Capítulo 33

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Cada uno disfrutó de cada una de las gotas que caían sobre su cara. ¡Era agua caliente! Existía de verdad. Ya habían olvidado aquella sensación. También se habían olvidado del jabón y de todas las marcas que había de crema de enjuague y acondicionador. No entendían por qué había tantas si todas tenían el mismo efecto.

Era extraño volver a sentirse aseado. Era extraño volver a cuidarse la piel.

También les resultó extraño cuando se recostaron en la camilla del hospital. Recordaban los prejuicios que había hacia ellas y hacia las comidas. Pero todos recibieron con gusto la comida en altas calorías y tener una gran variación de bebidas. Habían olvidado lo que era una bebida con gas o el agua mineral.

Todo les parecía extraño.

Cass se pasó la mano por su largo cabello. Era diferente volver a sentir sus cabellos suaves bajo sus dedos.

La piel la sentía rara. Había estado más de una hora tocando su piel suave, y otra, degustando de la comida. Cada bocado era un manjar para ella.

Entonces, la puerta se abrió y por ella entró un señor de mediana edad con una bata blanca.

Buenos días, señorita Miller.

Aún se le hacía extraño escuchar su acento tan particular. Habían pensado que llegarían a Gran Bretaña, pero en vez de eso, llegaron a una ciudad costera de Islandia. Luego de la situación con la señora en la playa, los decidieron trasladar a la capital. Tras examinarlos, habían prometido que los llevarían a Londres en avión. ¡Avión! Les costaba creerlo.

—Buenos días, doctor.

Vemos que usted y todo su grupo se instalaron bien.

Cass le dedicó una tímida sonrisa.

La señorita Caroline Stone se encuentra en perfectas condiciones. Hace unas horas recuperó la conciencia. Aunque creemos que la fractura pueda tener algunas consecuencias, pero no perderá la pierna. Y el embarazo no se vio perjudicado. Así que todo avanza a la perfección.

—¿Embarazo?

Así es. La señorita Stone está embarazada de doce semanas.

Cass sonrió con melancolía. Cooper lograría tener una mujer y un hijo en Inglaterra.

Debemos sacarle sangre, al igual que hicimos con sus compañeros. Pero a usted y la señorita Rebecca White más que los otros. Entenderá por qué.

Asintió sin hacerle ninguna pregunta. Sabía que aquello pasaría. En aquel momento, sólo ella y Becca eran inmunes. Y Becca lo era gracias a ella.

Quizás dentro de estos días, hasta que obtengan el alta médica, le vendré a sacar más sangre. Pero no se preocupe, trabajaremos con Londres para que usted no tenga que viajar.

Le sonrió con calidez.

Londres. Hacia unos meses era sólo un sueño y ahora sólo se encontraban a unas horas en avión. Tan sólo debían esperar a recuperarse. A que Caroline sanase del todo.

Por fin eran libres.

Habían sobrevivido. Los diez.

Los diez eran los sobrevivientes.

SobrevivientesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora