenecido al equipo junto con Franklin, así que asintió. Cass estuvo a punto de corregirlo y decirle que aún era su amiga, pues Destiny se encontraba sana y salva en el refugio junto con su hermano.
—¿Conocen a Coop? —Interrumpió Caroline.
—¿Está vivo? —Dijeron ambos muchachos a la vez.
La chica asintió, pero fue Darrell quien contestó:
—Vivito y coleando. También Destiny y sus padres.
Los dos amigos intercambiaron una rápida mirada y luego vieron a la rubia sentada en un sofá al fondo de la sala.
Franklin volvió a soltar un bufido, parecía como si tuvieran una especie de telepatía, y luego su amigo habló:
—¿Aceptan a gente?
Darrell y Caroline miraron a Cass a la vez. Esa clase de decisiones no la tomaban a la ligera. Ella nunca le gustaba tomar esa clase de decisiones, menos aún si Brooke no estaba con ella. Ambas chicas eran las que estaban a cargo en aquel momento.
Pero Brooke no estaba ahí. Debía tomar la decisión sola. Pensó en las preguntas que solía hacer su amiga en el momento de reclutar gente.
—¿Tenían un grupo antes?
Miró a Franklin, ambos parecían extrañados por la pregunta, pero luego de unos segundos parecieron entender que se trataba de un cuestionario.
—Por supuesto que sí —contestó Franklin con arrogancia.
—Contesta bien y con sinceridad —exclamó Darrell.—, tú nos estás pidiendo unirte, no nosotros a ti.
Eso pareció suficiente para que se callara. Cass se lo agradeció mentalmente.
—¿Qué pasó con aquel grupo? —Continuó la joven.
El moreno se rascó la cabeza.
—Ningún refugio es del todo seguro y en aquel grupo había muchas peleas. Así que un día tomamos nuestras cosas y nos largamos. Éramos cuatro entonces.
Cass entendió que no era momento para preguntar qué le había ocurrido a aquella cuarta persona.
—¿Y cómo podemos estar seguros que no nos robarán mientras dormimos? —Quiso saber Darrell a la defensiva.
—Sólo tomamos nuestras cosas —se defendió Franklin.
—Por favor —dijo la chica al final de la sala, con una voz infantil.—, tan sólo queremos un techo donde dormir tranquilos.
Cass la contempló durante unos segundos. Se percató que no debería llegar ni a los veinte años.
Recapacitó durante unos segundos las opciones. No pensaba dejarlos tirados en medio de una horda de zombis. Los conocía y eso hacía que se sienta aún peor. Mierda. Cómo le gustaría que Brooke estuviera con ellos.
—Está bien —exclamó al fin. Notó como el rostrode la chica se iluminaba.—, pero estarán en periodo de prueba durante unassemanas.
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Sobrevivientes
Teen FictionUn extraño brote apareció en América y se llevó a casi todos los que se encontraban en él. Un grupo de amigas que lograron sobrevivir en aquel invierno tienen un plan perfecto. Pero las personas del pasado ralentizan que lo lleven a cabo. Deben acep...