Capítulo 31

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No estaban seguros si era o no el destino que ellos querían. Pero veían tierra y eso importaba.

Todos comenzaron a ver como se acercaban a aquella tierra. No, la tierra se acercaba a ellos. Los llamaba.

Owen navegó el barco rodeando la isla, tampoco querían descender en un lugar inhóspito.

Entonces, visualizaron aquello que tanto añoraban. Civilización. Casas limpias y en perfecto estado. Sonido.

Owen se acercó lo más que pudo a una playa de tierra y rocas. Pero Andrew tomó el control del barco y lo encajó en la tierra. Nadie volvería a usarlo de todas formas.

Los nueve que se encontraban en la cubierta examinaron la escena que los rodeaba.

Había ruido. Ruido de coches. De personas hablando. Teléfonos móviles. Bebés llorando. Niños jugando.

Les parecía una broma.

Pero era cierto. Estaba ocurriendo en sus narices.

Cassandra pegó un salto y aterrizó en la tierra húmeda. La tocó con sus dedos. Era real.

Miró a la gente que pasaba a su alrededor. Hablaban entre ellos, por sus teléfonos. Otros paseaban con sus mascotas o niños. Todos aquellos parecían ajenos a lo que ocurría en el continente americano.

Entonces, fue mayor que sus fuerzas, comenzó a llorar. Sintió como alguien se unía a su llanto. Brooke estaba a su lado, abrazándola. Luego se unió Becca y Destiny.

Las cuatro lo habían logrado, aunque faltara una.

Entonces, escucharon una voz, pero no entendieron qué les dijo.

Las cuatro alzaron la cabeza. Una mujer de mediana edad, teñida de rubia, lo sabían por las raíces que tenía —¡raíces! No podían creerlo—. Y estaba limpia. Aseada.

—¿Perdone? —Exclamó Cass, limpiándose las lágrimas.

¿Necesitan ayuda? —Preguntó la mujer con un inglés forzado.

—Somos de América —comentó Brooke.

El rostro de la mujer se suavizó. Pareció entender a lo que se refería la chica.

Sacó su teléfono y marcó algo en él.

Poco después, unas sirenas de ambulancia sonaronen la distancia.

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